¿Qué hace Robinho en la cárcel? Así pasa sus días el exfutbolista condenado por violación

Robinho, exjugador de Manchester City, Real Madrid y AC Milan, cumple una condena de nueve años en la penitenciaría Dr. José Augusto César Salgado P2 de Tremembé, en el estado de San Pablo. En este lugar, conocido como “la cárcel de los famosos”, el brasileño intenta sobrellevar su sentencia manteniéndose activo con trabajos manuales, estudios y actividades recreativas.

Para reducir su pena, el exdelantero de 41 años trabaja como electricista dentro del penal. Recientemente, completó un curso de 600 horas en electrónica y ahora se dedica a reparar radios y televisores. Según el régimen penitenciario brasileño, cada 12 horas de trabajo le permiten descontar un día de su condena, lo que lo motiva a continuar con esta labor.

Además de sus tareas técnicas, participa en un club de lectura y realizó un curso sobre trabajo y ciudadanía, completando sus diez módulos. También colabora en el mantenimiento del jardín de la prisión y, en sus ratos libres, aprovecha para jugar al fútbol con otros reclusos. Sin embargo, al no contar con botines propios, suele pedir prestado el calzado a sus compañeros de celda.

Robinho comparte su espacio con un joven de 22 años condenado por incitar al suicidio o la automutilación. Su celda tiene apenas ocho metros cuadrados y es parte de una cárcel de máxima seguridad que alberga a más de 2.500 internos, muchos de ellos con antecedentes por delitos graves. A pesar del entorno, su abogado, Mario Rosso, afirma que el exfutbolista es un “prisionero ejemplar” y mantiene un perfil bajo.

Las visitias que recibe Robinho en la cárcel

Las visitas están restringidas exclusivamente a sus familiares directos. Su hijo mayor, Robson Jr., de 17 años, lo visita con frecuencia y le lleva alimentos, ropa, juegos de mesa y libros permitidos en la prisión. Durante las festividades de diciembre, varios internos obtuvieron permisos temporales para salir, pero Robinho no fue autorizado, por lo que pasó la Navidad dentro del penal, lejos de su esposa Vivian y sus otros dos hijos.

El día a día en la penitenciaría es rutinario, y la vida social de los internos tiene sus propias dinámicas. En el pasado, los reclusos organizaron un sistema de citas no digital con una prisión femenina cercana, intercambiando cartas y fotos con la ayuda de los guardias. En este entorno, Robinho intenta adaptarse a su nueva realidad mientras cumple su condena.