
La Orquesta Juvenil de la Universidad Nacional de Tucumán cumple 40 años y lo celebrará del mejor modo: con una intensa agenda de conciertos a lo largo de todo 2025 que comenzará esta noche, a las 18 en la Capilla Nuestra Señora del Carmen de Yerba Buena (Charcas 1.002). Más allá de la edad de sus integrantes, la formación tiene una madurez comprobada que se confirma en cada presentación.
El repertorio elegido contempla obras de Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Haendel y Ástor Piazzolla. Intervendrán como solistas en violín Alejandro Brandán y Srehia Sapag, y en canto, Lisel Althaus y Gustavo Girbau, con la dirección general de Gustavo Guersman.
“Celebramos nuestra creación y labor ininterrumpida de tantos años. Quizás sea la formación con más antigüedad del país, sobre todo en el marco académico. Fundada y dirigida en sus primeros cinco años por Emir Saúl, desde hace 35 años está a mi cargo: he visto cómo muchas generaciones de músicos hoy están en estructuras profesionales de Tucumán, Córdoba, Filarmónica del Teatro Colón, las Sinfónicas Nacional y de Mendoza y la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, entre otras; algunos incluso desarrollan su carrera en Europa y en Estados Unidos”, resalta su director.
- ¿Cuáles son los pilares que la hacen trascendente?
- La Juvenil es como una moneda de dos caras: una mira a la formación y al semillero de músicos y la otra hacia la extensión con conciertos, óperas y presentaciones, haciendo y estudiando obras del repertorio clásico tradicional (no son arreglos facilitados) y del popular de jerarquía.
- ¿Por qué Tucumán tiene tantas formaciones estables?
- Es un lugar de una energía extraordinaria, que fue y es impulsada por el gran motor que es la UNT. En gran medida la formación de los hacedores se origina en la universidad. Hay un empuje fenomenal de parte de los artistas que se suma a la necesidad del público por escuchar. No debemos perder de vista la búsqueda de la calidad, más que de la cantidad, y ver en perspectiva dónde estamos en relación a distintos patrones para no generar una suerte de endogamia cultural. Tener los espacios que brinda la UNT a la cultura, y en especial a la Juvenil, es una apuesta sostenida en el tiempo y hace que nuestra orquesta sea parte del imaginario colectivo.
- ¿Cuáles son los momentos que más recordás?
- Son varios: la ópera La Flauta Mágica de Amadeus Mozart, el Orfeo y Eurídice de Christoph Gluck con Franco Fagioli y la Sinfonía Titán de Gustav Mahler con su registro audiovisual, los conciertos con Juan Carlos Baglieto, Lito Vitale, el Popi Quintero y Luna Monti, Fito Páez, Franco Luciani, el Pato Gentilini, Rosa Incaica y muchos músicos más. Sumo los conciertos didácticos en el teatro Alberdi y en colegios, de los que se hicieron DVD’s como material pedagógico; las giras por el país, a Chile y a Italia y las actuaciones con Miguel Ángel Estrella en las escuelas de montaña de Tafi del Valle, e incontables momentos más. En lo personal, si bien ya he dirigido Mahler, me encantaría hacer su Sinfonía Resurrección N°2.
- ¿Cómo evaluás el hacer presentaciones itinerantes?
- Ir a distintos espacios es una excelente oportunidad para seguir haciendo extensión y llevar nuestra música a lugares y a públicos que a veces no tienen la oportunidad de ir a un teatro. El 26 estaremos en la Iglesia del Dulce Nombre de Jesús; en mayo, en el MUNT, y luego todos los meses iremos a distintos lugares de la provincia.
- ¿Cuántos integrantes tiene?
- Son 50 músicos en la Juvenil. Se ingresa por audición y hay además audiciones internas todos los años para ir haciendo un seguimiento de su proceso.
- ¿Qué implica que estén entrando y saliendo tus músicos?
- Es como un castillo de arena: cuando se alcanzan buenos niveles, hay que volver a empezar. Pero es una enorme alegría que nuestros artistas se profesionalicen y vayan haciendo de la música sus medios de vida.