

Un bono local de dos pesos; un autorretrato incompleto; una naranja; un paisaje rural aéreo; una bombacha; una bolsita de té; un espejo; representaciones de hormigas; el bolsillo de una prenda, y hasta un ticket de un metro parisino.
“El Maletín” partió a Madrid en 2002 luego de que se expusiera en el país y en esta provincia, en el Centro Cultural Virla.
Por estos días el grupo de arte El Ingenio cumplió 25 años, un ingenio que comenzó a moler en el tórrido verano de 2000, aunque las reuniones ya habían comenzado. “Era un grupo de gestión trabajamos en varias salas haciendo muestras trayendo gente como Marina de Caro, Mauro Herlitzka y Diana Aisenberg, quienes se acercaron por las actividades que realizamos; expusimos en arteBA vendiendo nuestras obras en conjunto, expusimos en La Casa de las Américas en España. Mi gestión fue ayudar a visibilizar a mis colegas y a los docentes de la Facultad de Artes”, explicó Sandro Pereira hace un par de semanas.
El colectivo estuvo formado por Pablo Guiot, Fabián Ramos, Mariana Ferrari, Ana Lía Canal Feijóo, Luis Carrizo, Cecilia Córdoba, Luciana Guiot, Martín Guiot, Ana Gutiérrez, Andrea Elías, Natalia Lipovetsky, Pablo Córdoba, Magdalena Nazar, María Brunet, Marta Fernández, Geli González y Rolo Juárez, entre otros.
Pablo Guiot cuenta: el grupo se formó fines de 1999 y principios de 2000. Sandro fue el que tomó la iniciativa y de a poco fuimos sumando artistas. Estábamos muy movilizados con euforia y energía que sentíamos que había en la Facultad de Artes. La referencia directa y más próxima como grupo fue Tenor Grasso, pero también “El pasillo” un grupo que formábamos con Patricio Gatti, Carolina Paradella, Darío Piredda y yo a mediados de los 90. El impulso definitivo fueron unas clínicas de la Fundación Antorchas y el Taller C donde tuvimos encuentros con Claudia Fontes y Gumier Maier. Ellos nos terminaron de convencer de que algo fuerte pasaba en Tucumán, y que eso era colectivo, no de la casualidad o coincidencia de uno o dos artistas con talento”, describió. “Al principio nos reuníamos en la casa de Sandro, y luego Carlos Casal (coleccionista) nos consiguió una especie de oficina o box en el complejo Avellaneda, junto a las oficinas donde funcionaban las federaciones deportivas que tenían sede allí. Una vez fue a visitarnos Marcelo Pombo, quien escuchaba atento nuestras charlas y nos ofrecía su mirada”, recuerda Pablo Guiot.
Además de “El Maletín” a Madrid, gran parte del grupo partió a Buenos Aires, como Mariana Ferrari, Martín Guiot, Fabián Ramos o Andrea Elías. El mismo Pereira (aunque regresó años después, igual que Lipovetzsky).
La obra fue adquirida por el nombrado Mauro Herlitzka por U$S 5.000.
En marzo de 2001 una acción colectiva con una recordada performance de Pereira se instaló en el pub La Subasta (San Juan al 600). En 2002 hubo una muestra en el Museo de Salta, en cuyo texto de catálogo se reivindicaba a la obras de pequeño formato. El Proyecto Escalera se presentó en Expo-Trastiendas (Centro Cultural Borges, Buenos Aires, 2003). Si había una idea (entre varias) como grupo fue la exaltación del pequeño formato.
Una instalación
“El Maletín” era, en rigor, una instalación. En su interior había 24 compartimientos en los que cada artista colocó un trabajo de pequeñas dimensiones (13 x 13 centímetros por 4 cm de profundidad). “Entre los sentidos más urgentes, el maletín (la valija) -el viaje, la migración, el exilio, la fuga- es la metáfora más elocuente del presente argentino”, escribí en el diario Página 12.
¿Qué materiales utilizaron? Plastilina, papel, vidrio, telas, carbón, siliconas, plástico y alambre.
De los artistas de El Ingenio surgieron obras como “Homenaje al sánguche de milanesa” (Pereira), “El autito” (Guiot) o la famosa nena con un globo en una protesta en la Casa de Gobierno (Elías).
Gestión
El Ingenio inauguró el milenio con artistas que se despedían de la Facultad de Artes y quedó claro que era un grupo de gestión, no de una estética compartida (lo que serán luego Los Pasteles Rojos y en este milenio, El Bondi Colectivo, por ejemplo). Rosalba Mirabella no cree que el grupo influyó en su obra, “pero sí fue una buena experiencia para un grupo de artistas que habíamos terminado la facultad, que estábamos muy movilizados con muchas ideas. También vehiculizaba contactos con gente de afuera”. “Fue una instancia de profesionalización a nivel individual y generacional”, piensa sobre lo vivido Mariana Ferrari.
“Entre”
Como reflexioné en otra oportunidad: si el producto artístico es la obra, su distribución y consumo, operar sobre su distribución es, por tanto, intervenir sobre su consumo, pero también sobre la obra misma.
La obra es transportable, portátil, porque el maletín “forma parte de la obra”, aunque se asemeje -por su función- a un container. Las dudas desaparecen desde que se sabe que el maletín se expone abierto en una sala, una galería, o en la puerta de la casa de algún crítico. La obra está en el exterior y en el interior del maletín, que es como decir que forma parte de las dos cosas a la vez”. Está en un “entre”.
En una nota escrita hace unos años afirmaba que “cuando se escriba la historia del arte en Tucumán, seguramente figurará El Ingenio. No sólo por su producción sino también por expresarse en un tiempo de gran crisis en el país, que tuvo en pocas horas y días distintos presidentes”.
El grupo duró menos de cuatro años. Pero gran parte de sus artistas produjeron importantes obras registradas ya en el arte contemporáneo; podría decirse que potenció las individuales.