
“En esas condiciones no se vive, se sobrevive”. La frase de Emilio Mustafá, psicólogo social y especialista en adicciones, pone en palabras la realidad que vive Tucumán.
El jueves, alrededor de las 8.30, un joven de 26 años en situación de calle fue compactado por un camión recolector de residuos de la empresa 9 de Julio, mientras dormía dentro de un contenedor de basura. El chofer del camión y sus compañeros lograron frenar el mecanismo a tiempo para salvarle la vida. Rescataron al joven, que fue trasladado de urgencia al hospital Padilla. Según el último parte médico brindado por el director del centro asistencial, Mario Sardón: “Está estable y con pronóstico reservado. Continúa en terapia intensiva cerrada. Se le realizó una tomografía de abdomen pero no se encontraron modificaciones de los resultados de ayer”. Se encuentra lúcido y orientado, con soporte de oxígeno y bajo tratamiento analgésico, pero su estado es reservado, detalló.
Síntoma de la exclusión
“El lamentable caso del joven accidentado es la expresión de un síntoma social”, explicó Mustafá a LG Play. En su análisis, subrayó que el hecho no debe tratarse como un caso aislado. En las calles de la capital, según observaciones del profesional, se puede ver a muchas personas durmiendo en veredas, plazas o refugios improvisados, como en este caso, un contenedor.
El especialista describió el escenario: “Este proceso no es actual, sino de la degradación de la estructura social de más de una década, en donde se consolidó la indigencia estructural”.
Refugio y trampa
Mustafá diferenció dos perfiles dentro de la marginalidad urbana. Por un lado, quienes buscan una fuente de ingresos recolectando cartones. Por el otro, personas que viven directamente en la basura. “En esa población que vive en las calles hay quienes tienen problemas de salud mental como esquizofrenia o están en situación de consumo”, dijo.
Deshumanización
El psicólogo advirtió sobre la creciente naturalización de estas situaciones. “Se está dando un proceso de naturalización de esta problemática, también un proceso de deshumanización que se consolidó últimamente en la Argentina con los discursos de odio”. Insistió en que se trata de un fenómeno complejo que requiere respuestas integrales: “Es un problema social y como tal las soluciones tienen que ser sociales y políticas”.
Consumir y no sentir
Mustafá resaltó que muchas personas que consumen drogas en la calle lo hacen por necesidad de supervivencia: “La sustancia aparece como único sostén para sacar el hambre, para no sentir frío”. Explicó que aquellos que perdieron su vínculo con la familia, o incluso su barrio, terminan atrapados en un circuito de marginalidad sin salida.
Por otro lado, existen personas en consumo que aún conservan su hogar y su entorno, pero también están expuestas a los efectos de una realidad cada vez más adversa. “Hoy los dealers y ‘ranzas’ son referentes barriales. Hace años la venta de droga se daba por fuera de los barrios. Es decir que ganaron un lugar en la trama vincular comunitaria”, indicó el experto.
La respuesta del Estado
Lucas Haurigot Posse, secretario de Estado de Políticas Integrales Sobre Adicciones de Tucumán, señaló que hasta el momento no contaban con información oficial sobre el joven internado ni sobre su familia. “Se rumorea que tiene problemas de adicciones pero todavía no tenemos información oficial del muchacho. En el Padilla hay un servicio de salud mental y adicciones que evalúan esas situaciones”.
Subrayó que la situación de calle no se elige. “Nadie elige vivir en la calle. Esa situación extrema se da por diferentes motivos que empujan a las personas a terminar allí y no es tan fácil sacar a la gente de la situación de calle”.
Centros de atención
El funcionario explicó que la Secretaría trabaja de manera ambulatoria a través de seis Centros de Atención Primaria en Adicciones (Cepla) ubicados en distintos puntos de la provincia.
En lo que va del año, se realizaron 2.876 prestaciones entre entrevistas y asesoramientos a 487 nuevos pacientes.
Respecto a la atención de personas intoxicadas, detalló que en los refugios estatales se evalúa si el ingresante está bajo efectos de alguna sustancia. “Si se considera necesario, se deriva a la persona al hospital del Carmen, al Padilla o al Obarrio”.