28 Abril 2005
No les hacen falta coches blindados, ni pistolas, ni cómplices, ni cobros de rescates. Ni siquiera les hace falta secuestrar. Sólo necesitan tener teléfono y facilidad de palabra. El ingenio y la creatividad de los delincuentes no tienen límites. Esta vez estafan y siembran terror a través de los secuestros virtuales, que aumentan cada día en la provincia y ya generan un clima de inseguridad en la población.
En los últimos días, se sucedió una serie de llamados telefónicos extorsivos que encendieron la luz de alerta. Los investigadores creen que se trata de un grupo de internos del penal de Villa Urquiza que está causando pánico entre varias familias, a quienes las llaman para decirles que tienen secuestrado a un ser querido. Es por esto que, desde hoy, en la cárcel se controlará a los internos que utilizan los teléfonos públicos.
Los delincuentes trabajan con el miedo y con la angustia de sus víctimas. El modus operandi es siempre el mismo: eligen un número telefónico al azar y llaman directamente o a través del sistema de cobro revertido. Luego de engañarlos con un supuesto secuestro, los estafan pidiendo que compren tarjetas telefónicas y les pasen la clave.
Los casos se repiten especialmente en la capital tucumana, aunque también hubo llamadas en el interior. Los expertos creen que no sólo llaman a teléfonos fijos sino también a celulares. Dijeron además que todavía no se dieron casos, como en el resto del país, de delincuentes que exigen transferencias de dinero a cuentas bancarias.
La última víctima de estos casos fue Luis Alberto Daurich, quien pudo advertir el engaño y colgó. Una persona que se hizo pasar por policía lo habló a su casa para decirle que se había producido un hecho grave en el que estaba implicado un pariente suyo. Luego, le dijo que tenía secuestrado a un sobrino suyo y que quería $ 300 en tarjetas telefónicas. La víctima cortó cuando se dio cuenta del engaño.
Adriana, de Lola Mora al 300, también vivió momentos de terror cuando le dijeron por teléfono que habían secuestrado a su hija. La mujer gastó $ 195 en tarjetas y le envió las claves al falso secuestrador. "Fue un momento terrible. Estaba desesperada", explicó. Las amenazas llegaron también al ámbito judicial. Un familiar del camarista federal Ernesto Wayar recibió una llamada en la que se le comunicaba respecto de un secuestro y se le exigían dinero y tarjetas telefónicas. "Por suerte advertimos que se trataba de un engaño y colgamos", comentó Wayar.
Registrarán las llamadas de presos
Los pesquisas creen que los secuestros virtuales no sólo se realizan desde la cárcel, a pesar de que las investigaciones determinaron que en casi todos los casos los llamados provienen de Villa Urquiza, informó el comisario Jorge Urueña. Los investigadores no descartan que se hagan allanamientos en la cárcel.
El director de Institutos Penales, Ernesto Salas, recalcó que para eliminar las llamadas amenazantes desde el penal, los reos que usen el teléfono desde hoy serán registrados . Salas aseguró que si se produce una denuncia por secuestro virtual sólo habrá que averiguar de cuál de los 10 teléfonos salió el llamado para identificar a su autor. Además, la Secretaría de Comunicaciones de la Nación dispuso que todas las llamadas que salgan del penal sean identificadas como provenientes de la cárcel.
Sin embargo, en opinión de Salas esto no es suficiente. Por eso se reunió ayer con un gerente de Telecom, Pablo Bollati, para pedirle que se implementen más mecanismos de control. "Ponemos a disposición de todas las autoridades nuestra tecnología, pero no podemos intervenir llamadas si no es con orden judicial", dijo Bollati.
En tanto, el Ministerio de Justicia de la Nación propuso que se coloque un sistema de identificación de huellas dactilares de los presos que realicen llamadas.
Los famosos también son víctimas
El mecanismo de los secuestros virtuales no es nuevo. Según estimaciones policiales, en 2004 hubo en la provincia de Buenos Aires 3.000 falsos secuestros.
En febrero pasado, Fernando Azulay, un despachante de aduana de 35 años, fue asesinado de un tiro en la cabeza en una villa de La Matanza. El joven había recibido un llamado en el que le exigían dinero para liberar a un familiar. Cuando fue a entregar el rescate, los delincuentes lo apresaron y lo balearon. Tres días después, se supo que un preso había manejado el falso secuestro desde la cárcel de Ezeiza.
En Tucumán también hubo falsos secuestros manejados desde la cárcel. En enero de 2004, varias personas, entre ellas el legislador Carlos Canevaro, fueron intimidadas por teléfono. Los llamados habían partido desde el penal de Villa Urquiza.
Ni los famosos se libran de esta modalidad de delito. El 28 de agosto de 2004, la víctima resultó Charly García. Un desconocido le dijo por teléfono que tenía secuestrado a su hijo, Miguel, y le exigió $ 10.000 para liberarlo. Seis horas después, el muchacho llegó a su casa. Volvía del dentista.
