


La carne es el componente de mayor incidencia en el cálculo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA). Con un aumento promedio del 11% durante febrero, ese reajuste se trasladó directamente a los ingresos que una familia tipo necesitó para costear su alimentación y no ser considerada indigente. La Dirección de Estadística de la Provincia la estimó en $ 424.299 mensuales o $ 15.153 por día en promedio. El incremento en el mes pasado ha sido del 3,9%, un punto más que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del período, del 2,9%. Algo similar sucedió con la Canasta Básica Total (CBT) que, si bien se reajustó en el mes un 3% -también por encima de la inflación provincial- terminó en un nivel de ingresos promedio de $ 882.542 para una familia tipo. En esta canasta, que demandó un gasto diario de $ 31.520 en promedio, se suman no sólo los alimentos, sino también los servicios básicos para sostener al grupo, como transporte, servicios, salud, vestimenta y otros gastos del hogar. La variación de la CBA y de la CBT, con respecto al mismo mes del año anterior, es de 48,5% y 52,2% respectivamente, informó el organismo provincial.
Estancamiento de la desinflación
A nivel nacional, una familia tipo necesitó $ 1.057.923 para no ser pobre en febrero, según surge de la canasta básica informada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que subió 2,3%. Para el coordinador general del Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET), Fabián Amico, “el dato de inflación de febrero -que según el Indec fue del 2,4%- revela el estancamiento del proceso de desinflación, pese a la reducción del ritmo del crawling peg del tipo de cambio oficial desde comienzos de febrero. Parte de este resultado se debe a la aceleración de la inflación de alimentos impulsada principalmente por el precio de la carne (que subió más de 7%). Sin embargo, incluso si el precio del rubro alimentos hubiera aumentado lo mismo que el mes anterior, la inflación promedio habría sido similar a enero, confirmando el estancamiento del proceso de reducción de la inflación”.
El informe del IET revela que “la inflación tuvo forma de ‘U’ invertida según el nivel de ingresos. Fue más leve en los extremos de la pirámide social y más alta en los segmentos medios. A modo de ejemplo, en el decil 1 (10% más pobre) fue de 2,37% y en el decil 10 (10% más rico) del 2,27%. En contraste, superó el 2,5% en los deciles del medio (5 a 7). La inflación fue más baja en el decil más rico producto de la baja de precios en el turismo (hoteles y pasajes de avión), que habían tocado un pico en enero producto de la temporada alta”. Asimismo, detalla que “la inflación acumulada desde noviembre de 2023 es del 192,8%. Sin embargo, hay diferencias relevantes entre grupos sociales: fue más intensa en los jubilados (198,7%) y propietarios (197,3%) y relativamente menos en los inquilinos (177,4%). Esto último se explica porque los alquileres han subido menos que el resto de los bienes y servicios desde esa fecha. En contraste, la inflación en los hogares con jefe jubilado fue mayor debido a que los precios ligados a la salud y a los servicios de la vivienda -que inciden más en estos hogares- subieron más que el resto”.