La alimentación juega un papel fundamental en los niveles de energía que experimentamos a lo largo del día. Sin embargo, no todos los alimentos actúan de la misma manera en nuestro organismo. En los últimos años, se popularizó la idea de eliminar las harinas refinadas de la dieta para mejorar la salud y el bienestar general.
Un sector de nutricionistas defiende esta postura, argumentando que las harinas procesadas y los azúcares añadidos son responsables de la fatiga y la falta de vitalidad. Por otro lado, algunos expertos promueven un enfoque más equilibrado, priorizando el consumo de carbohidratos integrales y otros alimentos ricos en nutrientes esenciales.
El impacto de las harinas en los niveles de energía
Las harinas, especialmente las refinadas, son ricas en carbohidratos que se digieren rápidamente, lo que provoca picos de glucosa e insulina en la sangre. Este proceso puede generar una sensación de energía momentánea, pero con una posterior caída que produce cansancio y fatiga.
Al eliminar el salvado y el germen durante el proceso de refinamiento, se pierden importantes nutrientes como la fibra y las vitaminas del grupo B, que son clave para la producción de energía. En cambio, optar por cereales integrales ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre y mantener una energía constante a lo largo del día.
Diversos estudios, como el realizado por la Universidad de Harvard, recomiendan priorizar carbohidratos de calidad presentes en frutas, legumbres y granos enteros. Estas opciones no solo aportan energía sostenida, sino que también previenen enfermedades crónicas como la diabetes y problemas cardiovasculares.
Además, expertos en nutrición sugieren que una dieta equilibrada, basada en alimentos frescos y naturales, contribuye a mejorar la salud digestiva y a regular los triglicéridos. Incorporar alimentos como avena, yogur, frutas y verduras en el desayuno, y acompañar las comidas principales con proteínas magras y vegetales, puede ser clave para mantener altos niveles de energía durante el día.