

En tiempos de crisis definitivamente surgen oportunidades. La historia de Amueblarte, la fábrica de mobiliario fundada por Luciana Sierra y Horacio González, es un ejemplo de ello. Lo que comenzó como una solución para una situación económica difícil durante la pandemia de la covid-19 se convirtió en un negocio próspero. A cinco años del aislamiento masivo, los emprendedores cuentan con una página en Instagram con casi 40.000 seguidores, un showroom de 350 metros cuadrados y una fábrica que hace envíos a todo el país.
Luciana, más conocida como Lu, recuerda como si acabara de suceder aquel momento en el que su vida cambió. “La pandemia nos encontró en un momento muy malo económicamente. Mi marido había perdido su trabajo y tuvimos que ir a vivir a la casa de mi mamá. Dormíamos en el piso, en un colchón prestado”, recuerda en diálogo con LA GACETA. "Sentíamos mucho miedo e incertidumbre, como todos en ese momento”, admite. Juntos pasaban horas pensando qué podían hacer, en un momento en el que nadie ponía negocios, y todos permanecían encerrados y con temor.

Hasta que un día llegó el clic. "Nos dimos cuenta de que la gente estaba pasando más tiempo en casa, y de querían mejorar sus espacios, hacerlos más cómodos", explica Luciana. Así, con tan sólo una cuenta de Facebook y una camioneta usada, crearon Amueblarte. Pero, atención, ellos aún no sabían que les esperaba la oportunidad de montar una fábrica. Sin dinero, pero con muchas ganas de salir adelante, decidieron ofrecerse como intermediarios entre quienes querían vender y comprar muebles a través de Marketplace. Ellos salían a la calle y se encargaban de entregarlos.
Pese a la situación sanitaria y a las restricciones, comenzaron a moverse y a hacer lo que fuera necesario para generar ingresos quizá porque sentían que quedarse quietos era más peligroso todavía. Así fue que, además de llevar y traer muebles, se ofrecieron a armarlos, algo que Horacio aprendió a hacer de manera autodidacta. “Mi marido miraba los tutoriales en YouTube con un destornillador en la mano. En ese momento, el montaje era sin cargo”, menciona Lu entre risas.
La génesis de Amueblarte: un sueño en tiempos de incertidumbre
Lo que parecía un negocio pequeño de intermediación en la venta de muebles se convirtió rápidamente en algo mayor. Lu y Horacio, con pocos recursos, pero con una gran dosis de creatividad, comenzaron a adquirir más y más productos. Por supuesto, no fue fácil. “Nadie nos quería vender a precio mayorista y todos nos cerraban la puerta en la cara porque no teníamos plata para comprar en grandes cantidades, lógicamente”, rememora.
Hasta que un día llegó alguien que les dio una oportunidad. “Un señor nos dijo: ‘sí, te vendo de a uno. Es más, vos venís, sacás fotos, pero no me comprés. Cuando lo vendás, recién me lo pagás”, añade Lu. Ese fue el punto de partida de la fábrica.
Otro factor clave, según Lu, fue la publicidad. "Nos armamos una estrategia; creamos un logo; hicimos camisetas y barbijos con el nombre de Amueblarte, y nos presentamos como una empresa, aunque en realidad éramos sólo nosotros dos", relata.
A medida de que la demanda crecía, también lo hacía el reconocimiento de su marca. La emprendedora todavía recuerda que un libro fue fundamental para su formación personal y este crecimiento, “Apasionate por tus ventas”, de Mery Figueroa. “El dueño del galpón que alquilamos para la fábrica me lo regaló. Capacitarme fue otro ‘antes y después’”, refiere.
El camino hacia la independencia y el crecimiento
Con el tiempo, Amueblarte comenzó a ganar terreno. Su primer local fue modesto, pero suficiente para dar el siguiente paso. "Nos esforzamos muchísimo. Pintamos el local con la pintura más barata, lo acondicionamos con lo que teníamos, pero siempre mantuvimos la visión de que queríamos ser una fábrica", cuenta Lu. Y lo lograron. En unos cuantos meses, su pequeño emprendimiento pasó a producir muebles con todas las de la ley.
Lo que comenzó en pandemia, con ventas a través de Facebook, rápidamente se trasladó a otros canales como Instagram, y más tarde, TikTok. "Fue una plataforma clave para nuestro crecimiento. Nos volvimos virales y, desde ahí, empezaron a llegar clientes de todo el país", señala Lu, quien se encargó de la creación de contenido desde el principio. "Me apasiona comunicar y mostrar lo que hacemos. Las redes sociales fueron el motor que nos impulsó a llegar lejos", agrega.
A medida de que el negocio crecía, también lo hacía el equipo. Actualmente, Amueblarte cuenta con 18 empleados y logró expandir sus operaciones. “La semana pasada salieron dos camiones de mercadería para Salta, Jujuy, Santiago, Córdoba, Neuquén y Mendoza”, subraya. Su próximo objetivo es hacer envíos al exterior con Amazon.
Presente y futuro de Amueblarte
La empresa está en una búsqueda constante de diversificación. Luciana, por su parte, comenzó a estudiar diseño de interiores, un sueño que había postergado debido a sus responsabilidades familiares. "Siempre quise ser diseñadora de interiores, pero fui mamá joven y tuve que trabajar", explica.
"Ahora vivimos en un departamento hermoso, mi hija tiene su propio dormitorio... tenemos una vida que antes no podíamos imaginar", comparte Luciana. "Para mí, es un privilegio poder crear espacios lindos y confortables para otras personas, porque sé lo que significa no tenerlos", expresa.
Su historia es un testimonio de que, incluso en los momentos más difíciles, es posible emprender, aún con miedo. "La clave del éxito fue la capacitación constante y la perseverancia", afirma Luciana. Amueblarte no sólo ofrece muebles de calidad, sino también la inspiración de una pareja de emprendedores que supo convertir la adversidad en oportunidad.