
Una zona ubicada entre el continente sudamericano y el extremo suroeste de África genera preocupación entre los científicos por una inusual alteración del campo magnético terrestre. La NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio) emitió una alerta sobre esta anomalía, advirtiendo sobre los posibles efectos que podría ocasionar en satélites y dispositivos que atraviesan esa región.
Las alteraciones provocan un debilitamiento del campo magnético terrestre. Esto hace que los cinturones de radiación de Van Allen, donde se concentran partículas energéticas, desciendan cerca de la superficie. Como consecuencia, las partículas solares logran ingresar con mayor facilidad a las capas profundas de la atmósfera.
Qué es la "anomalía magnética" y cómo puede afectar a Argentina
Esta zona del planeta, a diferencia de otras, los cinturones de radiación de Van Allen están más cerca de la superficie que en otros lugares. Esto permite que partículas solares muy energéticas entren con más facilidad en la atmósfera. Aunque no es un peligro directo para las personas, sí puede afectar el funcionamiento de equipos electrónicos en el espacio.
El fenómeno es consecuencia de fluctuaciones irregulares en el movimiento del metal líquido del núcleo terrestre, lo que altera la dinámica que genera el campo magnético global. Desde la NASA explicaron que estas variaciones influyen en la intensidad de protección natural de la Tierra contra la radiación proveniente del Sol.
El fallo y los riesgos de la "anomalía magnética"
Los aparatos que sobrevuelan esta franja suelen experimentar fallos en sus sistemas internos debido a las interferencias magnéticas. Si bien la mayoría de estos errores son menores, no se descartan pérdidas de datos importantes.
El riesgo es mayor para satélites de comunicaciones o navegación, cuyos componentes sensibles pueden sufrir daños irreversibles. Por eso, esta anomalía representa un desafío constante para las misiones espaciales que cruzan la región. Como subrayan los especialistas, este tipo de anomalías pone a prueba la capacidad de anticipación y adaptación de las agencias aeroespaciales ante un entorno que continúa cambiando.