Las claves de las tarjetas
Con los números alfanuméricos que los ladrones consiguen a través de los secuestros virtuales, logran acceder a un crédito utilizable desde cualquier celular o teléfono fijo. Los presos suelen revender estos créditos, según la Policía, o utilizarlos desde sus celulares. Si bien en la cárcel no se permiten los móviles, los investigadores no descartan que algunos internos los tengan escondidos.
En los últimos días, se sucedió una serie de llamados telefónicos extorsivos que encendieron la luz de alerta. Los investigadores creen que se trata de un grupo de internos del penal de Villa Urquiza que está causando pánico entre varias familias, a quienes las llaman para decirles que tienen secuestrado a un ser querido. Es por esto que, desde hoy, en la cárcel se controlará a los internos que utilizan los teléfonos públicos.
Los delincuentes trabajan con el miedo y con la angustia de sus víctimas. El modus operandi es siempre el mismo: eligen un número telefónico al azar y llaman directamente o a través del sistema de cobro revertido. Luego de engañarlos con un supuesto secuestro, los estafan pidiendo que compren tarjetas telefónicas y les pasen la clave.
Los casos se repiten especialmente en la capital tucumana, aunque también hubo llamadas en el interior. Los expertos creen que no sólo llaman a teléfonos fijos sino también a celulares. Dijeron además que todavía no se dieron casos, como en el resto del país, de delincuentes que exigen transferencias de dinero a cuentas bancarias.
La última víctima de estos casos fue Luis Alberto Daurich, quien pudo advertir el engaño y colgó. Una persona que se hizo pasar por policía lo habló a su casa para decirle que se había producido un hecho grave en el que estaba implicado un pariente suyo. Luego, le dijo que tenía secuestrado a un sobrino suyo y que quería $ 300 en tarjetas telefónicas. La víctima cortó cuando se dio cuenta del engaño.
Adriana, de Lola Mora al 300, también vivió momentos de terror cuando le dijeron por teléfono que habían secuestrado a su hija. La mujer gastó $ 195 en tarjetas y le envió las claves al falso secuestrador. "Fue un momento terrible. Estaba desesperada", explicó. Las amenazas llegaron también al ámbito judicial. Un familiar del camarista federal Ernesto Wayar recibió una llamada en la que se le comunicaba respecto de un secuestro y se le exigían dinero y tarjetas telefónicas. "Por suerte advertimos que se trataba de un engaño y colgamos", comentó Wayar.
Los pesquisas creen que los secuestros virtuales no sólo se realizan desde la cárcel, a pesar de que las investigaciones determinaron que en casi todos los casos los llamados provienen de Villa Urquiza, informó el comisario Jorge Urueña. Los investigadores no descartan que se hagan allanamientos en la cárcel.
El director de Institutos Penales, Ernesto Salas, recalcó que para eliminar las llamadas amenazantes desde el penal, los reos que usen el teléfono desde hoy serán registrados . Salas aseguró que si se produce una denuncia por secuestro virtual sólo habrá que averiguar de cuál de los 10 teléfonos salió el llamado para identificar a su autor. Además, la Secretaría de Comunicaciones de la Nación dispuso que todas las llamadas que salgan del penal sean identificadas como provenientes de la cárcel.
Sin embargo, en opinión de Salas esto no es suficiente. Por eso se reunió ayer con un gerente de Telecom, Pablo Bollati, para pedirle que se implementen más mecanismos de control. "Ponemos a disposición de todas las autoridades nuestra tecnología, pero no podemos intervenir llamadas si no es con orden judicial", dijo Bollati.
En tanto, el Ministerio de Justicia de la Nación propuso que se coloque un sistema de identificación de huellas dactilares de los presos que realicen llamadas.
El mecanismo de los secuestros virtuales no es nuevo. Según estimaciones policiales, en 2004 hubo en la provincia de Buenos Aires 3.000 falsos secuestros.
En febrero pasado, Fernando Azulay, un despachante de aduana de 35 años, fue asesinado de un tiro en la cabeza en una villa de La Matanza. El joven había recibido un llamado en el que le exigían dinero para liberar a un familiar. Cuando fue a entregar el rescate, los delincuentes lo apresaron y lo balearon. Tres días después, se supo que un preso había manejado el falso secuestro desde la cárcel de Ezeiza.
En Tucumán también hubo falsos secuestros manejados desde la cárcel. En enero de 2004, varias personas, entre ellas el legislador Carlos Canevaro, fueron intimidadas por teléfono. Los llamados habían partido desde el penal de Villa Urquiza.
Ni los famosos se libran de esta modalidad de delito. El 28 de agosto de 2004, la víctima resultó Charly García. Un desconocido le dijo por teléfono que tenía secuestrado a su hijo, Miguel, y le exigió $ 10.000 para liberarlo. Seis horas después, el muchacho llegó a su casa. Volvía del dentista.
Las claves de las tarjetas
Con los números alfanuméricos que los ladrones consiguen a través de los secuestros virtuales, logran acceder a un crédito utilizable desde cualquier celular o teléfono fijo. Los presos suelen revender estos créditos, según la Policía, o utilizarlos desde sus celulares. Si bien en la cárcel no se permiten los móviles, los investigadores no descartan que algunos internos los tengan escondidos.