
Cuando está cerca de ser declarado Monumento Histórico Nacional, la mano destructora de los usurpadores amenazan con destruir ese tesoro llamado Ibatín. Ese es otro de los frentes que tiene abiertos la Provincia en su plan de recuperar tierras fiscales y defender el medio ambiente y el patrimonio, como sucedió en El Mollar, San Javier y Yerba Buena, y pareciera que sucederá con El Cadillal. “No es un espacio más; se trata nada menos que de la primera ubicación de Tucumán”, recalcó el arqueólogo Osvaldo Díaz, director de Patrimonio Cultural del Ente Tucumán.
El 31 de mayo de 1565, Diego de Villarroel, por pedido del gobernador Francisco de Aguirre, emplazó la ciudad fundadora de la provincia, en lo que hoy sería el paraje La Florida, ubicada en la comuna de León Rougés, Monteros. En 1685, por cédula real, se ordena su traslado a lo que luego daría vida a San Miguel de Tucumán. Sus pobladores dejaron atrás una ciudad que contaba con 49 manzanas y cada una se dividía en cuatro solares. De todas ellas, en la actualidad se encuentran solo 12 sin ser alteradas por la agricultura o por el avance del río Pueblo Viejo.
Ibatín tardó literalmente siglos en dejar de ser una ciudad fantasma para transformarse en el segundo museo a cielo abierto del país, en el que se puede visitar los orígenes de una provincia. El otro es Cayastá y está ubicado en Santa Fe. En los años 30 el gobernador Miguel Campero ordenó marcar el predio donde se creía que podría haber estado y la instalación de cartelería para su reconocimiento. En 1944, el interventor Adolfo Silenzi de Stagni dispuso la expropiación de 140 hectáreas para su preservación. También contrató al historiador Manuel Lizondo Borda para que dirigiera una comisión que tendría como fin elaborar un plan de salvataje de las ruinas.
Según la documentación con que cuenta el Ente Cultural, en 1955 la provincia acordó con la firma La Agrícola José Ignacio Aráoz SRL la expropiación de 99 hectáreas. El acuerdo también incluía la autorización para que tres familias permanecieran en esa extensión de tierras. En 1965, en la gobernación de Lázaro Barbieri, la arqueóloga Amalia Gramajo de Martínez Moreno, bajo el control de Lizondo Borda, realizó el trabajo de identificación y delimitación de los edificios destacados, en los que ubicó el cabildo y cuatro iglesias.
Finalmente, en 2007, la Provincia inscribió 81,9 hectáreas como propias en el Registro Inmobiliario. En 2010, se inicia un plan para que Ibatín sea un museo a cielo abierto. “La musealización era una necesidad, y para esto se propuso sumar nuevos elementos que permitieran comprender mejor su historia incorporando la información científico arqueológica dentro de una estructura de visita guiada que contribuyera a la interpretación y se integrara a esta nueva infraestructura”, destacó Díaz. Pero en Tucumán siempre hay un pero.
Los problemas
Los profesionales del Ente Cultural elaboraron un informe para denunciar que no sólo se estaban usurpando las tierras, sino que ese avance ponía en riesgo la protección del patrimonio cultural de todos los tucumanos. Observaron estas situaciones:
- De los tres núcleos familiares a los que se les permitió permanecer en el lugar hoy hay seis.
- Se desconoce cuál es el tiempo de vigencia del permiso que se otorgó hace 70 años a los actuales ocupantes.
- Expansión de las tierras destinadas al cultivo en algún lugar. Los profesionales del Ente denunciaron que los arados ya pasaron por al menos el lugar donde está una de las cuatro iglesias ubicadas en las ruinas.
- Instalación de quintas de limones que implican el movimiento de vehículos para su cuidado, extracción de la fruta y traslado de los trabajadores.
- Tala de los árboles de una zona que fue forestada con ejemplares de la flora autóctona para recuperar el aspecto original del lugar en los tiempos de la fundación.
- Movimientos de maquinarias y camiones para extraer la madera por el emplazamiento de las ruinas.
Esta denuncia fue presentada en la Fiscalía de Estado que ya está actuando en el caso. Otros organismos del Estado también intervinieron y esperan definir algunas cuestiones para realizar las actuaciones que correspondan en este tipo de casos.
Las consecuencias
El responsable del Patrimonio Cultural se toma su tiempo para responder cuáles son las consecuencias de estas usurpaciones. “Son incalculables los daños que pueden generar. Por ejemplo, un arado, en promedio, remueve el suelo hasta 30 centímetros de profundidad. Con los proyectos de investigación que se desarrollaron en el lugar sabemos que se encontraron restos a 40 centímetros”, explicó Díaz. “El avance fue tan importante que hasta podríamos decir que están cultivando sobre una iglesia. Es una locura”, destacó.
El arqueólogo indicó que con la pandemia esta situación se agravó considerablemente. “Las restricciones para poder estar en el lugar y la suspensión de las visitas facilitó el avance de la frontera agrícola en la zona. Lo único que pretendemos es que se respeten los límites”, comentó.
