
"Adolescencia": la serie que interpela a padres y adolescentes
La producción británica dirigida por Philip Barantin es furor en Netflix por varias razones: a través de un asesinato explora la cruda realidad a la que están expuestos los chicos en el colegio y “golpea” a los padres con una dura trama.

Un eje central: el lado tóxico de las redes
Esta serie llega a Netflix para replantearnos una vez más el alcance que tienen las redes sociales en nuestra vida diaria, especialmente en los adolescentes, quienes son más susceptibles a las críticas y la influencia externa.
La psicóloga diplomada en clínica psicoanalítica, Florencia Kerstens, explica que las redes sociales funcionan como “objetos de distracción masiva”, un concepto trabajado por el psicoanalista Ernesto Sinatra. “Plataformas como Instagram están diseñadas bajo una lógica similar a la de las máquinas tragamonedas, donde pequeños acontecimientos inesperados generan placer y mantienen al usuario atrapado en la pantalla”, añade.
Esta dependencia puede generar problemas cuando los adolescentes no logran diferenciar la realidad digital de la material. “Cuando un joven deja de hacer otras actividades por estar conectado a la pantalla, cuando su autoestima depende de los comentarios y likes, cuando el hostigamiento en redes se convierte en una extensión del acoso escolar, ahí encontramos consecuencias negativas para su salud mental”, advierte Kerstens.
En la serie se muestra cómo todo lo que acontece en la vida de los jóvenes está en continuidad con lo que ocurre en las redes. “Su realidad se presenta como una extensión de su vida digital. Su mundo psíquico, sus preocupaciones y sufrimientos se expresan a través de las redes sociales, sin que haya una separación clara entre la realidad material y la virtual”.
En estas plataformas, los adolescentes se encuentran en la constante búsqueda por la aceptación de sus pares, se juega la pertenencia a distintos grupos, clases sociales o estándares de belleza. En este caso, el protagonista se ve muy condicionado por los comentarios en sus redes, llegando a afectarle no sólo en su salud mental, sino también en su autoestima.
Son muchos los padres que se sienten abrumados al no saber cómo abordar el uso de las redes en la vida de sus hijos y terminan generando un efecto contrario, que los adolescentes dejen de compartir información con ellos. “Muchos adultos no comprenden que, para los adolescentes, lo que ocurre en redes es tan real como su vida offline. Un comentario negativo en Instagram no es una tontería para ellos, sino algo que tiene un peso emocional significativo. Por eso, en lugar de juzgar o minimizar sus experiencias digitales, los adultos deben escucharlos con apertura y sin prejuicios”, destaca la psicóloga. Ante estas situaciones, lo ideal es abrir el diálogo sin juzgar y, si es necesario, buscar ayuda profesional. “Es clave evitar posturas moralistas o fatalistas sobre la tecnología. Las redes forman parte del mundo actual y cada vez tendrán más presencia”, concluye.
Realidad virtual: la sociedad del “hate”
Desde el análisis cinematográfico, el psicólogo Gabriel Artaza destaca el uso del plano secuencia en “Adolescencia” como una herramienta para mostrar lo inestable que es la realidad impuesta por las redes. “La continuidad visual genera una sensación de inmediatez, donde los eventos se desarrollan sin pausas, reflejando la dificultad de los personajes para procesar lo que sucede”, señala.
Artaza también subraya que la serie refleja una problemática de la actualidad: la era del odio en redes. “La problemática actual que retrata la serie es ésta época del odio, del hate en donde la tecla “suprimir” es un esquema mental incorporado en el modo de relacionarse de las personas con los objetos y el mundo”, señala.
Un punto clave de la serie es la historia del protagonista, Jamie. “Cuando él dice ‘yo no fui’, no está mintiendo. En su acto hay un impulso que lo trasciende y que se ubica como un enigma”, explica Artaza y añade, “la serie logra retratar de manera precisa cómo los jóvenes construyen su realidad a partir de lo que ocurre en las redes sociales”.
La serie nos lleva al punto de pensar ¿cómo construyen la “realidad” los adolescentes? “Teniendo en cuenta que son los jóvenes y adolescentes quienes más tiempo pasan en redes sociales, es decir, en una realidad que es virtual pero que para ellos es ‘su realidad’, en donde la gran dificultad de esta época es trasladar lo que pasa en la escena virtual a la escena de la realidad material con los otros”, concluye el especialista. Además, destaca que, aunque en el futuro ambos escenarios llegarán a fusionarse, por ahora sigue existiendo una brecha. “Muchas personas, especialmente las que son tímidas o inhibidas, pueden ser muy activas y participativas en redes, pero no pueden expresarse en interacciones cara a cara”.
Análisis cinematográfico: narrativa cruda y real
“Adolescencia” se ha destacado por su formato único y su representación cruda de la crisis adolescente, ha logrado captar la atención tanto de críticos como de espectadores. En palabras del docente y realizador audiovisual Bernabé Quiroga, esta producción es una “verdadera proeza” tanto en su presentación formal como en su realización.
“Cada capítulo está compuesto por una toma única sin cortes, un plano secuenciado. Esto es obviamente un gran logro ya que implica un gigantesco trabajo de ensayo, coordinación y organización tanto de parte del equipo técnico y de la producción, cómo de los actores y su director”, señala.
El enfoque temático de “Adolescencia” equilibra lo crudo, lo sensible y lo empático. Afirma que al sólo tener cuatro capítulos, la serie no explora en profundidad el universo de los llamados “incels” y las masculinidades tóxicas que acechan en las esferas digitales de la juventud, pero sí es muy clara y precisa cuando se trata de evidenciar la brecha generacional que ocasiona un completo desconocimiento por parte de los adultos ante una problemática latente y, por consiguiente, peligrosa.
“Creo que más que informar o profundizar, lo que ‘Adolescencia’ busca es que el espectador se conecte con los personajes e intente descifrar qué están sintiendo o pensando, y así interactuar con los temas que aborda sin necesariamente decirlo todo en voz alta. No da respuestas fáciles o moralejas tranquilizadoras. Plantea preguntas con la esperanza de que queden resonando en el espectador y quizás despertar diálogo o acción, pero no ata todos los cabos o pone un moño a modo de final feliz, algo que la hace aún más desgarradora y sombría”, explica.