

El primer trimestre del año se cierra con un número que genera cierto alivio entre los responsables del área de Seguridad. Hubo una baja de más del 30% de homicidios con respecto al año pasado. Esa cifra puede ser una de las disminuciones más significativas a nivel nacional, ya que en otras jurisdiciones del país los índices de asesinatos se han disparado, especialmente en la provincia de Buenos Aires.
Como se dijo en más de una oportunidad, los números de homicidios son indiscutibles por una sola razón: no existen cifras en negro porque las muertes no pueden “taparse”. Según los datos oficiales, en nuestra provincia se registraron 11 crímenes en lo que va del año, cinco menos que los 16 contabilizados en el mismo período de 2024. Es el guarismo más bajo de los últimos ocho años.
Al analizar los móviles de los crímenes surge otro dato relevante. En este trimestre se registraron dos homicidios en ocasión de robo, es decir, personas que perdieron la vida por un delito de inseguridad. Ese número es clave, no sólo porque representa la mitad de lo que se contabilizó el año pasado, sino que es justamente el tipo de homicidios que alteran los ánimos y generan todo tipo de discusión en otras jurisdicciones del país.
Aunque tuvo una mínima reducción con respecto al año pasado (de cinco casos pasaron a ser cuatro), la violencia vecinal sigue siendo la principal causa de las muertes violentas en la provincia. Lo mismo sucedió con los homicidios por violencia intrafamiliar que, según los informes oficiales, pasaron de tres a dos casos. Justamente estos son los índices que preocupan a las autoridades porque normalmente ocurren en el lugar y en el momento menos esperado.
Política
La gran pregunta es qué políticas aplicará el Gobierno para mantener esta tendencia. El jefe de Policía Joaquín Girveau ya adelantó que profundizará las tareas de saturar las calles con efectivos policiales y repetir los recorridos de columnas de uniformados por los barrios. En otras palabras, el conocido popularmente como “trencito”, seguirá circulando por las calles de la provincia. “No son casuales, están organizados para realizar prevención en los lugares que consideramos necesario por los datos que surgen de los ilícitos que se cometen”, indicó. También adelantó que la mayoría de los casi 1.000 policías que ingresen a la fuerza en estos meses pasarán a formar parte de los cuerpos de Infantería y que la Provincia adquirirá unos 15 vehículos para trasladarlos. En otras palabras, se redoblará la apuesta por este tipo de operativos.
Este sistema genera polémica en Tucumán. Por un lado, defensores de los derechos humanos y abogados aseguran que son procedimientos ilegales en los que se cometen atropellos, detenciones ilegales, apremios y, según consta en denuncias realizadas por varios profesionales, hasta robos. Los profesionales realizaron varias denuncias ante la Justicia, pero hasta el momento no trascendió que un efectivo haya sido procesado penalmente por estos excesos.
En la vereda de enfrente están los vecinos de San Cayetano, barrio Oeste II, Villa 9 de Julio, Manantial Sur y Lomas de Tafí, entre otros, que no sólo aplauden la presencia de los “trencitos”, sino que piden que sean diarios. “Lo único que te puedo decir es que cuando pasan se acaban las ‘juntaditas’ en las esquinas que siempre terminan mal o los ‘piperos’ que andan caminando por la calle buscando qué robar para seguir consumiendo”, argumentó María Emilia Fernández, vecina del barrio “El Matadero”.
La preocupación
Si bien es cierto que una baja en los índices de homicidios siempre es una buena noticia, hay otros temas que deberían generar preocupación. A la cabeza de esa lista aparece el narcotráfico. Tucumán no es una provincia de frontera, pero corre serios riesgos de transformarse en una. Los narcos saben de la permeabilidad que existe en los controles y se aprovechan de esa situación. Que en el primer trimestre del año se haya quintuplicado el secuestro de estupefacientes en la provincia es prueba de ello.
El ministro de Seguridad Eugenio Agüero Gamboa pronunció una frase que pegó fuerte y, de alguna manera, marcará un rumbo en la gestión de la cartera que conduce. “Indudablemente que los números son importantes y confirman que se está cumpliendo con los objetivos que planteamos al reforzar el Operativo Lapacho. Pero también nos preocupa porque no sabemos cuánta es la cantidad de droga que transita por la provincia”, sentenció.
El Gobierno piensa recorrer dos caminos. Primero buscará la manera de fortalecer los controles en los puestos fronterizos de la provincia. En principio, desplazará más hombres, adquirirá tecnología y apostará a otras herramientas como un campo de entrenamiento de perros en Las Talitas. También hará gestiones para fortalecer el funcionamiento de un comité de fuerzas de seguridad federales y policías provinciales para lucha de este y otros delitos. De nada sirve que Tucumán endurezca la tarea si en Salta y Jujuy -principales puertas de ingreso de la cocaína al país- son permeables.
Las autoridades saben que si la provincia se transforma en una base narco del NOA aumentaran los ilícitos. En un lugar copado por esta actividad ilícita se incrementan los robos, los secuestros extorsivos, los homicidios y la corrupción en todos los ámbitos.