16 Marzo 2025
Cada vez que recibimos algunas noticias de la actualidad, sentimos una profunda desazón. Vivimos tiempos caóticos, complejos, violentos; tiempos de guerra y de fanatismos, con políticos indolentes –a menudo corruptos– que no ofrecen ninguna solución ni al país ni al mundo. Esta sensación me trajo a la mente una poesía de Hölderlin que debemos escuchar cuidadosamente en los tiempos que corren. Dice así “¿Y para qué poetas en tiempos de penurias?”
Poetas (poietai), tomado aquí en sentido platónico, son aquellos hacedores de la República ideal que desobedecen las normas preestablecidas por los filósofos gobernantes y actúan con libertad, lo que se vuelve desafiante. Por tanto son desterrados de la República con una frase fuerte y significativa: “Viene desde antiguo la disensión entre filosofía y poesía”. República L.IX, 606d.
Ello dice que solo nos es útil la razón porque el hacer poético libre –como es el arte–, revestido de emoción, no alcanza. Es más, resulta inocuo hoy en día porque no interfiere con ninguno de los ejes fuertes del poder. Poder oscuro que se refugia en fuerzas anónimas y secretas.
Se pregunta entonces: “¿Y para qué poetas en tiempos de penurias?”; es decir, qué pueden hacer los creadores, los artesanos de la belleza, los artistas, cuando los tiempos son mezquinos, cuando el espíritu parece haber ingresado en un cono de sombras y se cubre de silencio; cuando calla el canto, la palabra es banal y quizás hasta hemos sido olvidados de los dioses.
A las sociedades actuales regidas por políticas impiadosas, por ideologías perversas para las cuales tecnologías como la IA sirven para hacer más mortíferas las armas, solo les interesa el dinero, la eficiencia, la violencia de la guerra. La poesía y los poetas son vistos como irrelevantes e inofensivos en tanto no ofrecen ningún riesgo a la vida de los poderosos.
¿Qué papel cumple el poietai siempre presente en una sociedad? Sentimos la urgencia de ese pensar auténtico y profundo que generan los poetas y entonces descubrimos que nadie los escucha, nadie o casi nadie vibra al son de la palabra; reconocemos que se desprecia el arte, la música, la pintura, la poesía, porque se los toma solo como entretenimiento. Se ignora la excelencia, se desconoce la plenitud y el misterio.
“¿Y para qué poetas en tiempos de penurias?”, volvemos a preguntar, si nadie cree que tengan ningún trato con la verdad ni que un artista, un creador, pueda incrementar el saber sobre la vida y la muerte, sobre el dolor y la alegría o sobre la trascendencia de lo divino. Nadie tiene tiempo para investigar la realidad y descubrir que la poesía es un lento caminar a ciegas, tanteando el piso firme para alcanzar el acto creador que sumará belleza y paz a nuestro mundo. Que es una infatigable exploración de la palabra intimista y recoleta. Pero también es palabra precisa, ajustada y plena en tiempos de pura exterioridad.
Propongo entonces al lector el ejercicio de pensar. Un pensar que busque respuestas a estas preguntas urgentes desde nuestra Argentina profunda: el arte, la poesía son imprescindibles para vivir, para dar sentido a nuestra existencia, para conocer el amor que es ternura, que envuelve las palabras, para que la belleza se multiplique, para que la libertad sea una experiencia real y gozosa, para que la imaginación se vuelva inagotable.
Finalmente ¿Y para qué poetas en tiempos de penurias? Para escapar a la tristeza, al dolor de ver el mundo envuelto en llamas y sentir el fracaso de nuestros sueños y, tal vez, también, para reconocer al otro y así ser mejores nosotros mismos.
© LA GACETA
Cristina Bulacio- Doctora en Filosofía, profesora consulta de la UNT.
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