
Desde los primeros estudios se analiza cómo la mente humana relaciona ciertos colores a ideas, según diferentes factores sociales. El color es la reflexión de la luz percibida por los ojos, esta estimulación puede provocar diferentes impactos psicológicos.
La la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Vic, en España publicó un articulo titulado “el color influye sobre el ser humano, y también la humanidad le ha conferido significados que trascienden de su propia apariencia” en el que analizan los efectos fisiológicos y psicológicos que producen impresiones según las vibraciones lumínicas de los colores y su impacto cerebral.
Los colores se dividen en cálidos o fríos de acuerdo con su ubicación en el espectro electromagnético. Los tonos como el rojo, el naranja y el amarillo se relacionan con el calor, el fuego y la luz solar. Por el contrario, tonalidades como el azul, el verde o el violeta suelen asociarse con el agua, el hielo, la humedad o la sombra, provocando impresiones de frescura o profundidad.
¿Cuáles son los colores que se relacionan con el envejecimiento?
el sitio Psicología y Mente explora cómo ciertos colores pueden influir en la apariencia de una persona, haciendo que parezca de mayor edad. No existe una regla absoluta, pero se han identificado algunas tonalidades que podrían acentuar rasgos asociados a la madurez:
-Negro: Aunque es sinónimo de elegancia y formalidad, en muchas culturas también se asocia con la muerte y el misterio, lo que puede transmitir una imagen más seria o envejecida.
-Gris: Este color neutro suele relacionarse con la sobriedad, pero también puede evocar una sensación de indiferencia o apagamiento, restando dinamismo a la imagen personal.
-Tonos oscuros y apagados: En general, estos colores pueden proyectar formalidad y profundidad, pero su uso excesivo puede reforzar una imagen de mayor edad o falta de vitalidad.
¿Cuáles son los colores que te hacen lucir más joven?
Los colores brillantes y cálidos como el rojo, naranja o amarillo se asocian comúnmente con energía, juventud y alegría. No obstante, es importante considerar que la percepción del color está influenciada por factores culturales, emocionales y personales, por lo que su impacto puede variar según el contexto y la experiencia de cada individuo.
Los tonos claros y brillantes, como el blanco, el marfil, el rosa claro o el celeste, resultan muy favorecedores al iluminar el rostro y aportar una apariencia más fresca y juvenil. Por su parte, los tonos pastel como el de la lavanda, la menta o el melocotón dan una apariencia suave y delicada que también se asocia con la juventud y la dulzura.