Como peatón atolondrado, el gobierno de Milei tropieza y vuelve a tropezar

Como peatón atolondrado, el gobierno de Milei tropieza y vuelve a tropezar

Por Hugo E. Grimaldi para LA GACETA.

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29 Marzo 2025

La figura es simple. Se trata de alguien que desea cruzar una calle y que pone un pie debajo del cordón, se le tuerce algo el tobillo y entonces, comienza una seguidilla de tropezones que pueden terminar muy mal si se salen de control. A esta altura del año y por primera vez en 15 meses, al gobierno libertario se le notan las dificultades que tiene para mantener la vertical. Ha bajado el copete, pero igual le entran algunas balas y la fiabilidad que, con mucho de justicia, le genera Javier Milei a mucha gente, sobre todo por haber controlado la inflación con una reducción más que significativa del déficit y la emisión monetaria, se ha empezado a diluir bastante.

Las encuestas marcan que es poco el desgaste aún, pero la seguridad de que va a mantener la vertical se ha puesto entre paréntesis. En la medición de marzo, el Índice de Confianza en el Gobierno que elabora la Universidad Torcuato Di Tella registró una nueva caída de lo que le genera a la sociedad el actual momento y es la cuarta mensual en forma consecutiva. Éste es un dato generalmente predictor que suele marcar que, cuando ese atributo mengua, el oficialismo pierde las siguientes elecciones. Los políticos conocen y temen esta correlación.

La confianza que en declive puede parecer un concepto abstracto en su esencia, en la práctica tiene aplicaciones muy concretas, ya que no sólo es una cualidad intangible sino también una herramienta poderosa para influir, educar y fortalecer los vínculos entre un gobierno y la ciudadanía. Es la que permite transmitir valores o sea dar con mayor certeza la llamada batalla cultural y se sabe que además, en términos económicos, tiene un impacto crucial y muy tangible, ya que no solamente se trata de un valor abstracto, sino de un recurso estratégico que puede influir directamente en el desempeño de un país, vía seguridad jurídica y atracción de inversiones.  

Si se trata de apoyar en números este momento de tropiezos constantes del gobierno nacional, lo más relevante es que el Gobierno fue calificado por los encuestados de este mes con 2,42 puntos sobre 5, lo que representa un retroceso de 5,4% con respecto a febrero, cuando midió 2,56. También hay que notar que el escaloncito negativo se parece a una tendencia, ya que se repite desde diciembre para acá. Otro dato que encendió las alarmas en la Casa Rosada es que el promedio del mandato actual marcaba 2,53 y que este número de marzo está por debajo.

El nivel de credibilidad en el descenso registrado representa “el tercero en orden de magnitud” de toda la actual gestión, “sólo superado por los ajustes de confianza mensuales de enero de 2024 (-8,7%) y de septiembre del mismo año (-14,8%), en relación a los meses anteriores”, marcó la UTDT en un Informe. El derrape no tiene tanto que ver con la receta económica aplicada tras el desmoronamiento del régimen kirchnerista, sino porque  algunas ejecuciones libertarias son directamente chapucería pura, cuando no institucionalmente reprobables.

Hay cierta fatiga en el propio gobierno nacional y la oposición parece que aprovecha el mal momento mucho mejor que el oficialismo, hoy enroscado y bastante mediocre en varias áreas. Pese a sus propios líos, en la interna bonaerense sobre todo, Cristina Kirchner parece haber renacido de las cenizas a la hora de confrontar, ya que su experiencia, su insuperable dialéctica y su notoria capacidad para reciclarse es un activo que el menor rodaje del Presidente en política aún no tiene. Aunque es una deteriorada rival, igualmente CFK le sirve a Milei para polarizar.

 La multiplicidad de obstáculos políticos que ha tenido que superar el Gobierno (desgaste sobre desgaste) comenzó con aquel desafortunado discurso del Presidente en Davos (23/1) y fue una bisagra coexistente con los primeros atisbos de baja de la confianza. “Para qué hablar de la cultura woke, si en Davos hay que pasar la gorra”, se debe haber preguntado más de uno. A eso, le siguió el affaire $LIBRA con el fatídico posteo de “difusión” de la criptomoneda en la red X, un hito que emporó considerablemente a la hora de medir la confianza con su retractación posterior, cuando Milei confesó que no estaba “interiorizado” del tema (14/2).   

