

Ni los 36 grados de sensación térmica, ni el vapor abrasador que flotaba en el ambiente, ni el viento caliente que recorría el estadio Presbítero Bartolomé Grella pudieron frenar a San Martín de Tucumán. En una jornada sofocante, donde cada movimiento costaba el doble, el equipo de Ariel Martos tuvo su recompensa.
Desde el inicio del partido quedó claro que no iba a ser una tarde fácil. El calor extremo convirtió el campo de juego en un verdadero horno y exigió un esfuerzo físico extra a ambos equipos.
Las camisetas empapadas y los rostros enrojecidos por el esfuerzo reflejaban el desgaste. Sin embargo, el “Santo” no sólo resistió, sino que encontró la manera de imponerse.
Mientras los jugadores intentaban sobreponerse a las condiciones climáticas dentro de la cancha, en las tribunas la historia no era muy diferente. La seguridad fue estricta con el ingreso de bebidas, en un intento de erradicar la violencia en el fútbol (no quería que los envases se transformaran en proyectiles).
La orden era clara: no se permitían botellas de plástico ni térmicas, sólo vasos de agua. La medida generó molestia entre los hinchas locales, que intentaban sin éxito encontrar una explicación.
Afortunadamente, el parate para la hidratación trajo un alivio momentáneo para los jugadores. San Martín aprovechó ese pequeño respiro para reorganizarse y recuperar energías.
El pitazo final fue un alivio para todos. San Martín había logrado una victoria clave y lo celebraba como tal.
El cansancio era evidente, pero la alegría pudo más. Apenas llegaron al vestuario, los jugadores dejaron a un lado el agotamiento y se entregaron a los festejos. “La cumbia de los trapos”, una de las canciones más populares en la jerga futbolera comenzó a sonar a todo volumen y pronto retumbó en las paredes del Grella.
Antes de dirigirse a las duchas, el plantel se reunió en el centro del vestuario para celebrar. Entre abrazos, aplausos, cánticos y saltos, la euforia se apoderó del momento.
En medio de la algarabía, también estuvieron presentes los dirigentes que viajaron a Paraná, entre ellos Bruno Sogno, León Kristal, Gustavo Paz y Rodrigo Semrik, quienes no ocultaron su satisfacción por el resultado obtenido.
Uno de los primeros en dar su testimonio fue Matías García, “El primer tiempo estuvo más difícil por el calor, pero encontramos el penal y después pudimos haberlo liquidado. Son tres puntos muy importantes de cara a lo que viene”, expresó el mediocampista, aún con la camiseta empapada de sudor.
Otro de los que tomó la palabra fue Gonzalo Rodríguez. Mientras sus compañeros subían al ómnibus que los llevaría de regreso a Tucumán, con una enorme sonrisa, “Turbo” se detuvo unos minutos para hablar con la prensa. Su felicidad no sólo pasaba por haber sumado sus primeros minutos en la temporada, sino también por el creciente protagonismo de los tucumanos en el plantel de Martos.
“Es un orgullo enorme porque tener a gente tucumana en el plantel me pone muy feliz. Siempre trato de hablarle y aconsejar a los más chicos”, expresó con emoción.
Luego de emitir esas palabras Rodríguez se subió al ómnibus que partió del estadio entre palmas, cantos y golpes a las ventanas. Sí, el plantel “santo” celebró como la situación lo amerita.