Alan Turing: la máquina humana que enseñó a las máquinas a ser más humanas

Alan Turing: la máquina humana que enseñó a las máquinas a ser más humanas

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Por Federico Lix Klett - Fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.

Esto es ser crack nivel God. Tenés 13 años. Hoy empezás las clases en un nuevo colegio a casi 100 kilómetros de tu casa, aproximadamente la distancia entre San Miguel de Tucumán y San Pedro de Colalao. Es 1926, no tenés auto y, para colmo, hay una huelga general en Inglaterra que deja sin transporte a todo el país. Parece que hay vicios que no cambian nunca, ¿no? Pero tu determinación te impulsa a hacer algo impensable: agarrás tu bicicleta antigua, sin cambios, pesada como una Zanellita, y emprendés el viaje un día antes, durmiendo en una posada en el camino. Todo para no perderte tu primer día de clases en tu nuevo colegio.

Exactamente así comenzó la aventura educativa de Alan Turing en la prestigiosa Sherborne School, marcando para siempre su vida con una determinación que sería la clave de su legado. Desde ese día, Alan se convertiría en el hombre destinado a desafiar los límites del conocimiento y a cambiar la historia.

En Sherborne, rápidamente destacó, aunque no en latín ni en literatura clásica—las materias "estrella" de la época—sino en química y matemáticas, donde su brillante lógica encontró un terreno fértil para crecer y desarrollarse.

Una mente inquieta

Alan vivía fascinado por los patrones. Veía números y ecuaciones por todas partes: en la forma precisa de las flores, en el ritmo constante de la lluvia, incluso en las sombras proyectadas por las nubes. De niño, cronometraba obsesivamente sus pasos para calcular distancias, experimentaba con fórmulas matemáticas y predecía cuánto tardaría en recorrer distintos trayectos en bicicleta. TOCs a full el chango. Esta profunda pasión por la exactitud matemática formó en él un talento natural para resolver enigmas, cambiando para siempre su manera de entender el mundo.

Esta búsqueda lo condujo, años después, a escribir uno de los papers más influyentes de la historia científica: "On Computable Numbers" (Sobre los números computables), donde presentó al mundo lo que hoy conocemos como la Máquina de Turing. Y allí nació la primera definición de qué es un algoritmo como un “procedimiento mecánico”.

Aunque no se construyó físicamente entonces, esa máquina sentó las bases teóricas para todas las computadoras modernas. Sí, incluso esa pequeña maravilla tecnológica con la que estás leyendo esto ahora mismo. Y si estás leyendo LA GACETA en papel, también es gracias a Alan. Es, sin dudas, uno de los padres fundamentales del mundo digital y del Razonamiento Computacional que hoy potencia nuestras vidas en lo que me gusta llamar la Era de la Humanidad Aumentada.

Enigma y el código que salvó millones de vidas

No fue en aulas ni en laboratorios universitarios donde Turing se convirtió en héroe, sino en medio del caos de la Segunda Guerra Mundial. En el mayor de los secretos, dentro de la mítica Bletchley Park, Alan encabezó el esfuerzo monumental por descifrar la máquina Enigma, un sistema criptográfico usado por los nazis, aparentemente imposible de resolver.

Enigma ofrecía más de 10 mil billones de combinaciones posibles. Sin embargo, la tenacidad y genialidad de Turing vencieron lo imposible, desarrollando una máquina electromecánica conocida como la Bombe de Turing, que logró descifrar mensajes cifrados en horas en vez de años.

Recreación de la muerte de Alan Turing con ImageFX

¿Cuántas vidas creés que salvó? Algunos historiadores estiman que su trabajo permitió acortar la guerra entre 2 y 4 años, salvando potencialmente millones de vidas humanas. Increíblemente, todo este trabajo permaneció oculto durante décadas bajo el más estricto secreto de Estado.

El Test de Turing: ¿pueden pensar las máquinas?

Alan Turing no solo veía patrones en números y naturaleza, también se atrevió a preguntar algo revolucionario: "¿Pueden pensar las máquinas?". En 1950, su famosa propuesta “Test de Turing” invitó al mundo a cuestionarse si una máquina podría conversar tan naturalmente que fuera indistinguible de un humano.

El Test de Turing es como un juego de imitación (De ahí el título de la película “The Imitation Game”, ¡mirala!).

Una persona habla con dos interlocutores ocultos, uno humano y otro una máquina. Si la persona no puede distinguir cuál es cuál basándose solo en la conversación, la máquina pasa la prueba. Básicamente, si una máquina puede conversar tan bien que parece humana, entonces podríamos decir que es inteligente.

Hoy, cuando hablamos con asistentes digitales Gemini o ChatGPT Live (cualquiera menos Siri de Apple) parece que estamos hablando con una persona. La inteligencia artificial conversacional que hoy consideramos cotidiana nació de su visión audaz.

Vivimos plenamente en la Era de la Humanidad Aumentada, no en la “era de la inteligencia artificial”, parece lo mismo pero tienen sus matices. Una pone el foco en la tecnología, en cambio, yo te propongo poner el foco en la persona humana y cómo se potencia gracias a la tecnología.

La tragedia y la injusticia: una sociedad ingrata

Trágicamente, la sociedad que tanto se benefició de su genio le dio la espalda. En 1952, Turing fue condenado por homosexualidad, algo ilegal en aquella época. La humillación de una cruel castración química destruyó su cuerpo y quebró su espíritu.

El 7 de junio de 1954, el aún joven Alan murió en su casa, “envenenado por cianuro”. La versión oficial habló de suicidio, aunque persisten dudas y teorías alternativas que sugieren desde un posible accidente en sus experimentos químicos hasta un siniestro asesinato encubierto por cuestiones de seguridad nacional.

La humanidad perdió, absurda e injustamente, a uno de sus genios más luminosos. Tenía sólo 41 años y junto a él se encontró una enigmática manzana mordida.

Un héroe que nos hizo más humanos

El tiempo fue justo con Alan, aunque demasiado tarde. Hoy se lo reconoce como un héroe absoluto, cuyo legado continúa vivo en cada avance tecnológico que potencia nuestras capacidades humanas.

La Era de la Humanidad Aumentada tiene raíces profundas en su mente inquieta y visionaria. Cada interacción con una IA actual refleja los principios que él sentó, confirmando que su visión sigue moldeando nuestro futuro. Turing entendió como pocos que la tecnología jamás debe ocupar el centro: ese lugar siempre será nuestro, humano, creativo y empático.

Así que, cada vez que uses tu teléfono, acordate del changuito nerd que pedaleó 100 kilómetros para asistir a su primer día de clases. Pensá en su pasión por la lógica, su curiosidad inagotable y su valentía ante los desafíos más difíciles.

Fue curioso y creativo, tuvo un pensamiento analítico sobrehumano y un pensamiento crítico personal del mundo, justamente los tres atributos que propongo para afrontar los desafíos de la educación en esta era.

Porque, en definitiva, todos somos un poco Alan capaces de lograr lo imposible. Ahora, como todos los domingo, te invito a participar del foro de LA GACETA y responder: ¿Crees que con la Inteligencia Artificial actual ya se superó el "Test de Turing”?

Te leo.

Fuentes y enlaces para ampliar conocimientos:

- "On Computable Numbers" (Artículo original de Turing, 1936): Leer aquí

- Alan Turing en Wikipedia: Acceder aquí

- "Computing Machinery and Intelligence" (1950, paper del Test de Turing): Leer aquí

- Película "The Imitation Game" (2014): Ver en IMDB

- Biografía "Alan Turing: The Enigma" por Andrew Hodges: Disponible en Amazon

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