

Muchos están angustiados. Algunos padecen acosos por las redes. Otros viven situaciones traumáticas en sus casas. Cargan con dolores que les cierran los puños. Por eso, no retroceden ante la idea de un enfrentamiento. No se sorprenden si un amigo se ahoga en el alcohol hasta perder el control. Y no se alarman cuando alguien sufre un hecho de violencia.
“Lo charlamos en clase hoy. Iba a pasar en cualquier momento”, dice Brenda, de 16 años, estudiante de un establecimiento céntrico. Se refiere al suceso que impactó a los tucumanos en las últimas horas. En Acheral, un alumno de 14 años fue apuñalado por un compañero durante una pelea. El otro caso que encendió las alarmas de las autoridades se registró en la escuela Leandro Alem, de la capital, donde un adolescente de 13 años fue agredido por varios alumnos y tuvo que ser hospitalizado por los traumatismos que sufrió.
Brenda y sus amigos acceden a hablar con LA GACETA. Es casi mediodía y la plaza Urquiza empieza a poblarse de diferentes uniformes escolares. “Aquí hay peleas casi todos los días”, dice con naturalidad la joven que lleva puesto un delantal blanco. Vaper en mano, continúa con la charla: “yo he visto chicos que traen una navaja o una trincheta”.
“La violencia escolar es un asunto que en el último tiempo se fue agravando, o sea que hay muchos más casos de violencia pero lamentablemente estos no son tan vistos ni tan juzgados porque están de cierto modo disfrazados entre bromas. Y las bromas están muy normalizadas”, aporta Juan Cruz (16), sentado al borde del cantero de un árbol.
Martín, su compañero, cuenta que cuando salen, los fines de semana ya se han habituado a ver enfrentamientos. “Se consume mucho, alcohol sobre todo y marihuana. Eso hace que muchas veces actúen antes de pensar. Es normal que vos salís a una fiesta o a un boliche y siempre hay problemas. No hablo solo de varones, porque las mujeres hoy pelean igual que nosotros”, remarca. Y Brenda le regala una sonrisa cómplice.
A pocos metros de allí está Loana (17), con su pollera tableada y camisa blanca. “Existe mucha violencia en la sociedad, y ya no se respeta al otro como antes. En las casas, dentro de las familias, también hay violencia. Los chicos ven eso y lo aprenden. Cuando llegan a la adolescencia se expresan así. Aparte que es una edad que reaccionan sin pensar”, analiza.
Dónde comienza todo
¿Los docentes hablan de este tema? ¿Están al tanto?, les consultamos. Catalina (17) remarca que sí es algo que se trabaja en clase, al igual que el consumo de drogas, el juego compulsivo y las apuestas on line, enumera.
“Hoy la violencia empieza en las redes sociales. Ahí pasa todo. Los adultos se enteran cuando ya llegan a lo físico. Las redes te dan la posibilidad de agredir a alguien desde el anonimato o desde el sillón de tu casa. Es mucho más fácil que la agresión de frente y así las cosas se van agravando hasta que terminan en un hecho violento”, opina.
“¿Viste lo que subió Lourdes?”, interviene Mateo (17). Se refiere al posteo de una joven en el cual denuncia que sus compañeras la están hostigando. “Ella el otro día se sacó (SIC) y la fue a encarar a otra chica. Casi se arma bardo. Tuvo que intervenir la rectora”, describe.
Para ellos, es común escuchar peleas en los grupos de Whatsapp o ver cómo maltratan a alguien. De hecho, conocen el caso de un chico del colegio que luego de ser acosado por las redes se autolesionó. “Yo no me prendo en esas cosas”, acota Mateo.
Docentes agotados
Desde hace unos años, especialmente después de la pandemia, muchas situaciones se agravaron dentro de los establecimientos escolares. No solo lo relacionado al aprendizaje, también lo que se refiere a las relaciones entre los alumnos y entre ellos y los docentes. Esto quedó en claro en un estudio que realizó Luciana Sánchez Soria en su tesis para recibirse de psicóloga en la UNT.
El trabajo analizó los malestares y síntomas en equipos de educación secundaria de San Miguel de Tucumán. Una de las conclusiones a las que llegó la profesional es que los docentes se sienten agotados por un exceso de demandas no académicas, como intervenir en situaciones de vulnerabilidad de derechos de los adolescentes o articular con equipos de salud externos.
Según dijo se trata de un análisis cualitativo, cuyas conclusiones se circunscriben a la realidad contada por los equipos técnicos y docentes de seis escuelas medias de San Miguel de Tucumán: tres de gestión pública y tres de gestión privada.
Docentes y equipos técnicos opinaron que el uso desmedido del celular en las aulas tiene impacto negativo en los adolescentes. De hecho, se observa que se agudizaron nuevas modalidades de violencia a través de medios digitales. El personal entrevistado señaló que la virtualización posibilita el actuar desde el anonimato con escraches a docentes o entre compañeros, y el bullying, explicó la licenciada Sánchez Soria.
“Las redes sociales se han convertido como en un escenario donde circulan los comentarios agresivos, los escraches, el ghosting y la publicación de imágenes y vídeos que se difunden sin consentimiento y se viralizan rápidamente”, precisó.
Las escuelas están siendo de alguna forma una caja de resonancia de lo que pasa en la sociedad. Según el trabajo de la psicóloga, los docentes observan cómo en las aulas hay un incremento significativo de manifestaciones de angustia, llantos, falta de aire, que irrumpen ante situaciones escolares cotidianas.