El caso del joven de 26 años que fue encontrado dentro de un contenedor de basura en Mitre al 700 conmocionó a todos y dejó al descubierto una realidad silenciada en Tucumán. Lejos de tratarse de un hecho aislado, el psicólogo social Emilio Mustafá advirtió que esto es solo una expresión más de la profunda crisis social que atraviesa la provincia y el país.
Este tipo de situaciones, explica Mustafá a LA GACETA, es la evidencia palpable de un fenómeno que se viene consolidando desde hace más de una década: la pobreza e indigencia estructural. “Hay personas que recolectan cartones y vuelven a sus casas en los barrios. Pero también hay otras que no tienen adónde volver, que buscan en la basura no solo materiales, sino comida, o incluso refugio para dormir”, detalla.
Dormir dentro de un contenedor no es una elección. Es la consecuencia más extrema de una sociedad cada vez más desigual, en la que se ha empezado a naturalizar lo inaceptable. “Estamos asistiendo a un proceso de deshumanización. Ya no nos conmueve ver a alguien durmiendo en una vereda o en una plaza. Nos acostumbramos. Y eso es peligroso”, señala Mustafá.
El fenómeno no se agota ahí. A la pobreza se suma otro factor clave: los consumos problemáticos. Muchas personas en situación de calle enfrentan enfermedades de salud mental graves, en combinación con adicciones. “En muchos casos ya han perdido su núcleo de contención familiar. Viven una devastación subjetiva. La droga, muchas veces, se transforma en el único sostén para enfrentar el hambre o el frío”, reflexiona el especialista.
Según el psicólogo, el crecimiento del narcotráfico en los barrios populares no puede analizarse únicamente desde el prisma de la seguridad. “El narcomenudeo es un fenómeno social que comenzó a consolidarse alrededor de 2007. Hoy, los transas no son extraños: son parte del entramado barrial, referentes para algunos sectores que, ante la ausencia del Estado, recurren a ellos como prestamistas o incluso como ayuda social”.
Las políticas de ajuste y el retiro del Estado de los territorios más vulnerables han contribuido a agravar la situación. “No estamos de acuerdo con el discurso que plantea que el Estado debe retirarse. Las adicciones son un problema de salud mental que necesita abordajes integrales, no solo detenciones. Llenar las comisarías con chicos enfermos no resuelve nada”, advierte Mustafá.
Mientras tanto, en las calles tucumanas, muchas familias con carritos siguen saliendo cada noche a buscar cartón. Algunos, a trabajar. Otros, a sobrevivir. Y algunos, simplemente, a buscar un rincón en un contenedor para escapar del frío.
Dormir entre la basura, comer de ella, vivir en ella. Una postal devastadora que, como dijo Mustafá, ya no impacta como debería. Y ese, quizás, sea el síntoma más grave de todos.