Las individualidades inclinaron la balanza a favor de Atlético Tucumán

Las individualidades inclinaron la balanza a favor de Atlético Tucumán

Con goles de Mateo Coronel, Miguel Brizuela y Nicolás Laméndola, el "Decano" venció 3-2 a Instituto y sueña con recuperarse.

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El fútbol es un deporte compuesto por dos habilidades: la colectiva y la individual. La primera se basa en la búsqueda de asociaciones efectivas y buenas cadenas de pases para generar ocasiones. La segunda prioriza el orden defensivo y apela a la creatividad, o a la fortuna, de los atacantes. Atlético responde a los criterios de esta última postura. No muestra señales de un gran funcionamiento ni tiene un mediocampo dominador. Está lejos de una actuación de ese calibre y, quizá, sea un objetivo a largo plazo del DT. Pero, por ahora, no expone nada de esos aspectos.

Las urgencias de Atlético pasaban por otro lado: cortar la mala racha de derrotas en el Apertura y encontrar un aire en la tabla Anual. Para ese objetivo, lo único que importa era ganar, sin importar las formas. El equipo de Lucas Pusineri, de ese modo, llegó al partido frente a Instituto con la misión de cortar el maleficio y lo logró con una agónica victoria por 3-2.

El partido atravesó diferentes facetas: desde un primer tiempo sin ocasiones para ninguno de los contendientes hasta una definición de infarto en los últimos minutos, aunque ni Atlético ni Instituto destacaron desde el juego. El “Decano” mostró la misma postura que repitió desde el inicio del ciclo de Pusineri: un 4-4-2 ordenado que no toma demasiados riesgos. Esta cualidad no fue única del duelo contra la “Gloria”, sino que se repitió a lo largo de los nueve partidos en los que Pusineri está al frente de Atlético. Instituto tampoco fue diferente: Pedro Troglio planteó un equipo amarrete, con la misión de llevarse, aunque sea, un punto de Tucumán. En consecuencia, el primer tiempo fue aburrido y sin ocasiones, por lo que lo único que podía romper el juego era una acción individual. Y así sucedió.

El gol de Mateo Coronel fue la definición perfecta de “olfato goleador”, una metáfora utilizada para describir a aquellos delanteros que están en el lugar que necesita la jugada. El atacante se posicionó entre el central Nicolás Zalazar y el lateral Juan Franco. Luego de un pase largo de Gianluca Ferrari, el delantero la bajó, superó la marca de ambos defensores y definió ante Manuel Roffo. El rebote, sin embargo, impactó en su cabeza y dejó sin reacción al arquero de la “Gloria”. El tanto, no obstante, no reflejaba una diferencia futbolística entre ambos equipos. Atlético, con muy poco, había inclinado la balanza a su favor.

Una situación similar ocurrió con el tanto de Miguel Brizuela. Atlético aprovechó los desajustes defensivos de Instituto en las pelotas paradas y logró anotar el 2-0, tras un doble cabezazo dentro del área chica: el primero, que sirvió como asistencia, fue de Ferrari y el definitivo, de Brizuela.

La ventaja era un espejismo de lo realizado en cancha. Instituto empujó y forzó ciertos errores defensivos que derivaron en el empate transitorio de la “Gloria”. El primero surgió a partir de un penal infantil de Ferrari a Alex Luna, quien puso la pelota en el punto penal y anotó el descuento. El segundo fue resultado de la gran pegada de Luna en un tiro libre situado en el sector izquierdo. ¿Fue responsabilidad de Juan González? Si bien estuvo mal posicionado, el disparo fue demasiado ajustado y, en consecuencia, inatajable.

Atlético, sin embargo, recuperó la ventaja gracias a una acción individual: Lucas Rodríguez falló un despeje y Nicolás Laméndola anotó el 3-2 definitivo.

La victoria tranquiliza los ánimos en el “Decano”. Todo es más fácil con una victoria, aunque no debe conformar a Pusineri y compañía, quienes deberán pulir varios aspectos para salir a flote.

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