Los traspiés posteriores se le fueron encadenando y algunos aún están vivos en relación al Congreso, ya sea del lado de adentro por el deshilachado discurso presidencial de apertura de las sesiones (1/3) como afuera, por el desborde represivo del 12/3. También se dieron una serie de peleas a telón abierto que los libertarios encararon con el mismo (o peor) poco tino que la política tradicional, como si hubiesen querido marcar el terreno para el nacimiento de una nueva casta. Desde lo formal, hay una multiplicidad de temas importantes que se han tratado (el DNU para aprobar las negociaciones con el FMI) y otros que esperan en Diputados y en el Senado para ser discutidos (los pliegos de candidatos para la Corte, el Ficha Limpia, etc.).

Javier Milei

Más allá de la cronología que supone la enumeración lisa y llana de los problemas que se fue comprando el propio Gobierno (sin considerar el Presupuesto 2025 nunca remitido al Legislativo), lo más duro viene por el lado de la ejecución del día a día, ya que como casi no se admite el disenso puertas para adentro del “triángulo de hierro” y todo pasa por ese embudo, LLA no tiene equipos y así no los va a tener. En tanto, algunos funcionarios con más experiencia hacen malabares para no salirse de la ruta y para que las cosas aguanten hasta diciembre. El Congreso es un hoy un barco a la deriva y en temas cambiarios y financieros, Economía parece hoy una máquina de repetir errores del pasado. 

El ministro Luis Caputo es alguien con mucha experiencia –muchísima más que el Presidente- en temas de mercados. Más allá de su actuación en tiempos de Mauricio Macri, es alguien que alguna vez se sentó a operar y sabe de memoria que contra el mercado no se puede. Ése es su mayor activo, ya que él tiene el feeling de operador, aunque se ha emperrado en pulsear y en tirar al ruedo cifras, como las del FMI, sin mayores detalles. “El panorama sigue incompleto, ya que no se ha delineado una hoja de ruta sobre el régimen cambiario”, planteó el banco JP Morgan.

A la City, el ministro le dio negocios por un tiempo con el carry trade (ganancia en dólares por colocaciones en pesos), con venta de divisas que el Banco Central sumó a las Reservas como si fuese un préstamo y que se está devolviendo (camino inverso), cuando se sugirió que había que empezar a salir. Por eso, aquella suba y ahora, la presente baja, pero Caputo jamás salió a explicarlo (de afuera del Gobierno, tuvo que hacerlo el economista Ricardo Arriazu) y eso ha generado recelos hasta en doña Rosa.

La confianza como valor a transmitir, tiene un significado profundo en varios planos, ya que se refiere a la capacidad de los gobiernos de generar con sus promesas seguridad y credibilidad entre los ciudadanos, a través de acciones transparentes, justas y coherentes. Cuando hay un gobierno que inspira confianza, hay mayor propensión de la sociedad a creer en la integridad de sus líderes, en la eficacia de sus políticas y en la disposición para actuar en el mejor interés de todos.

Pero la certidumbre los gobiernos no sólo la construyen con las palabras, sino principalmente con hechos: siendo respetuosos con las instituciones, cumpliendo los compromisos y siendo apegados al respeto por los derechos individuales y colectivos, a la rendición de cuentas y a la creación de un entorno donde prevalezca la justicia y el bien común. Además, la confianza tiene el poder de fortalecer la cohesión social y generalmente facilita la cooperación entre el gobierno y la sociedad mientras se estimula el desarrollo y la estabilidad política.

Con la confianza a full se atraen inversiones y es obvio que eso se traduce en más empleo, innovación y desarrollo. La confianza en las políticas económicas y fiscales ayuda a mantener la estabilidad en los mercados financieros y con ella, las tasas de interés tienden a ser más bajas. Además, cuando las personas confían en el futuro económico, se sienten más seguras para gastar e invertir, lo que estimula la economía. En cambio, su declive puede llevar a una contracción del consumo y a un aumento del ahorro, por las dudas. En tanto, los gobiernos que demuestran ser transparentes y fiables tienden a mantener acuerdos comerciales sólidos y estables, lo que potencia las exportaciones y sostiene las Reservas.

Por eso, las mediciones que ahora viene en baja no son algo abstracto ni hay que tomarlas a la ligera, sino que miden un activo social, pero también un motor económico. Es el modo de anticiparle y advertirle a quien tropieza al bajar un cordón que puede llegar a terminar con la cara estampada en el asfalto.

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