El día que Lauda priorizó su vida en el GP de Japón y perdió el campeonato de la Fórmula 1

El día que Lauda priorizó su vida en el GP de Japón y perdió el campeonato de la Fórmula 1

El 24 de octubre de 1976, el austriaco se retiró de la competencia después de un pacto entre pilotos. Hunt, que participó del arreglo, continúo en pista y se coronó como campeón del mundo.

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ABANDONO. Lauda se retiró del autódromo de Fuji y se marchó hacia el aeropuerto con su esposa. ABANDONO. Lauda se retiró del autódromo de Fuji y se marchó hacia el aeropuerto con su esposa.
04 Abril 2025

El Gran Premio de Japón es especial y tiene un plus diferente a los demás. En octubre de 1976, el país asiático se convirtió en la meca del automovilismo. El autódromo de Fuji —más conocido como Fuji Speedway— albergó la última fecha de la temporada y, en consecuencia, la definición del Campeonato de Pilotos. Una jornada marcada por la inestabilidad climática, los accidentes, un pacto entre protagonistas, una traición, el drama y un campeón inesperado.

Niki Lauda era el gran favorito. El austríaco, campeón defensor de la corona, llegaba como líder con 68 puntos a la última carrera: había ganado cinco pruebas, sumado dos segundos puestos y acumulado dos terceros. Una temporada casi perfecta, de no haber sido por el accidente en el Gran Premio de Alemania, en Nürburgring, donde estrelló su Ferrari contra el guardarraíl y el auto se incendió. Lauda quedó atrapado en el cockpit —el habitáculo del monoplaza— sin el casco, y fue asistido por sus colegas Arturo Merzario, Brett Lunger, Guy Edwards y Harald Ertl, quienes lo rescataron de la Ferrari en llamas tras permanecer casi un minuto dentro del vehículo a 800 °C. Uno de los episodios más dolorosos de la “Máxima”, que lo obligó a perderse dos fechas. La escudería italiana, incluso, contrató a Carlos Reutemann para reemplazarlo en caso de que no pudiera seguir compitiendo.

“Lole” era una de las jóvenes promesas de la categoría, aunque solo disputó una carrera con la indumentaria roja esa temporada: el GP de Monza, fecha en la que Lauda regresó y finalizó cuarto. Ese resultado fue prueba de que mantenía su hambre competitivo y quería quedarse con su segunda corona en la Fórmula 1.

James Hunt, de McLaren, era su principal competidor. El británico se había acercado a Lauda en la tabla después de lograr buenos resultados en los Grandes Premios de Austria (4°) y Países Bajos (1°). Así, llegaba en el segundo puesto con 65 puntos y tenía la oportunidad de destronar al campeón.

El sistema de puntuación era diferente al actual: el ganador sumaba nueve unidades, el segundo seis, el tercero cuatro, el cuarto tres, el quinto dos y el sexto solo una. Hunt, por lo tanto, necesitaba sacarle al menos cuatro puntos a Lauda para consagrarse campeón.

El pacto

El domingo 24 de octubre de 1976, el autódromo de Fuji fue azotado por un gran diluvio y un monzón —un fuerte viento característico del sudeste asiático— que impedía demostrar el rendimiento de los pilotos. Lauda fue el primero en salir a pista: dio una vuelta y regresó a boxes para informarles a Daniele Audetto y Mauro Forghieri, directores de Ferrari, que era imposible competir en esas condiciones. Hunt había declarado en consonancia con el austríaco: “Si esto continúa así, no correremos”.

El mal tiempo motivó la convocatoria de una reunión con el director de carrera, el japonés Yoshihiro Yasumoto. La charla no duró mucho: la mayoría de los pilotos no quería correr. Las únicas excepciones fueron Clay Regazzoni (compañero de equipo de Lauda), Ronnie Peterson, Vittorio Brambilla y Jacky Ickx.

LARGADA. Andretti, de Lotus, salió desde la pole; Hunt comenzó la carrera en el segundo puesto; Lauda, tercero.

Bernie Ecclestone, el mandamás de la Fórmula 1, se hizo presente en la carrera para ofrecer una solución salomónica. El británico, con el objetivo de no perder dinero por los derechos de televisión y las publicidades, propuso largar la competencia y detenerla después de unas vueltas. Todos los pilotos estuvieron de acuerdo con esta alternativa, tras dos postergaciones de la largada.

Lauda estaba decidido a dar una vuelta y luego detenerse. La luz era otro factor a tener en cuenta: si se dejaban pasar las horas, el cielo se oscurecería y eso representaría un nuevo problema para la organización.

Hunt llegó a boxes de McLaren y comunicó el acuerdo. Alastair Caldwell, director deportivo de la escudería británica, le advirtió que, si cumplía con el pacto, lo perdería todo. Más allá de eso, Hunt habría desestimado sus intenciones de competir en una entrevista con la prensa inglesa: “No tengo intención de correr. No puedo. Daré solo algunas vueltas”, declaró.

La carrera

Mario Andretti partía desde la pole. A su lado estaba Hunt, mientras que Lauda largaba desde la tercera posición. El británico tomó la punta de inmediato, aunque en las imágenes casi no se podían distinguir los monoplazas.

El primero en detenerse fue Larry Perkins. Lauda dio dos giros y luego abandonó. “Mi vida vale más que un campeonato mundial”, diría después. Forghieri justificó la retirada alegando un problema en el motor, para evitar la ira de Enzo Ferrari. Juan Carlos Pace y Emerson Fittipaldi fueron los únicos que cumplieron el pacto. El resto decidió seguir corriendo.

La lluvia cesó en la vuelta 24 y la pista empezó a secarse. Al completarse la vuelta 32, Lauda se subió a un vehículo y se trasladó al aeropuerto junto a su esposa, Marlene. La prensa italiana calificó al austríaco de cobarde por esa decisión.

Hunt continuó en carrera y, a cinco giros del final, sufrió la rotura de un neumático. Tuvo la fortuna de que el percance ocurrió al final de la vuelta, lo que le permitió ingresar a boxes; los mecánicos tardaron 20 segundos en cambiarlo. El piloto de McLaren protagonizó una gran remontada y terminó en la tercera posición, sumando así los cuatro puntos necesarios para coronarse campeón mundial.

Lauda, por su parte, tendría revancha al año siguiente, cuando se consagró campeón mundial con Ferrari. El austriaco falleció en 2019. Hunt, por su parte, murió el 15 de julio de 1993.

El GP de Japón, de este modo, albergó una de las carreras más memorables de la historia de la Fórmula 1. Una competencia que combinó un cúmulo de sensaciones para los automovilistas y puso a prueba sus capacidades, dentro y fuera de la pista.

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