El descenso del analfabetismo en el país comenzó a ser abrupto desde fines del Siglo XIX, cuando afectaba al 78% de los argentinos, hasta el 1,9% actual. Las mayores caídas (o mejoras) se produjeron en las décadas de 1910 y 1920, en las que se expandieron la escuela pública y las universidades, cuando se pasó del 38% en 1914 al 8% en 1960.
Tucumán suele liderar índices negativos en casi todos los campos, aunque hay uno que sorprende positivamente. Es la provincia argentina con el menor índice de sobreedad escolar; es decir que la edad biológica del alumno cursante de sus estudios coincide con la edad escolar.
Se considera sobreedad a partir de un año o más de desfase entre la edad cronológica y la escolar. Esto se produce cuando un alumno tiene una edad superior a la que el sistema educativo considera “preferible” para el año que cursa.
La sobreedad puede ser resultado de ausentismo, repitencia o ingreso tardío a la escolaridad.
“Este resultado se debe a un trabajo articulado entre el Gobierno y el territorio, a través de organizaciones sociales, como iglesias, ONG’s y estudiantes universitarios, que son los capacitadores”, explica Josefina Zárate, secretaria de Articulación Territorial y de Desarrollo Local, que depende del Ministerio de Desarrollo Social.
Zárate dijo que desde 2017 viene trabajando en alfabetización con el actual ministro Federico Masso, primero desde el municipio capitalino; luego en la Legislatura, donde abarcaron barrios de toda la provincia, y ahora desde el Ministerio de Desarrollo Social. El Ministerio de Educación de la Provincia tuvo la oportunidad de opinar sobre este avance y no tuvo tiempo de responder a las preguntas.