Del infierno al cielo: la esperada consagración de los “Naranjas” en el Argentino de 2005

Del infierno al cielo: la esperada consagración de los “Naranjas” en el Argentino de 2005

Tras 12 años de sequía, y luego de pasar por el Ascenso, el seleccionado tucumano logró su octavo título nacional hace dos décadas.

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Del infierno al cielo: la esperada consagración de los “Naranjas” en el Argentino de 2005

El 3 de abril de 2005 fue un día de desahogo para el rugby tucumano. En “La Caldera del Parque” de Lawn Tennis, los “Naranjas” se consagraron campeones argentinos por octava vez en su historia. El título tuvo varios condimentos que le dieron un sabor especial. Cortó una sequía de 12 años sin consagraciones y se dio justo en el regreso del combinado local a la elite del certamen.

Los años anteriores habían sido duros para un equipo que, entre 1985 y 1993, ganó siete de los nueve campeonatos disputados. Durante ese lapso sin títulos, el seleccionado alcanzó la final en tres oportunidades: cayó ante Córdoba en 1995 y frente a Buenos Aires en 1999 y 2000.

Para colmo, en la edición 2003 quedó último en la Zona Campeonato y fue relegado al Ascenso para la temporada 2004. Su paso por la segunda categoría duró apenas un año: se consagró campeón ganando los cinco partidos que jugó y regresó a Primera con energías renovadas y expectativas recargadas.

Pese a los años difíciles, el seleccionado dirigido por Ricardo Le Fort y Alejandro Molinuevo no especulaba: soñaba con volver a sus épocas doradas de protagonismo nacional y trabajaba para lograrlo.

“El descenso nos costó mucho. Teníamos que demostrar, y por suerte se nos dio el ascenso”, recordó Le Fort, en diálogo con LA GACETA. Lo mismo opinó Javier Bellotto, capitán de aquel seleccionado. “La mayoría de ese grupo vivió el descenso del 2003. Eso realmente dolió. El proceso comenzó en el ascenso de 2004. Llegamos al 2005 con un sueño muy grande y un plantel que se hizo fuerte en la adversidad”, aseguró el ex tercera línea.

Un grupo con hambre

En los entrenamientos de comienzos de año, previos al torneo que arrancó en marzo, el equipo ya mostraba que estaba para cosas importantes. Así lo recuerdan los protagonistas: no sólo por los trabajos físicos, técnicos y tácticos, sino también por la unión del plantel.

“Estábamos todos muy metidos en lo que hacíamos, el plantel y el staff. Disfrutábamos entrenar, transpirar en enero a las dos de la tarde con mucho calor, y también el afuera. La pasábamos muy bien. Había una cohesión importante: el equipo sabía para lo que estaba”, recuerda Álvaro Galindo.

“En cada entrenamiento de la pretemporada veníamos demostrando que íbamos en busca de algo grande. Se pedía cada vez más. A veces hasta agregábamos una práctica para encontrar equilibrio en lo que no nos salía bien. Había mucha competencia sana que empujaba al equipo hacia arriba”, comentó, por su parte, Tristán Molinuevo, apertura titular de aquel seleccionado.

Para Le Fort, el grupo humano fue la clave de la consagración, más allá del nivel de juego. “Era un equipo que tenía hambre, quería que Tucumán fuera campeón otra vez. Veníamos de 12 años sin lograrlo. Estos jugadores tomaron la posta, se sacrificaron, entrenaron, y los resultados llegaron”, aseguró el actual entrenador del seleccionado de Paraguay y de Yacaré XV, franquicia paraguaya del Súper Rugby Américas.

“Algo para destacar fue el grupo humano que formamos: unido, humilde. Muchos con experiencia, otros jóvenes con gran futuro. Vivimos grandes momentos dentro y fuera de la cancha. Sobre todo, volvimos a ver sonrisas en las tribunas tucumanas”, acotó Bellotto.

