

Puede gustar o no el estilo del nuevo modelo de San Martín, pero nadie puede negar que la idea de Ariel Martos está clarísima: un equipo corto, sacrificado, solidario que sabe cerrarse de mitad de cancha hacia atrás y que cuando ataca lo hace con convicción. Así firmó la segunda victoria en fila en la nueva temporada de la Primera Nacional y de esa manera se subió a la cima de la zona A.
Ni bien asumió en el cargo, el entrenador había anticipado que quería un equipo aguerrido y que iba a tratar de armarlo como manda el manual futbolero: de atrás hacia adelante. Y este San Martín versión 2025 está firme en defensa (hasta acá no recibió goles en lo que va de la temporada: ni en las tres primeras fechas del torneo, ni en el duelo por Copa Argentina contra Colón).
Pese a que en este juego el DT puso a Nahuel Cainelli en lugar del suspendido Federico Murillo, el “Santo” estuvo muy bien parado en la última línea. Salvo algunos remates desde afuera del área en el arranque del juego, el dueño de casa prácticamente no lo inquietó al “Santo”.
Cainelli cumplió con creces la misión encomendada y fue una salida limpia casi constante por su lateral. En el medio, la estructura se va aceitando con el correr de los juegos. La dupla Gustavo Abregú-Matías García aporta soluciones en el aspecto defensivo y libera al tridente que se encarga de la generación de fútbol.
Antes del penal que le cometió, insólitamente, Iván Chaves a Martín Pino, San Martín ya había avisado. La mayor virtud que se le vio al equipo en este arranque de torneo es que cuando juega lejos de La Ciudadela tiene mucha paciencia. Bien parado, espera la chance para explotar su ataque y generar peligro sobre el área enemiga.
Así; con tres toques rápidos, Pino quedó perfilado para atacar a los centrales. Habilitó bien a Juan Cuevas, a quien trabaron justo cuando el 1-0 parecía un hecho. Y en la siguiente aproximación sobre el área del “Patrón” llegó el penal que el ex Gimnasia La Plata cambió por gol.
Si San Martín no se desespera cuando está empatando, mucho menos lo hace cuando se ve arriba en el resultado. Con la ventaja en el bolso, el equipo que dirige Martos sacó a relucir todas sus virtudes y su idea de juego, claro.
Agazapado, esperó los embates de un equipo que casi nunca pudo incomodarlo. San Martín genera un embudo del medio hacia atrás y obliga a sus rivales a abusar de los centros a la olla.
Eso pasó también en el Presbítero Bartolomé Grella, y esos pelotazos al área fueron desactivados casi siempre por la buena zaga formada en las entrañas del Natalio Mirkin: Tiago Peñalba y Guillermo Rodríguez.
Otra virtud que muestra San Martín es que su entrenador hasta acá leyó bien cada uno de los partidos que va disputando el equipo.
San Martín pudo haber ampliado el resultado, pero falló en el toque final
Otra vez acertó en los cambios, y si no aumentó la diferencia fue porque Gonzalo Rodríguez falló una situación clarísima, luego de que Gabriel Hachen lo dejara de cara al arco “rojinegro”.
Es cierto que Darío Sand tuvo una tapada espectacular ante Alan Sombra y que el poste lo salvó cuando el juego se moría. Pero San Martín casi no sufrió en Paraná.
Volvió a demostrar que el equipo tiene clara la idea de juego y que va creciendo partido a partido en lo futbolístico; mientras tanto, suma victorias y mira a todos desde arriba.