

La polémica parece ser una constante cada vez que un clásico de la animación regresa en remake en formato musical y live action. Esta vez le toca a “Blanca Nieves” (con el nombre separado en dos), cuya versión en actuación real lleva el sello Disney, un valor que la distingue de tantas otras películas que se rodaron con actores y artistas (incluso pornográficas) desde el estreno de los dibujos originales en 1937.
La realización que llega hoy a las salas argentinas está precedida por todo tipo de debates, ya desde el momento mismo en que se anunció que Rachel Zegler iba a ser la encargada de dar vida al personaje de la pobre huérfana cuya belleza es envidiada por la temible Reina Malvada (Gal Gadot), quien ordena su muerte al Cazador. Como se sabe, él no puede hacerlo y la abandona en el bosque, donde se encuentra con los siete enanitos y la trama discurre con la muerte y el amor siempre rondando. Esa disputa eterna viene desde 1812, cuando los hermanos Grimm publicaron el Cuento 53, que inspiró a Walt Disney más de un siglo después. Con su histórica llegada a la pantalla (fue el primer largometraje animado), el espejo mágico, la manzana envenenada, la durmiente eterna en su caja de cristal y los distintos personajes lograron masividad global.
Zegler fue objetada por los fans su visión en contra de la película original, que los puristas consideraron alta traición, ya que había dicho: “Es extremadamente anticuada en lo que respecta a las ideas de las mujeres en roles de poder y lo que pueden hacer en el mundo. Aquí ella no se enamorará de su acosador, sino que se convertirá en la líder que siempre quiso ser”. Además en las redes hubo comentarios despectivos por su origen hispano (su abuela es colombiana).
Peso propio
La actriz llegó al papel por peso propio, luego de haber ganado el Globo de Oro a la mejor protagonista en la adaptación de Steven Spielberg de “West Side Story” (“Amor sin barreras”) de 2021 y con una larga presencia en los escenarios de Broadway; próximamente será Eva Perón en la reposición de “Evita”, dirigida por Jamie Lloyd en Londres.
Junto con la imagen femenina poderosa, también se fustigó la idealización de los exenanitos, ahora transformados en seres mágicos de distintas alturas que integran un grupo diverso (realizados en imágenes generadas por computadora y no interpretados por actores). Estos dos aspectos fueron vinculados con la ideología woke repudiada desde los sectores de derecha.
Quien más lejos fue es David Hale Hand, cuyo padre fue el productor principal de “Blancanieves y los siete enanitos”: “El original era como debía ser. Lo que he leído sobre esta nueva película no tiene ninguna relación con la historia. Es tan absurda que es ridícula. Mi padre y Walt Disney estarían revolviéndose en sus tumbas”.
Como si no fuese suficiente, la actualidad internacional se cuela entre sus protagonistas: Gadot avala a Israel en su despliegue bélico en Oriente Medio; mientras que Zegler se pronunció a favor de Palestina.
En medio del revuelo, el filme se estrena atravesado por las dudas sobre la recepción del público y su impacto en la taquilla (costó U$S270 millones, que se deben recuperar), al punto que hubo pocas rondas de promoción. Lo cierto es que, hasta ahora, Disney ha tenido más dolores de cabeza que éxitos resonantes con el live action.