05 Septiembre 2005
BAJO UN MANTO DE NEBLINA. Los edificios de la capital, apenas visibles por el densidad de la polución ambiental (LA GACETA / FRANCO VERA)
El índice de contaminación de la capital tucumana es tres veces superior al de una ciudad industrial como Santa Fe, debido a dos razones principales: la emanación de gases de los automotores pesados, sobre todo los ómnibus de pasajeros, y la polución que genera la industria azucarera, que proviene de los ingenios y de la quema de cañaverales.
"Es muy grave la cantidad de partículas carboalquitranosas en el aire, que son altamente cancerígenas, además de muchas otras sustancias tóxicas presentes en los gases de los vehículos gasoleros, 100 veces más contaminantes que los motores nafteros", reveló el químico Juan Carlos Luján, supervisor de Laboratorio de la Dirección de Saneamiento Ambiental del Siprosa, a cargo de Emilio Vargas Graña, y miembro del equipo de investigadores del Centro de Ingeniería Ambiental (CEDIA), que dirige el ingeniero Oscar Graieb.
El CEDIA y el Siprosa realizaron, por separado, varios estudios ambientales, que revelaron que la contaminación en Tucumán se triplicó desde mediados de la década del 90, a pesar de que el parque automotor no creció en esa misma proporción, sino que en gran parte se ha deteriorado.
La gravedad de la situación se traduce en datos concretos y contundentes: la capital tucumana registra niveles de cáncer muy altos, comparados con los índices de esta enfermedad en ciudades similares como Salta, Mendoza o Catamarca.
Otro dato alarmante, indicó Luján, es que los tucumanos gastan más de $ 3 millones por año en antialérgicos, broncodilatadores y medicamentos para el aparato respiratorio, cuando por ejemplo, ciudades de Sudáfrica con poblaciones parecidas. "A la contaminación la paga principalmente la sociedad, y muy caro, con las enfermedades, las deficiencias de los trabajadores, los daños al medioambiente, los artefactos que se arruinan, la mala calidad de vida. No es sólo la molestia que ocasiona el humo de los ómnibus o el hollín de los cañaverales, es mucho más que eso", sentenció Luján.
El químico explicó que aunque el hollín es muy perjudicial para la salud, porque sus partículas muy pequeñas se introducen hasta lo más profundo del sistema respiratorio, sino porque elllas poseen fuerzas eléctricas que adhieren otros contaminantes y arrastran tóxicos muy peligrosos que están dispersos en el ambiente.
Todos los informes del CEDIA han sido presentados oportunamente a las diferentes autoridades, provinciales y municipales (ejecutivos y legislativos), y los investigadores jamás han recibido una respuesta, ni siquiera para analizar algunas de sus propuestas. "Tucumán tiene en su contra el exceso de humedad, que retiene las partículas en el ambiente, la falta de viento y las cercanías de las montañas que mantienen al aire estancado. Como no es posible correr las montañas, proponemos que el parque automotor pesado se ajuste a los estándares de emanaciones de gases y que se impida la quema de cañaverales", afirmó el químico.
Si el panorama en la capital de la provincia es alarmante, con índices que van de dos a cinco veces el máximo de envenenamiento permitido por la Organización Muncial de la Salud (OMS), la situación en Aguilares alcanza niveles de peligrosidad extrema: la contaminación es 13 veces superior al máximo posible.
En la ciudad del sur las enfermedades respiratorias, de la piel y muchas afecciones derivadas, incluso cáncer, han registrado incrementos inucitados en el país, que además no dejan de crecer. "Si a la quema de cañaverales y las emanaciones del ingenio, este año queman bagazo para suplantar la falta de gas, los niveles de contaminación serán dramáticos", advirtió el científico.
"Es muy grave la cantidad de partículas carboalquitranosas en el aire, que son altamente cancerígenas, además de muchas otras sustancias tóxicas presentes en los gases de los vehículos gasoleros, 100 veces más contaminantes que los motores nafteros", reveló el químico Juan Carlos Luján, supervisor de Laboratorio de la Dirección de Saneamiento Ambiental del Siprosa, a cargo de Emilio Vargas Graña, y miembro del equipo de investigadores del Centro de Ingeniería Ambiental (CEDIA), que dirige el ingeniero Oscar Graieb.
El CEDIA y el Siprosa realizaron, por separado, varios estudios ambientales, que revelaron que la contaminación en Tucumán se triplicó desde mediados de la década del 90, a pesar de que el parque automotor no creció en esa misma proporción, sino que en gran parte se ha deteriorado.
La gravedad de la situación se traduce en datos concretos y contundentes: la capital tucumana registra niveles de cáncer muy altos, comparados con los índices de esta enfermedad en ciudades similares como Salta, Mendoza o Catamarca.
Otro dato alarmante, indicó Luján, es que los tucumanos gastan más de $ 3 millones por año en antialérgicos, broncodilatadores y medicamentos para el aparato respiratorio, cuando por ejemplo, ciudades de Sudáfrica con poblaciones parecidas. "A la contaminación la paga principalmente la sociedad, y muy caro, con las enfermedades, las deficiencias de los trabajadores, los daños al medioambiente, los artefactos que se arruinan, la mala calidad de vida. No es sólo la molestia que ocasiona el humo de los ómnibus o el hollín de los cañaverales, es mucho más que eso", sentenció Luján.
El químico explicó que aunque el hollín es muy perjudicial para la salud, porque sus partículas muy pequeñas se introducen hasta lo más profundo del sistema respiratorio, sino porque elllas poseen fuerzas eléctricas que adhieren otros contaminantes y arrastran tóxicos muy peligrosos que están dispersos en el ambiente.
Todos los informes del CEDIA han sido presentados oportunamente a las diferentes autoridades, provinciales y municipales (ejecutivos y legislativos), y los investigadores jamás han recibido una respuesta, ni siquiera para analizar algunas de sus propuestas. "Tucumán tiene en su contra el exceso de humedad, que retiene las partículas en el ambiente, la falta de viento y las cercanías de las montañas que mantienen al aire estancado. Como no es posible correr las montañas, proponemos que el parque automotor pesado se ajuste a los estándares de emanaciones de gases y que se impida la quema de cañaverales", afirmó el químico.
Si el panorama en la capital de la provincia es alarmante, con índices que van de dos a cinco veces el máximo de envenenamiento permitido por la Organización Muncial de la Salud (OMS), la situación en Aguilares alcanza niveles de peligrosidad extrema: la contaminación es 13 veces superior al máximo posible.
En la ciudad del sur las enfermedades respiratorias, de la piel y muchas afecciones derivadas, incluso cáncer, han registrado incrementos inucitados en el país, que además no dejan de crecer. "Si a la quema de cañaverales y las emanaciones del ingenio, este año queman bagazo para suplantar la falta de gas, los niveles de contaminación serán dramáticos", advirtió el científico.
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