El uso y el riesgo de la ruta a San Javier

El uso y el riesgo de la ruta a San Javier

Los peritos todavía están investigando las causas del accidente ocurrido el jueves a mediodía en la ruta 338, camino a San Javier, cuando un auto cayó 50 metros por la empinada ladera en la zona de la Primera Confitería. Falleció una mujer y tres personas resultaron heridas. Las hipótesis son varias, aunque toda especulación sobre la tragedia se sustenta en el hecho de que la visibilidad estaba alterada por la llovizna y la niebla en ese mediodía. Eso, más el hecho de que la ruta es angosta, llena de curvas y con deterioro pavimental, formaron un combo de alto riesgo que terminó de la peor manera. Los policías de la comisaría de El Corte y San Javier dicen que se recomienda no circular por ese camino cuando las condiciones del tiempo son duras, como en este caso.

Se trata del acceso a una zona muy requerida para el descanso y el paseo de los tucumanos. El paso a San Javier fue un gran logro desde que se construyó la ruta en 1938 y luego el atractivo del lugar quedó plasmado en el gran proyecto de la UNT para construir allí su ciudad universitaria, que quedó trunco a comienzos de los años 50. Pero la ruta ha sido un emblema de la “subida al cerro” y conecta la parte alta con Villa Nougués, con las yungas, y con El Corte y Yerba Buena. Hoy la circulación es intensa, sobre todo de ciclistas -bikers- y de deportistas que hacen trekking, junto a autos y vehículos de gran porte, como camiones y el colectivo que hace el recorrido por la zona serrana.

A causa de la circulación, que resulta excesiva para un camino tan angosto y con algunas curvas empinadas, ha habido varios accidentes, algunos muy comentados, como fue el de junio del año pasado cuando un ciclista chocó con un auto que se había cruzado de carril para adelantarse a un grupo de bikers. Los testimonios recogidos en la recorrida de cronistas de LA GACETA dan cuenta de los problemas de la calzada desgastada y de las banquinas estrechas, y la falta de señales en algunos tramos, así como de frecuentes deslizamientos de material. La misma Policía dice que con personal de Vialidad hacen recorridos para alertar sobre derrumbes o árboles caídos.

Es una zona geológicamente inestable, en la que cada tanto ceden un tanto partes del camino. Así ocurrió en 2023 cuando se descalzó el puente sobre el Rulo y hubo que clausurar durante varios meses el camino hasta que se instaló la nueva estructura.

Esa inestabilidad debería ser motivo de un mantenimiento más estricto y constante, como se hace, por ejemplo, en la ruta 307 que conecta con los Valles Calchaquíes, que tiene varios campamentos de Vialidad para ese mantenimiento. Esta carretera, por cierto, ha sido remodelada y ampliada hace unos años. La 338, en cambio, apenas ha recibido reparaciones en zonas y momentos críticos, como ha sido cuando ocurrió la rotura del puente. Vialidad debería tener un programa para que este camino esté en las condiciones que requiere el trajín de subir y bajar del cerro de muchísima gente.

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