Afirman que la ciudad colonial fue "castigada por Dios", el 13 de setiembre de 1692, a las 10 de la mañana, cuando desapareció tras un devastador terremoto. Según la leyenda, Esteco era la ciudad más rica y poderosa del norte argentino. Estaba asentada en un valle fértil y sus habitantes usaban un lujo desmedido y en todo revelaban ostentación. Eran soberbios y petulantes y vivían para los vicios y el placer.
Por eso -recopilan los historiadores-, sobre la babilónica opulencia de Esteco y su fama similar a las bíblicas Sodoma y Gomorra, cayó la ira divina con un sismo que "no dejó piedra sobre piedra".
La primera ciudad se asentó al sur de El Quebrachal, en el departamento Anta. Se la conocía como Talavera de Esteco (Esteco viejo). Luego, en 1592, se traslada a Nueva Madrid de la Junta debido su decadencia comercial, a los constantes ataques de indios para liberar a sus pares que trabajaban como esclavos en las encomiendas, y a las enfermedades por la proliferación de insectos y animales dada su cercanía a una laguna.
En su último emplazamiento, la población se fusionó con la de la Villa de Nueva Madrid y así nació Talavera de Madrid de Esteco.
Si bien historiadores hablan de que, avanzado el siglo XIX, todavía los viajeros podían ver las ruinas, el predio nunca fue preservado. Otros dicen que muchos objetos de oro y de plata fueron saqueados, al igual que utensilios de distinto valor.
Actualmente, aseguran que el lugar exacto de aquel emplazamiento colonial estaría dentro de una finca privada. Por eso la Justicia salteña ordenó al propietario no avanzar con el desmonte, hasta que se determine la superficie que abarca y se resuelva legalmente la cesión de las tierras.
Por su lado, la directora de Turismo de la municipalidad metanense, Graciela Walter de San Juan, explicó que hay una comisión que está trabajando en el tema. Junto con ella, participan el doctor Alfredo Tomasini, profesor de la Universidad de La Plata e investigador del conicet; la licenciada Mirta Santoli, directora del Museo de Antropología de Salta, y el licenciado Cristian Vitri, asesor del Museo de Alta Montaña de Salta.
"Estuvimos en el lugar para ver qué puede hacerse. Esperamos reciclar una ciudad colonial. Hay que solucionar primero el conflicto legal y, luego, disponer una profunda investigación para rescatar este lugar histórico. No queremos levantar casas en el predio para mostrar lo que era Esteco. La idea es que vean las referencias del pueblo en un sector, para que la gente sepa dónde estuvieron emplazadas las 49 manzanas que componían la famosa ciudad perdida. En el resto del área, continuarán las investigaciones", enfatizó la funcionaria.
Sólo restos dispersos en el desmonte
Guardando todas las reservas del caso a pedido de la comisión de investigadores -ya que se intenta preservar la ubicación a fin de evitar más depredaciones de distintos elementos (tejas, vasijas, cerámicas, etc.)-, LA GACETA llegó hasta el lugar donde habría desaparecido Esteco.
En la finca, el propietario explicó que está dispuesto a donar 10 hectáreas de las 50 que se afectarían para realizar las investigaciones. Para el resto, pide que el Estado las expropie. Y agrega que él se haría cargo de cercar el lugar, aprovisionaría el agua y hasta plantaría una cortina de viento (arboleda de pinos).
Ya en el sitio señalado, LA GACETA se encontró con un gran desmonte y montículos de tierra removida. Apenas se ingresa al sector, se ven, dispersos, los restos de cerámicas -tejas y vasijas, aparentemente-. Incluso, adentrándose en el extenso predio de más de 40 hectáreas.
La ansiedad aumenta cuando se avanza en ese recorrido irregular. Por momentos, pequeñas piezas que serían de vajillas quiebran con sus azulinos colores las tonalidades terrosa y verde que tiñen el paisaje. Mientras, enfilando hacia lo que habría sido hace poco el monte, se observan las huellas de animales salvajes, huesos blanquecinos y árboles que no resistieron el embate de las topadoras.
Al cabo de dos horas de desandar lomadas enmarcadas en un día gris y lluvioso, no se vio ninguna edificación de lo que habría sido el poblado de Esteco.
Al regreso del lugar, la sensación de frustración era fuerte. Y el consuelo llegó con las palabras de la directora de Turismo: "las 49 manzanas de la antigua ciudad están enterradas".
El Combate de las Piedras fue un jalón en la pelea contra los realistas
A 22 kilómetros de Metán, por la ruta 9-34, hay una gruta que señala el empalme con la ruta 4; esta vía lleva hasta el monolito que recuerda el Combate de las Piedras. Este acontecimiento casi nunca evocado en las ceremonias escolares fue el punto de inflexión frente al avance realista desde el norte.
La victoria sirvió para levantar la moral de las tropas del Ejército de la expedición del Norte, que venían desalentadas por la derrota en Huaqui, a orillas del río Desaguadero (límite norte del Virreinato del Río de la Plata).
Al mando del coronel mayor Manuel Belgrano, como general en jefe de la expedición, el 23 de agosto de 1812 el ejército debió replegarse hasta Tucumán, por orden del Gobierno. Se produjo entonces el "Exodo Jujeño", para lo cual se puso en práctica la política de tierra arrasada.
El general realista Pío Tristán avanzó hacia el sur en persecución del ejército patriota -que marchaba cubriendo el camino con sus guerrillas-, y el 3 de setiembre de 1812, enterado Belgrano de la situación, dispuso alistar la tropa para el enfrentamiento, a orillas del río Piedras.
Formó dos pequeñas piezas de artillería y contraatacó con dos columnas de infantería a las órdenes de los capitanes Carlos Forest y Miguel Aráoz. Al centro formó la caballería al mando del capitán Gregorio Aráoz de La Madrid, y las reservas a cargo de los jefes Díaz Vélez y Juan Ramón Balcarce.
El Combate de Las Piedras se desarrolló con un breve pero intenso tiroteo, que puso en fuga a los realistas (600 hombres). Quedaron en el campo de batalla 20 muertos y 25 prisioneros realistas. El coronel Huici, que se había adelantado hasta Trancas, cayó prisionero.
Con este acto, el ejército volvía a recuperar su orgullo, antes de avanzar con su retirada hasta Tucumán, donde llegó el 13 de setiembre de 1812. Una vez allí, Belgrano decidió atacar al enemigo en las afueras de la ciudad. Así, el 24 de setiembre de ese año, se libra la Batalla de Tucumán.
Riqueza histórica
EN MANOS DE ESPECIALISTAS.- "Comparativamente, los objetos serían de la misma época que los rescatados en Ibatín, en especial la loza", confirmaron a LA GACETA Jorgelina García Ascárate y Luis Vuoto, investigadores del Instituto de Arqueología y Museo de la UNT. Ellos fueron consultados para determinar si restos de vasijas y pequeñas lozas recogidos en lo que sería Esteco, podrían ser de fines del siglo XVII. La teja es la típica "muslera", apuntaron, denominada así porque se la moldeaba en el muslo.
UNA BELLEZA EN MEDIO DE LOS RECUERDOS,- En Metán hay un vasto sector que recuerda la vieja ciudad. En la plaza Belgrano, todo el entorno armoniza con la iglesia de San José, erigida en 1868. De la misma época son las sedes del Hogar de Ancianos, dos casas particulares y la unidad carcelaria. En este último edificio funcionaba la municipalidad metanense, al comienzo de sus gestiones.