04 Junio 2005
"El caso Watergate es un mito viviente del periodismo, tiene un valor fundacional: el del periodista que llega al fondo, que descubre la trama oculta del poder y que le da un golpe de nocaut al gobierno. No sé si esto está en en código genético del periodista, pero el hecho de que se golpee a un gobierno, a los periodistas nos gusta". Así se expresó Mario Wainfeld, durante una visita que hizo a LA GACETA, en la que analizó la repercusión del tema en el ambiente del periodismo mundial, especialmente luego que se conoció que Michael Felt fue "garganta profunda" (el informante).
Wainfeld señaló que el caso Watergate -que derivó en la caída del presidente Richard Nixon, en EEUU, en 1974- es un arquetipo en materia de conservación de la fuente, "casi jurisprudencial para todos los periodistas". "Es un aspecto muy fuerte y de importante raigambre constitucional", añadió.
El columnista de Página/12 se confesó fascinado por el caso norteamericano. "Un aspecto interesante para los que son periodistas, y para los que no lo son, es la dramatización en una película muy conocida -?Todos los hombres del presidente?- de la relación del periodista con la fuente", señaló. Indicó que esta relación es no es algo fácil de captar para los que están fuera de la profesión o de un medio de comunicación. "Se trata de una relación compleja, y a la gente le cuesta entender que haya fuentes del gobierno que suministren información con cierta regularidad y con la que se pueden tener conflictos", dijo.
En esa línea de reflexión destacó que es difícil para algunas personas comprender que haya diplomáticos que negocien con los enemigos del país. "Pueden considerarlos traidores, cuando no lo son", acotó. "Si los vieran conversando o compartiendo una comida -añadió- los considerarían sospechosos". En referencia a Watergate, Wainfeld dijo que la preservación del secreto sobre la identidad del informante "redondea la hazaña de un mito, que para los periodistas es muy gratificante; no porque no haya existido sino porque iluminó a los demás". De todas formas, indicó que le cuesta aceptar que la política norteamericana sancione la mentira, "que en los EEUU se haya echado a un Presidente -Richard Nixon- por una mentira". Mencionó que en ese país se puede mentir en determinadas condiciones, "y en eso la historia de George Bush es generosa". Además, apuntó que el diario "The Washington Post", en ese momento, no era neutral respecto de Nixon.
Wainfeld señaló que el caso Watergate -que derivó en la caída del presidente Richard Nixon, en EEUU, en 1974- es un arquetipo en materia de conservación de la fuente, "casi jurisprudencial para todos los periodistas". "Es un aspecto muy fuerte y de importante raigambre constitucional", añadió.
El columnista de Página/12 se confesó fascinado por el caso norteamericano. "Un aspecto interesante para los que son periodistas, y para los que no lo son, es la dramatización en una película muy conocida -?Todos los hombres del presidente?- de la relación del periodista con la fuente", señaló. Indicó que esta relación es no es algo fácil de captar para los que están fuera de la profesión o de un medio de comunicación. "Se trata de una relación compleja, y a la gente le cuesta entender que haya fuentes del gobierno que suministren información con cierta regularidad y con la que se pueden tener conflictos", dijo.
En esa línea de reflexión destacó que es difícil para algunas personas comprender que haya diplomáticos que negocien con los enemigos del país. "Pueden considerarlos traidores, cuando no lo son", acotó. "Si los vieran conversando o compartiendo una comida -añadió- los considerarían sospechosos". En referencia a Watergate, Wainfeld dijo que la preservación del secreto sobre la identidad del informante "redondea la hazaña de un mito, que para los periodistas es muy gratificante; no porque no haya existido sino porque iluminó a los demás". De todas formas, indicó que le cuesta aceptar que la política norteamericana sancione la mentira, "que en los EEUU se haya echado a un Presidente -Richard Nixon- por una mentira". Mencionó que en ese país se puede mentir en determinadas condiciones, "y en eso la historia de George Bush es generosa". Además, apuntó que el diario "The Washington Post", en ese momento, no era neutral respecto de Nixon.