Una breve pero intensa expectativa generó el festejo del “Último primer día” (UPD), práctica de alumnos que inician el cursado del último curso del secundario. Esta celebración “es como el inicio del final. Te ponés triste de pensarlo pero antes no importaba”, dijo una alumna a LA GACETA. Se reúnen en casas, fincas y -principalmente- salones; se divierten, consumen mucho alcohol y suelen asistir a las primeras clases prácticamente sin dormir y a menudo con la resaca a cuestas. “La cuestión no pasa porque seamos viejos y aburridos. Hay otras formas de divertirse que no son tomando alcohol, porque no es este el modo de llegar a una institución educativa”, dijo la ministra de Educación, Susana Montaldo en una entrevista en la que exhortó a los padres a que colaboren, al tiempo que anunció que el Instituto de Lucha contra el Alcoholismo (IPLA) haría control y clausuraría los salones de fiestas y multaría a sus propietarios. No obstante, ayer, en el comienzo de clases, no se sintió la incidencia de los festejos del UPD, que no fueron considerados por el IPLA. Su titular minimizó el fenómeno ante LA GACETA y no dio cifras sobre las multas o las clausuras que había anticipado la ministra.
La comunidad quedó, así, sin saber la envergadura del fenómeno. ¿Todos los estudiantes secundarios de último año se suman a estas singulares celebraciones? ¿Qué pasó con el anuncio de una estudiante de que ocho o nueve escuelas festejarían en un salón de la ruta 9?
Como haya sido, lo que ha llamado la atención es la capacidad de los estudiantes de hacer crecer un tipo de festejo que hace 10 años no existía, así como de proveerse de contactos, dinero y habilidades para gestionar salones sin que esto haya pasado por el ojo avizor de las autoridades o de los padres. También, como ya se viene mencionando desde hace mucho tiempo, el fenómeno de que el consumo de alcohol ha sido naturalizado por la sociedad a tal punto que supera ampliamente el de las drogas y es causa de accidentes y tragedias sin que la sociedad reaccione. La ministra ha exhortado a padres y a empresarios a tomar conciencia del fenómeno pero no se avanzó mas allá de las supuestas sanciones del IPLA.
En este sentido, ha sido interesante la reflexión de la directora del Programa Universitario para el estudio de las Adicciones (PUNA), Carolina Shargorodsky, quien dijo que es importante discutir el tema todo el año desde las áreas de salud y de educación y de la familia, en tarea coordinada; también, pensar qué lugar ocupa este tipo de festejos para los jóvenes y, finalmente, escuchar la palabra de los adolescentes para saber por qué se vinculan de esa manera con el alcohol. Se destaca, en ese sentido, el ejemplo que dieron el año pasado alumnos del Colegio del Sagrado Corazón, que festejaron el UPD yendo a desayunar con los ancianos de un asilo.
Parece importante, entonces, la ocasión para reflexionar sobre esta problemática, así el año que viene nos encuentra con alumnado, padres y autoridades más maduros con respecto al festejo y al consumo de alcohol.