
El hockey infantil en Tucumán es víctima de su propio éxito: los clubes tienen lista de espera y escasa infraestructura
La popularidad del deporte choca con la falta de infraestructura y la tradición de pertenencia a ciertos clubes, lo que genera un desafío para la Asociación. ¿Cómo se equilibra el crecimiento con la necesidad de mayor acceso?
“Hay lista de espera, no puede empezar a jugar inmediatamente”. La respuesta se repite en varios clubes de nuestra provincia cuando una niña pretende iniciarse en el deporte del palo y la bocha. Lo que sucede en el hockey tucumano es bastante particular, tiene eso de un “lindo problema” por resolver, porque se ha transformado en uno de los más populares; una de las actividades deportivas en la que los más pequeños se inician, no tanto por elección, sino por gusto de sus padres que practicaron el deporte o desean mantener un vínculo con el “club de toda la vida”.
Por lo que sea, el hockey se juega y mucho en Tucumán; al punto que hay clubes que tienen lista de espera en las divisiones infantiles. Aunque, claro, hay otros a los que les falta gente.
Sucede que desde el “boom” generado por Las Leonas allá por el año 2000, cuando ganaron la medalla de plata en los Juegos Olímpicos, la curva de crecimiento fue siempre en ascenso. Motivación es lo que sobra y la tarea no tiene que ver con captar la atención como pasa en otras disciplinas, sino en ordenar y contener semejante ímpetu.
La misión es difícil porque el hockey es asociado con el éxito de alto rendimiento. Es altamente seductor jugar al deporte de campeones y campeonas mundiales o de medallistas olímpicos. El detalle pasa en que para llegar a ese nivel se necesita de una infraestructura que muchos clubes no tienen y, para tenerla, deben realizar una inversión económica significativa. Así como sobran jugadores, también hay muchísimas ganas en los clubes y en la Asociación para equilibrar la situación.
Todo comenzó cuando Argentina ganó la medalla en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Si bien antes de ese hecho ya se jugaba, el logro inesperado y que tuvo matices épicos generó una idiosincrasia con valores deportivos y humanos cautivadores. El hockey sobre césped se popularizó, los éxitos se sucedieron y con ellos la población de jugadoras, sobre todo en damas, creció. En el caso de los varones fue un poco más lento y el ascenso de la curva no fue tan abrupto. El hockey nacional pasó a ser el hockey de Las Leonas.
El hockey tuvo su origen en el césped natural. Con el paso de los años, cuando comenzaba la década de los 70, la evolución en la superficie comenzó a producirse hasta lo que se conoce actualmente: canchas con alfombras sintéticas montadas en bases específicas. Con la aparición de este tipo de canchas cambió el cuidado que podía darse de un modo natural y más simple, a otro más complejo y sofisticado. La era sintética arrancó en los Juegos de Montreal 1976 y con ese cambio infraestructural, para ser un jugador competitivo es necesaria una cancha de ese tipo. Por ese motivo, en los clubes que tienen esa superficie la demanda es mucho mayor.
La radiografía
Según el relevamiento de la Asociación Tucumana de Hockey la distribución de las canchas es la siguiente: dos montadas en Tucumán Rugby y Natación y Gimnasia (una con base de arena y otra de agua en cada caso); dos en San Martín (ambas de arena) y una en Universitario, Cardenales, Huirapuca, La Querencia, Monteros Vóley, Aguará Guazu, Villa Mitre, Lawn Tennis, Jockey Club, Los Tarcos, Central Córdoba (arena) y una en Lomas de Tafí, en el club Sitravi y Corsarios (césped natural).
Los clubes dividen por bloques a sus equipos. Algunos llegan a tener cinco, por lo que los tiempos de entrenamientos son difíciles de coordinar; y es lo que genera las listas de espera para el ingreso de niñas o niños a las instituciones. Una muestra de responsabilidad en la formación deportiva porque podrían recibir masivamente, pero la filosofía es dar tiempo de calidad a los jugadores. “Tratamos de unificar y formar a todas las nenas por igual. Si tuviéramos la estructura, incluso se podría formar otro bloque. Es difícil tener que dejarlas afuera”, lamentó Noemí López, coordinadora del hockey infantil en Jockey Club. “Es un tema que atraviesa a todo el hockey del país, sólo que con distintos matices y soluciones diferentes. Hay clubes que tienen terrenos y dinero para crecer en infraestructura y lo están haciendo”, expuso su perspectiva María Luisa Santamarina, presidenta de la Asociación Tucumana de Hockey. “Tiene que ver también con las expectativas de los padres y los éxitos deportivos de esos clubes en dónde buscan asociar a sus hijos”, agregó.
La situación es positiva porque muestra la popularidad del deporte que puede ser perfeccionada. “Hay que crecer en infraestructura, tanto de canchas como de entrenadores y lo que significa el acompañamiento. El de nosotros como dirigentes, prensa, el Estado…”, analizó la directiva que recientemente asumió su segunda gestión. “También la Confederación Argentina de hockey sacó un plan en conjunto con la fábrica Forbex, estilo plan de ahorro, para comprar las alfombras”, aseguró Santamarina.
