Consumo problemático: “El joven que juega es un emergente de su entorno”

Consumo problemático: “El joven que juega es un emergente de su entorno”

EXPERIENCIAS COMPLEJAS. Gabriela Insúa alerta que “la violencia está en todos lados” y es imposible aislarse.

La psicoanalista Gabriela Insúa alertó sobre las apuestas online entre los adolescentes: “es un problema de la familia y de la sociedad”.

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30 Marzo 2025

El cierre, realizado ayer, de las Primeras Jornadas Regionales de Psicología que reunieron a profesionales del NOA, permitió abordar uno de los temas más sensibles en torno a la adolescencia actual.

La conferencia “Cuando jugar ya no es un juego. Sujeto adolescente, familia y sociedad frente al consumo problemático en el juego” estuvo a cargo de la reconocida psicoanalista y psicóloga Gabriela Insúa. Ante una sala colmada en el Hilton Garden Inn con más de 400 personas, comenzó su exposición con una frase de Nietzsche: “La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño”.

Insúa, nacida en Buenos Aires y recibida en 1983, es escritora de varios libros y coordina el equipo de abordaje del acontecimiento traumático en el Centro 2, Instituto Psicoanalítico de su ciudad de Buenos Aires. Además, es supervisora de psicólogos y psicólogas en hospitales, con especial atención en adolescencia y trauma. Su presencia en la provincia es una constante: “Tucumán es como mi casa. Hace 18 años que suelo venir todos los años en octubre o noviembre, me encanta ver los lapachos en flor”, le dice a LA GACETA en el comienzo de la entrevista.

- Titulaste tu exposición con la palabra juego y no con ludopatía. ¿Por qué?

- Hablé sobre lo que suele llamarse “ludopatía” en adolescentes, aunque prefiero no usar ese término porque lo encierra en una patología individual. En realidad, el consumo problemático del juego es un problema social y familiar. El adolescente que juega compulsivamente es un emergente de su entorno. Hoy hay una proliferación de apuestas online, encierro, soledad y depresión y es un tema acuciante.

- El juego no es malo en sí mismo; ¿qué es lo que lo vuelve problemático?

- Exacto. No podemos demonizar el juego. El problema es lo que provoca, cómo se usa y cuáles son las herramientas que le damos a los adolescentes para enfrentarlo. No se trata de sacarle el celular o apagarle la computadora, sino de acompañarlos, preguntarles qué está pasando y analizar qué sociedad estamos construyendo.

- En Tucumán recientemente hubo episodios de violencia escolar. ¿Cómo se vincula esto con el entorno social?

- Vivimos en una sociedad violenta. Los adolescentes no están aislados de ese contexto. Hoy el odio y la violencia están en todos lados: en las redes sociales, en la televisión, en la vida cotidiana. La violencia aparece cuando la palabra falla. Por eso, además de programas de Educación Sexual Integral (ESI), es clave tener espacios de diálogo y convivencia en las escuelas. Cuando hay conflictos, hay que intervenir a tiempo, antes de que el chico llegue a sacar un arma o golpear a un compañero.

- En tanto padres, ¿cómo podemos entender la relación de los adolescentes con la tecnología y el juego?

- Los adultos de mi generación no crecimos con tecnología y nos cuesta entenderla. Pero en vez de rechazarla o prohibirla, debemos acompañar a los adolescentes, preguntarles, estar presentes. También es importante preguntarnos qué transmitimos nosotros con nuestras propias actitudes. Si queremos que nuestros hijos no sean violentos, también debemos revisar cómo nos relacionamos nosotros.

- En tus 40 años de experiencia, ¿qué te cuentan los adolescentes que enfrentan problemas con el juego?

- Al principio no lo reconocen como un problema. Pero cuando lo hacen, dicen que ya no pueden parar. Lo que comenzó como un refugio ante una pelea, terminó convirtiéndose en algo que los consume. Es un proceso doloroso, pero hay salida. Acompañé a jóvenes que a los 15 años jugaban compulsivamente y hoy, con 21 o 23, están estudiando y trabajando. Pero no es un cambio mágico: requiere esfuerzo, conciencia y apoyo familiar.

- ¿Qué mensaje quisieras dejar a los profesionales, familias y jóvenes que están preocupados por este tema?

- Que hay salida, siempre. Pero que no se trata solo de prohibir o sancionar, sino de entender. Desde el título de mi charla quiero rescatar la importancia del juego en la vida. Necesitamos hablar, acompañar y, sobre todo, generar espacios donde los adolescentes puedan poner en palabras lo que les pasa antes de que la violencia y la angustia los desborde (Producción periodística: María Garzón Príncipi).

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