Lo que nos dejó la pandemia: ¿El sexo y la pareja quedaron relegados?

Lo que nos dejó la pandemia: ¿El sexo y la pareja quedaron relegados?

Tras el confinamiento prevalece el enfoque en el trabajo o en proyectos personales.

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ANÁLISIS. Especialistas coinciden en que tras la cuarentena los patrones de interacción sexual no se recuperaron. ANÁLISIS. Especialistas coinciden en que tras la cuarentena los patrones de interacción sexual no se recuperaron.

Juan y Martina pensaban que después de seis años juntos habían encontrado un equilibrio en su relación: él, amante del silencio y de los espacios ordenados; ella, una persona inquieta, siempre en movimiento. Pero cuando la pandemia los obligó a compartir el mismo espacio las 24 horas del día todo cambió. El sonido constante de las videollamadas de Juan empezó a desesperar a Martina, mientras que la incapacidad de ella para quedarse quieta lo exasperaba a él. En cuestión de semanas, la convivencia se convirtió en un campo de batalla silencioso. Sin embargo, algo inesperado ocurrió: canalizaron su frustración a través del sexo. De repente, los encuentros entre ellos se volvieron más frecuentes, intensos y casi una forma de escape dentro de la rutina.

Como ellos, muchas parejas enfrentaron la misma realidad: el confinamiento no solo puso a prueba la paciencia, sino que también reveló lo difícil que es, a veces, relacionarse con el otro, incluso en la intimidad. Quizás esta historia sea real o tal vez solo una ficción de quien escribe, pero lo cierto es que refleja una experiencia que muchas personas vivieron en esos días de encierro.

“Todo lo referido a la intimidad sexual y al autodescubrimiento sexual ha sido como un boom”, explica la psicóloga y sexóloga Agustina Soria Gómez. “La gente tenía muy pocos recursos para pasar tiempo en casa y de pronto nos vimos todos prestándole más atención a la parte de la intimidad sexual”, apunta. Sin embargo, agrega: “conforme fuimos retomando la vida cotidiana con los miles de estímulos que recibimos, la sexualidad ha ido perdiendo ese foco o esa importancia”.

Cinco años después, las cicatrices emocionales de esa etapa aún se sienten. La manera en que buscamos pareja, vivimos el deseo y construimos relaciones ha cambiado. Hoy el panorama es diferente: la tecnología sigue jugando un papel clave, pero también han surgido tendencias que desafían el paradigma de la conexión romántica tradicional.

¿Se tiene más o menos sexo? Diversos estudios han intentado responder esta pregunta. Una investigación publicada en The Conversation indicaba que el deseo sexual de muchas personas disminuyó, especialmente en mujeres. El estrés, la ansiedad y la sobrecarga mental fueron factores determinantes en esta caída.

Soria Gómez coincide en que “quizás haya menos sexo” y lo nota en su consulta: “la gente cada vez está más abombada, más preocupada con un montón de problemas y circunstancias. Y por ahí lo que tendemos a hacer siempre es dejar el sexo y la vida sexual en última instancia”. La especialista señala: “la mayoría viene con problemáticas laborales, familiares o de pareja, pero no necesariamente referidas a la intimidad sexual”.

Tras la reapertura del mundo, los patrones de interacción sexual no se recuperaron del todo. Un informe publicado en BMC Public Health sugiere que el deseo sigue siendo un tema complejo, con una recuperación desigual según el contexto de cada persona. “Cinco años después, estamos volviendo a la vorágine de la vida cotidiana, olvidándonos por ahí de esos tiempos en donde el mundo se ha paralizado”, reflexiona Soria Gómez.

A esto se suma que muchas parejas experimentaron crisis durante la pandemia, lo que derivó en separaciones o en una redefinición de sus dinámicas. En Argentina, los datos reflejan el impacto de este fenómeno: en 2021, en la Provincia de Buenos Aires hubo una separación cada 21 minutos, cifra que muestra el aumento de rupturas tras el confinamiento. Sin embargo, en Tucumán ocurrió un fenómeno diferente: durante la pandemia, las bodas aumentaron en un 45% respecto al año anterior, mientras que los divorcios disminuyeron. Muchas personas comenzaron a replantearse el concepto de compromiso y eligieron nuevas formas de vincularse, ya sea priorizando la estabilidad o explorando nuevas dinámicas.

La pandemia aceleró un fenómeno que ya venía gestándose: el individualismo en la toma de decisiones personales. Muchas personas, tras el confinamiento, optaron por enfocarse en sus carreras, bienestar emocional o proyectos personales, dejando en segundo plano la búsqueda de pareja o la vida sexual activa.

“Cinco años después estamos viendo más cuestiones en la parte de la salud mental, sobre todo de cómo ha afectado la poca sociabilización, el aislamiento y el habernos vuelto más ermitaños”, explica Soria Gómez. “Nos acostumbramos a hacer cosas que antes quizás hacíamos más acompañados y ahora las hacemos mucho más solos”.

Esto se ve reflejado en movimientos como la castidad voluntaria, donde individuos, en su mayoría jóvenes, optan por abstenerse del sexo por periodos prolongados para centrarse en su desarrollo personal. A la par, han crecido movimientos de mujeres que eligen no vincularse con hombres por largos periodos, una decisión que en algunos casos responde a experiencias previas de violencia o desigualdad de género. “La pandemia amplificó estas reflexiones al evidenciar cómo las mujeres a menudo asumían mayores cargas en los hogares, lo que las llevó a repensar sus relaciones y prioridades”, señala la especialista.

Desencanto y adaptación

Las apps de citas tuvieron un boom en pandemia, cuando se convirtieron en una de las pocas alternativas para conocer gente. Sin embargo, The Economist recientemente destacó una caída en el entusiasmo por estas plataformas. La “fatiga de las apps” es real: muchas personas reportan frustración por la superficialidad de las interacciones y la falta de conexiones significativas.

“Las apps de citas ayudan a que de alguna manera tengamos un fácil acceso a sociabilizar”, comenta Soria Gómez. “Pero, por ahí, es fácil escrollear en un catálogo de gente y hacer un filtro. El problema viene en la parte de la interacción real, cuando se miden los vínculos. Hay muy poca gente que está dispuesta a comprometerse y a dar más”.

La sexóloga también destaca que “tantas opciones a veces juegan en contra” y que las relaciones tienden a ser más superficiales. “Las apps han generado nuevas problemáticas, sobre todo para quienes buscan profundizar en otro tipo de niveles emocionales y de compromiso”, concluye.

¿Salimos de la pandemia con una visión distinta del sexo y las relaciones? “Esa anestesia diaria de todos los estímulos exteriores nos ayudó a pilotear todo esto, pero también ha dejado su costo -advierte Soria Gómez-. Nos resulta más fácil vivir sin considerar que algo tan grande y tan malo pueda volver a pasar”.

Lo cierto es que, cinco años después, seguimos en un proceso de transformación donde las viejas normas sobre el deseo y la pareja han cambiado. La pregunta que queda abierta es cómo seguirá evolucionando esta nueva normalidad en las próximas décadas.

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