La violencia escolar es un fenómeno complejo que se agudizó en los últimos años, especialmente luego de la pandemia. En este contexto, la normalización de conductas, como el consumo de drogas entre adolescentes y la falta de canales efectivos de comunicación entre estudiantes y adultos, revelan una crisis en la que los jóvenes parecen buscar respuestas a sus problemas en soluciones temporales, como las sustancias.
Prevención y salud mental: la respuesta a la violencia escolar en Tucumán, según una especialista
Carolina Schargorodsky, directora del Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones (PUNA) de la Universidad Nacional de Tucumán, ofreció a LA GACETA una mirada profunda sobre las causas subyacentes de esta problemática y las posibles soluciones, que van más allá de intervenciones superficiales.
Durante una entrevista con LG Central, Schargorodsky destacó que el consumo de sustancias no debe ser visto aisladamente. Según ella, el consumo problemático "es un emergente de otras problemáticas", como la violencia, la angustia y el desamparo que sienten los adolescentes.
Los testimonios de los estudiantes sobre lo que sucedió en Acheral mostraron la naturalización de prácticas como el consumo de drogas en espacios públicos y escolares, lo que pone en evidencia un contexto de normalización del problema.
La especialista explicó que el consumo problemático no es privativo de sectores vulnerables o de niveles educativos bajos. "Nos atraviesa a todos", afirmó, e hizo hincapié en que, aunque existen mayores recursos en algunos sectores, los problemas subyacentes pueden afectar a cualquier joven, independientemente de su contexto social.
El rol de la escucha y la responsabilidad adulta
Para Schargorodsky, uno de los pilares fundamentales en la resolución de estos problemas es "escuchar a los adolescentes", una escucha que debe ser abierta, sin estigmatizar ni excluir. "Los jóvenes no necesitan medidas que los expulsen o aislen. Necesitan que se les dé la palabra, que los adultos se hagan responsables de sus demandas y que trabajemos juntos en soluciones transformadoras", dijo.
En este sentido, la especialista rechazó las soluciones rápidas y punitivas que se suelen aplicar en las escuelas, como las sanciones ejemplificadoras. Según ella, estas medidas, lejos de ser efectivas, generan más desconexión entre los jóvenes y el sistema educativo. "Es fundamental entender que la violencia en las escuelas no es un hecho aislado, sino el resultado de dinámicas sociales que deben ser abordadas de manera integral".
La importancia de la prevención
La intervención en el consumo de sustancias y la violencia escolar no debe esperar a que los problemas se agraven. Schargorodsky destacó la importancia de contar con dispositivos de atención a tiempo, tanto en las escuelas como en la comunidad. "Existen recursos en Tucumán, tanto en la provincia como en la universidad, donde los jóvenes pueden buscar ayuda antes de que el problema se convierta en una crisis", dijo. Sin embargo, reconoció que a menudo estos recursos no están disponibles o no son suficientes para cubrir la demanda.
Además, recalcó la necesidad de que todos los actores involucrados, incluidos los jóvenes, las familias, los docentes y el Estado, se sienten a trabajar juntos para abordar las causas de la violencia escolar. "El mundo adulto tiene que dejar de suponer lo que los adolescentes necesitan y, en su lugar, construir soluciones colectivas", agregó.
Para la especialista, una de las claves de la prevención es ofrecer alternativas saludables de ocio para los adolescentes. En lugar de limitar el uso de la tecnología, como se ha propuesto en algunas escuelas, es necesario ofrecer a los jóvenes opciones que les permitan canalizar su energía de manera constructiva, como el deporte y las actividades culturales. Estos espacios -dijo- deben ser pensados de manera colectiva, escuchando las necesidades de los jóvenes y no imponiendo soluciones desde un punto de vista adulto.
Finalmente, la especialista sostuvo que la violencia escolar y los consumos problemáticos deben ser parte de una agenda pública constante, no solo reactiva ante hechos aislados. "Es fundamental trabajar en la prevención desde un enfoque integral y con recursos suficientes para abordar las causas subyacentes". Solo de esta manera se podrán construir sociedades más saludables y menos propensas a la violencia y el consumo problemático.