25 Marzo 2005
AGOTADO. Aún sin bailar, y sin poder entonar completas sus canciones favoritas, igual fue ovacionado.
Buenos Aires.- Algo parecido a la sombra de James Brown, creador del soul y del funk, se paseó antenoche por el escenario del Luna Park, en la tercera visita del músico al país después de las realizadas en 1997 y en 1999.
Con 71 años de edad y más de 50 de carrera musical, Brown conserva intacto su carisma y denota un oficio sorprendente para manejar un show de cerca de 100 minutos; pero las fuerzas ya no le alcanzan para cantar de corrido una sola canción o bailar sobre el escenario con la fuerza y la gracia que fue marca registrada en otra época y que lo catapultó a la cima de popularidad internacional.
El músico, que fue conocido como el "Señor Dinamita", presentó en Buenos Aires una numerosa banda de 11 músicos (dos saxos, dos baterías, tres guitarras, dos bajos, una trompeta y un percusionista), junto con tres coristas, un vocalista de reemplazo, un presentador y dos bonitas chicas que se contonearon al ritmo de distintas coreografías con algo de porristas y otro poco de streapers.
Mintiendo pasos
El show comenzó minutos antes de las 22 con la banda en pleno tocando algunos temas para esperar luego la salida de Brown, que, con pulso sostenido, fue dibujando el show, entonando algún tema, pasándose al teclado, mintiendo algunos de sus pasos de otros tiempos y ofreciendo importantes momentos para el lucimiento solista de cada uno de sus músicos. Vestidos como una banda militar, los músicos que lo acompañan ganan protagonismo; lo mismo las bailarinas y también las coristas. Todos tienen su cuarto de hora en el show.
Vestido íntegramente de negro, con excepción de unos flecos blancos que colgaban de su saco, promediando el show Brown rindió un homenaje al gran compositor y tecladista Ray Charles, desde el órgano.
A pesar de estar muy lejos de lo que fue, Brown supo, entregando poco, mantener el calor del público que llenó el Luna Park y que en ningún momento pareció sorprendido o desilusionado, sino que se dedicó a vivar y a aplaudir a rabiar a esa suerte de leyenda de la música negra que estaba sobre el escenario, acaso por última vez en el país. Con gran capacidad escénica para ir manteniendo el show, Brown se reservó para el final la explosión, con sus composiciones emblemáticas.
Así, en la última media hora entregó "So what", "Cold sweat" (con una estupenda performance de una de sus coristas), "I got you" y "Get up", pero no cantó ninguna de ellas en su totalidad.El único beneficio del show fue el de ver a una figura legendaria sobre el escenario; tener el contacto directo con un personaje que ya inscribió su nombre en la historia de la música popular mundial y que es casi un ícono cultural. Al cabo de una hora y media, se retiró con toda su banda. Y por más que el inquieto público pida algún bis, Brown no volverá. (Télam-Especial)
Con 71 años de edad y más de 50 de carrera musical, Brown conserva intacto su carisma y denota un oficio sorprendente para manejar un show de cerca de 100 minutos; pero las fuerzas ya no le alcanzan para cantar de corrido una sola canción o bailar sobre el escenario con la fuerza y la gracia que fue marca registrada en otra época y que lo catapultó a la cima de popularidad internacional.
El músico, que fue conocido como el "Señor Dinamita", presentó en Buenos Aires una numerosa banda de 11 músicos (dos saxos, dos baterías, tres guitarras, dos bajos, una trompeta y un percusionista), junto con tres coristas, un vocalista de reemplazo, un presentador y dos bonitas chicas que se contonearon al ritmo de distintas coreografías con algo de porristas y otro poco de streapers.
Mintiendo pasos
El show comenzó minutos antes de las 22 con la banda en pleno tocando algunos temas para esperar luego la salida de Brown, que, con pulso sostenido, fue dibujando el show, entonando algún tema, pasándose al teclado, mintiendo algunos de sus pasos de otros tiempos y ofreciendo importantes momentos para el lucimiento solista de cada uno de sus músicos. Vestidos como una banda militar, los músicos que lo acompañan ganan protagonismo; lo mismo las bailarinas y también las coristas. Todos tienen su cuarto de hora en el show.
Vestido íntegramente de negro, con excepción de unos flecos blancos que colgaban de su saco, promediando el show Brown rindió un homenaje al gran compositor y tecladista Ray Charles, desde el órgano.
A pesar de estar muy lejos de lo que fue, Brown supo, entregando poco, mantener el calor del público que llenó el Luna Park y que en ningún momento pareció sorprendido o desilusionado, sino que se dedicó a vivar y a aplaudir a rabiar a esa suerte de leyenda de la música negra que estaba sobre el escenario, acaso por última vez en el país. Con gran capacidad escénica para ir manteniendo el show, Brown se reservó para el final la explosión, con sus composiciones emblemáticas.
Así, en la última media hora entregó "So what", "Cold sweat" (con una estupenda performance de una de sus coristas), "I got you" y "Get up", pero no cantó ninguna de ellas en su totalidad.El único beneficio del show fue el de ver a una figura legendaria sobre el escenario; tener el contacto directo con un personaje que ya inscribió su nombre en la historia de la música popular mundial y que es casi un ícono cultural. Al cabo de una hora y media, se retiró con toda su banda. Y por más que el inquieto público pida algún bis, Brown no volverá. (Télam-Especial)