Un camino ascendente

“El equipo empieza de menor a mayor”, aseguró Le Fort. Y los resultados lo confirmaron. En su debut, Tucumán igualó 18-18 con Rosario como visitante. Estuvo muy cerca de lograr un gran triunfo en su regreso a la elite, gracias a un try penal, otra anotación de Aníbal Terán y dos penales más dos conversiones de Molinuevo. Sin embargo, en el último minuto, un try de Sebastián Martínez selló el empate para Rosario.

La semana siguiente llegó un duelo clave: ante Buenos Aires, en cancha de Lawn Tennis. Diez años habían pasado desde el último triunfo tucumano sobre ese rival. Desde entonces, se habían enfrentado siete veces, con victorias siempre para los porteños, incluida la final de 2000, también en Lawn Tennis.

La tarde del 12 de marzo, la racha se cortó. Bajo una intensa lluvia, los dirigidos por Le Fort y Molinuevo jugaron un partidazo y ganaron con contundencia: 36-13. Tras un parcial de 9-6 gracias a tres penales de Molinuevo, Tucumán desató la fiesta en el segundo tiempo con cuatro tries, marcados por Bruno Cuezzo, Terán, Alejandro Pérez Reid y Miguel Centurión. El último, a dos minutos del final, coronó una actuación inolvidable.

Plantel y staff coincidieron en que ese partido fue bisagra. No sólo por el envión anímico, sino porque posicionó a Tucumán como serio candidato al título. “Cuando le ganamos a Buenos Aires, nos dimos cuenta de que podíamos. A partir de ahí, crecimos todavía más”, aseguró Le Fort. “Ganarle a Buenos Aires con un plantel lleno de Pumas fue una señal clara de que sí se podía”, coincidió Bellotto.

El cierre de la primera fase fue casi un trámite: Tucumán goleó 55-29 a Nordeste en Corrientes, aunque los jugadores admitieron no haber jugado su mejor partido.

Así, con una fase inicial impecable, los “Naranjas” se enfrentaron a Córdoba en semifinales. Fue una promesa de batalla que no se concretó: con un nivel arrollador, Tucumán ganó 43-18 y se metió en la final. El último escollo era Mendoza, que venía de eliminar a Buenos Aires con un ajustado 22-19.

“Era un gran equipo, Mendoza”, recordó Le Fort. “Dio batalla”, reconoció Bellotto. Sin embargo, tampoco fue rival para un Tucumán envalentonado. Al descanso, los “Naranjas” ya ganaban 16-3, con un try penal convertido por Pérez Reid, dos penales y un drop de Molinuevo. En el segundo tiempo, el apertura sumó cuatro penales más, coronando una tarde de altísima eficacia. “Ese día me tocó patear muchas pelotas a los palos. Por suerte tuve buena puntería”, recordó Molinuevo entre risas.

Galindo y Le Fort coinciden, a la distancia, en los puntos altos de un equipo inolvidable. “Logramos un gran equilibrio entre forwards y tres cuartos. Era un equipo que se animaba a jugar, con buen scrum y maul. Eso nos ayudó mucho”, recapituló el entrenador.

“Dominamos el torneo de punta a punta. Éramos fuertes en los forwards, con gran scrum, buen maul, y mucho tackle. El 9 (Diego Ternavasio) y el 10 (Molinuevo) manejaban los partidos como querían. Y cuando teníamos chances, las aprovechábamos”, enumeró Galindo. “Además de aguerridos, había grandes individualidades. Eso potenciaba al grupo”, sumó Molinuevo. “Teníamos mucho convencimiento en lo que hacíamos dentro de la cancha”, aportó Bellotto.

“Ahí nace una época muy linda del rugby tucumano”, recordó Galindo. Y no se equivoca: Tucumán disputó las cinco finales siguientes del Argentino, con cuatro subcampeonatos y un título. Todo, motivado por un logro tan recordado como esperado.

“Todos los jugadores de ese plantel eran chicos durante la época dorada de los Naranjas. La historia de Tucumán era fuerte. Creo que necesitaban este triunfo para poner nuevamente al rugby tucumano en ese lugar”, reflexionó Le Fort. “Esa noche cumplimos un sueño”, cerró Bellotto, 20 años después de un título inolvidable. 

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