La tradición
Cuando se genera un sentido de pertenencia hacia un club, usualmente eso no se termina en una persona cuando abandona la actividad deportiva. Pasa de generación en generación; de padres a hijos, entre hermanos, primos... Se planta una semilla en el grupo familiar tan profunda que es imposible extirparla. La sobrepoblación de jugadores de hockey podría o debería provocar una especie de fenómeno en la actividad relacionado a una apertura, a una flexibilización. “A veces está hasta mal visto que te vayas del club ‘familiar’, por más que eso signifique un crecimiento”, reconoció Natalia Reinoso, coordinadora del hockey infantil de Corsarios.
Es conmovedor que las tradiciones se mantengan, no sólo deportivamente sino en cualquier aspecto de la vida. Pero el “lindo problema” requiere una modificación en este sentido y tiene que ver con lo básico: jugar un deporte sin importar dónde. Así, los clubes que tienen las canchas reglamentarias necesarias para una correcta formación inicial probablemente dejen de tener listas de espera y aquellos a los que les faltan jugadoras recibirían al resto.
En la misma línea que Corsarios está Cardenales. Al club de la avenida Silvano Bores le vendría bien elevar el número de jugadores infantiles. “Entre niños y niñas tenemos unos 60 jugadores”, estimó Esteban Bonano. Él forma parte del sector administrativo del hockey infantil, es hincha y jugó al rugby en en el club. Y sus dos hijas y el hockey lo mantuvieron en el club desde otra perspectiva. “No es bueno para el desarrollo del deporte”, expuso. “Algunos dejan de jugar por esa sobrepoblación. Juegan pocos minutos y no vuelven. En nuestro caso creo que tiene que ver con la ubicación geográfica y el crecimiento de los clubes hacia el oeste. Por eso no tenemos esa suerte de tener que implementar una lista de espera. Eso es algo para reflexionar, sobre todo, desde la Asociación”, sugirió. “Somos el club que tenemos equipos en todas las divisiones masculinas, damas y ‘Mamis’. Y hay lugar para todos desde los cinco hasta los 100 años”, remató.
Jugar al hockey es más caro que a otros deportes
“Dichosos esos clubes”, dice Takesi Shiroma con un matiz de sana envidia. En Monteros Vóley tienen cubiertos los planteles, pero en el límite. El club monterizo tiene una amplia gama de actividades para ofrecer a los habitantes de la ciudad del sur tucumano. “Tenemos mucha competencia con las otras disciplinas en el mismo club”, comentó el jugador, director técnico y coordinador del hockey en Monteros Vóley. Otro “lindo problema”, como el de la sobrepoblación de jugadores, se da en el club porque de eso se trata el funcionamiento de una institución deportiva: ofrecer a la comunidad opciones. El sentimiento de Shiroma viene por el lado de querer darle lugar a todos los que están esperando por jugar al hockey en la capital tucumana. En el sur, la inclinación es hacia otras actividades. Si bien la elección sigue siendo por gusto, los costos también definen la actividad que el niño hará. El hockey requiere de una inversión económica mayor que la que implica jugar al fútbol, al vóley o al rugby, entre otros deportes que ofrece el club. “Además, nosotros viajamos dos o tres veces a San Miguel y los costos para alquilar colectivos son elevados”, agregó.
La importancia de contar con canchas adecuadas para poder crecer
Victoria Nazar juega al hockey en la liga universitaria de los Estados Unidos representando a Long Island University. Allí el hockey está en desarrollo, y para formar parte de la elite competitiva es necesario pasar por las competencias universitarias.
Mal no les va porque en pocos años se ganaron un respeto importante. En Estados Unidos prácticamente nadie comenzó jugando en césped natural y tampoco en el sintético. Por una cuestión de infraestructura ya disponible y bastante parecida a las canchas de estándares internacionales, los campos de juego del fútbol americano son los que se adaptan en medidas para jugar al hockey. El césped artificial que tiene caucho a Nazar le recuerda sus comienzos, cuando jugaba en el pasto del colegio Los Cerros. “Toda superficie sirve para desarrollar habilidades y todo suma. Pero cuando toca competir es el problema. Si estás acostumbrado a una superficie eso se nota. Por lo tanto, es muchísimo más ventajoso tener más horas de cancha en la superficie en la que te toca competir”, analizó.
Pasando en limpio la cancha de fútbol americano es en la que más se recrea lo que sucede en el césped natural. Y en el hockey moderno los gestos técnicos cambiaron justamente por la evolución de las superficies que dan más velocidad en el desplazamiento de la bocha. “Hacer un barrido en césped natural es casi imposible y en la cancha de fútbol americano, igual”, comparó Nazar. El “barrido” es una de las acciones más atractivas visualmente (además de eficaz en la estrategia de juego) que tiene el hockey y nació por la facilidad que otorga una superficie totalmente pareja y plana. De esa manera se juega al hockey en la actualidad, por eso es tan importante comenzar a formarse en una cancha de césped sintético desde las categorías infantiles.