

Cumplir el sueño deportivo que tenía de pequeño era complejo para Karim Luna Slaibe. Él quería ser el “9” de River, por eso cuando su mamá y su hermano lo llevaron a jugar al vóley en Deportivo Aguilares el deseo empezó a cambiar.
Desplazar a Rafael Santos Borré o Lucas Alario, o hacerle frente a un tal Julián Álvarez parecía demasiado difícil en la época en que Luna Slaibe eligió el deporte de la red alta.
El jugador no pasó por las infantiles de ningún club de vóley y se metió de lleno motivado por sus familiares, una energía que consumió todas las que tenía para jugar al fútbol. De soñar con ser futbolista profesional pasó a hacer lo mismo, pero con otro deporte. Y rápidamente el sueño se cumplió: en la actualidad porta la “15” de Mav Elore, equipo de la máxima categoría de la Liga de Hungría.
Con 22 años reflexiona con más madurez. Se puede deducir que lo que lo moviliza, incluso más que un deporte específico, es la búsqueda de la excelencia. “La verdad es que siempre fui competitivo. La primera vez que me entrené, me llamó mucho la atención, y quería saber más y más de cómo jugar al vóley. Ahora lo mismo: quiero jugar cada vez más al mejor nivel, sé que puedo y eso es lo que me mueve”, reconoció el habitante de Székesfehérvár. La ciudad está a unos 45 minutos de Budapest, la capital del país, y que ahora sueña con llegar a ligas más competitivas (la húngara no está entre las mejores del Viejo Continente).

“No sabía con lo que me iba a encontrar. Sabía que era un país que tiene su propio idioma y tenía mucha curiosidad de saber lo que me esperaba. Además, del nivel de vóley sabía poco”, reconoció el central. “Aquí el nivel es parecido al de Argentina. Sí, fue diferente la Challenger Cup”, explicó.
En el torneo europeo, Mav Elore logró pasar tres llaves en las que enfrentó a equipos de Croacia, Austria y Grecia. “Me sirvió mucho. Jugamos contra grandes y sirve para aprender porque yo vine a ver cómo se maneja el vóley en Europa”, afirmó el nacido en Río Chico.
En Argentina, él ya dominaba el deporte. En la temporada 2023-2024 de la Liga de Voleibol había sido el mejor bloqueador del torneo defendiendo la camiseta de Monteros Vóley. Y no hizo escala previa en ningún otro equipo. “Cuando llegué fue muy difícil comunicarme porque no había nada de inglés”, recordó.
En la cancha sí pudo comunicarse a la perfección: suma y suma minutos, y entró en sintonía inmediata con el objetivo de Mav Elore. “Este año el equipo busca ser campeón. En los últimos dos llegaron a la final, pero no pudieron ganarlas. Ahora apuntamos a ganar la Copa Húngara por primera vez en la historia y tenemos la oportunidad el mes que viene”, contó con entusiasmo.
La mente está concentrada en lo que pasará el 8 de marzo cuando jueguen la final del torneo que reúne a equipos húngaros de Primera y Juveniles. La definición será ante Vegyesz, de la ciudad de Kazincbarcika. Sí, nombre complejo de pronunciar como así también de escribir. “Me di cuenta que necesitaba aprender inglés”, agregó sobre la complicación idiomática. “Le fui agarrando la mano poco a poco hasta que me pude comunicar. Me ayudaron mucho un compañero húngaro que habla español, mi técnico y el preparador físico que son argentinos”, agregó.
Idioma diferente y complejo, ambiente también distinto, pero sin demasiado inconveniente al momento de adaptarse. “Aquí quizás es diferente por el frío. No se ve a nadie en la calle después de las 21. No me relacioné mucho con la gente y cuando lo hice me trataron bien, son muy amables y respetuosos”, destacó el central que sigue la campaña de su ex equipo a la distancia.
Luna Slaibe no se olvida de Monteros Vóley
Estará prendido a alguna plataforma multimedia entre sábado y martes para ver a sus amigos que disputarán en Buenos Aires los cuartos de final de la Liga de Voleibol Argentina con una temperatura que rondará los 30 grados, mientras que en Hungría el termómetro tendrá marcas bajo cero.
Además del clima, el modo de trabajo húngaro dista un poco al que estaba acostumbrado el jugador en tierras tucumanas. El concepto general deportista-persona tiene una inclinación marcada según Luna Slaibe. “Al jugador argentino lo tienen como trabajador. En Monteros se hacía mucho trabajo de pesas y juego; aquí se enfocan más en lo técnico. Creo que tenemos más coraje, nos gustan los desafíos. Pero en el deporte de alto nivel todos tiramos para el mismo lado y quizás por eso no se siente tanto la diferencia”, analizó.
Hay que ser, precisamente, corajudo para definirse como tal. Pero si se repasa lo que el especialista en bloquear balones vivió, no llama la atención que en Hungría autoperciba que muestra naturalmente esa impronta. Es que sus elecciones, por lo menos, el coraje debe haber fomentado ese carácter. Desde cambiar de sueño hasta llegar a un país lejanísimo, pasando por haber trabajado durante tres años en la cosecha de limón, al mismo tiempo que cumplía con los entrenamientos y competía.
El detalle lo da su madre Alejandra Slaibe. “Con su papá y su hermano trabajaron en la cosecha. Además sus estudios los terminó con el mejor promedio y fue abanderado. Hicieron un cuadro a su nombre que está en la comuna de Santa Ana”, reveló la mamá del jugador que, además, el año pasado ganó el premio LA GACETA en su deporte.