

Conquistó más que tres puntos en su visita a Patronato; también reafirmó una identidad de juego que comienza a consolidarse. En un Presbítero Bartolomé Grella siempre desafiante, San Martín de Tucumán demostró que está más allá de las dudas lógicas del recambio. Con una base renovada y poco tiempo de trabajo, el equipo de Ariel Martos podría haber sufrido un arranque turbulento en la temporada, pero lejos de eso exhibió solidez, convicción y un crecimiento evidente.
Desde el debut contra Almagro, San Martín ya había mostrado una cara distinta a la de la temporada pasada. Aquel empate dejó la sensación de que, con un poco más de rodaje, los tres puntos se habrían habríanviajado a Tucumán. Luego, en la Copa Argentina, el equipo sacó adelante un duelo complicado en los penales, un envión que sirvió como punto de inflexión.
Lo demostrado en los dos triunfos posteriores no es casualidad: hay atributos que comienzan a reflejarse partido tras partido. Y en Paraná, esas cualidades fueron determinantes para vencer a un rival siempre exigente.
Solidez defensiva: las bajas por lesión y suspensión podrían haber complicado el rearmado del equipo, pero Martos encontró soluciones rápidas y efectivas. La ausencia de Juan Orellana y de Federico Murillo obligó al DT a reorganizar la zaga, y las respuestas fueron inmejorables. Tiago Peñalba, quien ingresó en Copa Argentina, se consolidó junto a Guillermo Rodríguez, formando una dupla firme en el juego aéreo y segura con la pelota al pie.
Por la banda derecha, la sorpresa fue Nahuel Cainelli. Naturalmente volante, el ex Estudiantes de Río Cuarto se desempeñó como lateral con solvencia, neutralizando a Ian Escobar y sumándose con criterio al ataque. “Conocía el puesto, había jugado allí antes. Hablamos en la semana y aceptó el desafío. Para mí, lo hizo muy bien”, destacó Martos.
En el otro costado, Hernán Zuliani también tuvo una actuación destacada, mostrando firmeza en la marca y criterio en la proyección.
El nivel de Darío Sand: si bien la defensa cumplió un papel fundamental, San Martín también contó con la seguridad del “1” bajo los tres palos. El arquero volvió a destacarse, especialmente ante los remates de larga distancia de Matías Pardo y Damián Pacco. Sin embargo, su reacción en el disparo de Alan Sombra fue un golpe de autoridad, disipando cualquier intento de Patronato por igualar el marcador. “Mantener el arco en cero es mérito de todo el equipo, pero personalmente disfruto cada partido como un desafío”, confesó el correntino, cuya experiencia sigue marcando diferencias.
Inteligencia para manejar los tiempos: el orden y la paciencia fueron claves para que San Martín impusiera condiciones. Desde el primer minuto, el equipo supo ubicarse en la cancha y esperar su momento. No se desesperó, no perdió la calma y, cuando encontró la oportunidad, la aprovechó.
La jugada del gol fue un ejemplo de esa madurez. Juan Cuevas generó una situación que terminó en los pies de Martín Pino. El delantero sintió el contacto del arquero Iván Chaves y cayó en el área forzando la pena máxima. Sin titubeos, Cuevas transformó el penal en el 1-0 definitivo.
Contundencia: acertó su chance y cerró el juego. El equipo fue efectivo cuando lo necesitaba y si bien la ventaja llegó desde los doce pasos, la acción previa demostró que cada avance tenía un propósito claro. La conexión entre Pino y Cuevas ya había dado indicios minutos antes con un pase filtrado que fue interceptado justo a tiempo por la defensa local. A pesar de la falta de contundencia en jugadas elaboradas, la presión constante y la movilidad en ataque generaron peligro durante todo el partido.
Entrega y sacrificio: nada de lo anterior habría sido posible sin el esfuerzo colectivo. Con una sensación térmica cercana a los 36 grados, el desgaste físico fue un desafío extra para el equipo. Pero San Martín entendió que estaba ante una oportunidad inmejorable para seguir afianzando su idea de juego. La intensidad, la agresividad en la presión y la determinación para atacar fueron los pilares de una actuación que refuerza la confianza.
Con esta victoria en el bolsillo, el “Santo” tiene el desafío de no descuidar estos ítem. Mientras tanto crece y ya mira de reojo su próximo desafío: el domingo contra Güemes de Santiago del Estero.