“La realidad es que se hicieron muy pocos estudios en Ibatín. Hay un mundo de cosas por descubrir y por eso es fundamental preservar”, indicó el funcionario. “Allí se pueden encontrar vestigios de la cultura afroamericana, ya que sabemos que los primeros pobladores tenían esclavos. Lo que se encuentre allí es clave para analizar”, añadió en la entrevista con nuestro diario.
El avance de la frontera agrícola, como la definió Díaz, genera otros problemas. “Los vecinos sueltan sus animales para que vayan a pastar en la zona de las ruinas porque ahí tienen alimentos. Recibimos delegaciones de estudiantes, de chicos con capacidades especiales, jubilados y tenemos terror que les pase algo con estos animales sueltos”, reconoció.
“Es importante que haya una decisión política de recuperar las tierras fiscales y el patrimonio tucumano. En este caso también creo que sería importante tomar otras medidas como limitar la zona para que no volvamos a tener este problema”, finalizó el arqueólogo.
“Detectorismo”: una actividad que nació como pasatiempo y pone en peligro los tesoros arqueológicos
“Detectorismo” es el nombre de la actividad en la que se buscan metales utilizando un detector en cualquier terreno. Este es un hobby que tuvo un importante crecimiento en el país, incluido Tucumán. El predio de Ibatín es uno de los sitios por las personas que se sumaron a este pasatiempo. “Lo que ellos no saben es que está prohibido extraer objetos arqueológicos de ese lugar”, advirtió Osvaldo Díaz, director de Patrimonio Cultural.
“Los muchachos piden permiso y entran. Están horas recorriendo el lugar. Nunca nos dicen qué es lo que encuentran. Cada vez son más lo que vienen. La gente no les dice nada porque no hacen nada malo”, resumió Rosa Jiménez, pobladora de la zona. “Hemos detectado varios pozos en el interior de las tierras del museo. Esa es una evidencia clave de que pasaron por ahí. Ese es otro de los problemas de las ocupaciones en el terreno”, advirtió Díaz a LA GACETA.
En el trabajo “Detectoristas de metales en la provincia de Buenos Aires: reflexiones desde una mirada de género”, las arqueólogas Micaela Grzegorczyk y Virginia M. Salerno sostuvieron: “el detectorismo de metales es una actividad principalmente masculina vinculada al coleccionismo que se ha intensificado durante la última década en nuestro país generando un impacto negativo en el patrimonio arqueológico. Por estos motivos, también se ha incrementado el nivel de conflictividad entre detectoristas y grupos de arqueología, principalmente aquellos vinculados a estudios sobre arqueología histórica y de campos de batalla”.
A nivel mundial hay pocos países que hayan normado esta actividad. Sí existen leyes en España, Reino Unido, Francia y Alemania. El marco legal es prácticamente el mismo: no se puede hacer sin autorización de algún organismo oficial, no se puede realizar en lugares públicos o en zonas permitidas y se deben denunciar los hallazgos.
“Se ha presentado un informe en la Legislatura para que analice el dictado de una ley específica en la materia”, agregó Díaz. “Además es importante aclarar que los pobladores de Ibatín trasladaron todas sus pertenencias y en esa época casi no había elementos de metal porque eran sumamente costosos”, finalizó.
Otra mirada: un lugar de encuentro y de recuerdos para los habitantes de la zona
“Ibatín es visitado y reconocido por la población local como un patrimonio vivo, un patrimonio en constante uso. Los objetos o los sitios no son Patrimonio por el solo hecho de existir y ser antiguos. Estas son valoraciones que a su vez dependen de instancias externas a él, que lo patrimonializan”, sostuvo el director de Patrimonio Cultural Osvaldo Díaz en el ensayo que presentó en un congreso. Allí dejó plasmado que Ibatín es un lugar de encuentro los 31 de mayo, día en el que se fundó la ciudad. “Los pobladores abogan por que se realice un gran festejo, simbólico, coronado con un festival de música, baile y gastronomía. Sin dudas es un evento que congrega a los vecinos de las localidades cercanas vinculadas con el lugar y la fecha. Otro momento es el de la celebración a la Virgen Generala de la Merced, la comunidad Gaucha se encarga de mantener viva la memoria y la fe con actos sencillos, emotivos y marcados de una veneración histórica”, señaló.
“En el sur es un lugar muy preciado por todos. Hay una ley para que esa fecha los gobernadores la visiten y reconozcan su importancia histórica. Lamentablemente esto se fue perdiendo con el paso de los años”, destacó el monterizo Hernán Jiménez. “Me da mucha pena lo que me está contando. No se puede creer que haya personas que quieran adueñarse de eso”, agregó el hombre de 75 años.
“Lamentablemente en este Tucumán nada me sorprende. Todos se escandilizan por lo que sucede en El Mollar y en El Cadillal, pero no hubo tanta polémica porque unos vecinos de Yerba Buena se apoderaron de un terreno que estaba destinado a una comisaría”, explicó Julieta Ibáñez. “Espero que esto no sólo sean amagues de las autoridades y que alguna vez se ponga algo de orden”, finalizó la docente.