
Cuánto hay de culpa o responsabilidad de funcionarios nacionales en las operaciones con la ahora shitcoin $Libra ya se verá. Una lista de artículos de leyes supuestamente violados no es prueba sino acusación y es imprudente repartir sentencias cuando ni comenzaron las investigaciones. Sí, los movimientos muestran que funcionó al estilo de una trampa que alienta la entrada de inversionistas para que sus compras inflen el precio y luego vender sin importar lo que ocurra. Cuando quienes lo hacen concentran la mayoría de la tenencia resulta en un desastre. Pierde quien compra a precios altos y no vende a tiempo. Pero si fue la intención original o no se sabrá más adelante.
¿Por qué Javier Milei se involucraría? Se discurrirá sólo por los carriles de la buena fe porque no hay elementos para especular otra cosa. Y el principal motivo es entusiasmo ideológico. Las criptomonedas son la expresión moderna de la emisión privada de dinero, la herramienta de avanzada contra el monopolio estatal de la moneda. No hace falta ser anarcocapitalista para creerlo pero le agrega enjundia.
El dinero se sostiene en la confianza en que otras personas aceptarán papeles o registros electrónicos en pago de lo que proveen, lo que alienta a recibirlos en cobro de lo que uno mismo provee. El problema es que cuando un gobierno usa al Banco Central como billetera la moneda se deprecia y ya no sirve como tal.
La Escuela Austríaca de Economía sostiene que la competencia frena ese abuso. Si las personas pudieran acudir a otro activo como dinero el exceso de un emisor perdería gravedad porque sería abandonado. El inconveniente con el monopolio estatal es que la moneda es de uso legal y forzoso. O sea, es ilegal abandonarla. Ahora bien, un banco gana cuando las personas le piden prestado. Si hubiera emisión privada competitiva ellas tomarían crédito en una moneda en particular sólo si pudieran usarla como dinero. Una manera de atraer clientes sería mantener el poder de compra sobre un conjunto de bienes y servicios. Entonces los bancos no emitirían en exceso porque su moneda sería inflacionaria y perderían clientes. Los libertarios ven eso en las criptomonedas y de allí un sesgo favorable hacia ellas.
Si lo importante es que otros acepten el activo como dinero quiere decir que el volumen transado es esencial. En las cripto lo tienen Bitcoin y Ethereum, sobre todo la primera, que además pretende funcionar como dinero. De hecho, es usada como tal aunque la variabilidad de su precio hace que sea considerada más un activo especulativo que moneda. La mayoría de las criptomonedas son memecoins, es decir, emisiones sin uso práctico, con valor como gracia, colección o especulación. Si no sirven ni para eso son shitcoins.
Una posibilidad para lograr volumen y hasta cierto respaldo real, que tal vez haya prometido $Libra, es la tokenización. Una empresa puede capitalizarse emitiendo acciones pero debe pasar por la Comisión Nacional de Valores. Si eso es complicado podría lanzar tokens (fichas) que representen partes de la firma y venderlos, apoyada en un mercado secundario operado en criptomonedas. En ese sentido podría haberse visto a $Libra como alternativa para financiar Pymes.
Ahora, detalles del caso actual. No es la primera vez que un gobernante aplaude un emprendimiento privado. Ocurre cada vez que los políticos se fotografían acompañando una novedad empresarial. La diferencia es que preparar un tangible lleva tiempo, se observa el proceso, la firma no crece de a miles por ciento en horas ni quiebra al instante. No levanta sospechas de estafa ni aunque hubiera una. Las memecoins son menos claras y aparecen y desaparecen todos los días. Por eso habría que tener más cuidado.
Otro punto son los afectados. Es dudoso que sean 44.000. Podrá ser el número de cuentas, pero es usual operar con bots programados para comprar y vender. Tampoco hay que pensar en jubilados o trabajadores perjudicados, o “el pueblo”. Millones de argentinos ni siquiera invierten en bolsa, menos en memecoins recién lanzadas que requieren una sofisticación y pericia que la inmensa mayoría no tiene. Por último, quienes operan saben que la probabilidad de perder es mucho mayor que con otros activos de renta variable. Aunque, claro, eso no hace aceptables los engaños.
Como aprendizaje el gobierno debería recordar que no tiene peso parlamentario propio para permitirse estos traspiés. Néstor Kirchner pidió no comprar productos de Shell. No impulsó un negocio, más grave, llamó a fundir una empresa. Ni se amagó con una comisión investigadora. Cristina Fernández criticó en público a un empresario exhibiendo sus antecedentes tributarios, información que legalmente no podía tener. Nadie pidió un juicio político por lo que podía ser calificado de apriete si sugería capacidad de dañar por fuera de lo legal. Pero el peronismo tenía entonces mayoría en el Congreso y LLA, hoy, no. Por eso el zafarrancho y de allí el posible impacto, indirecto, en la economía: el riesgo al que estaría expuesto el rumbo económico por la debilidad formal del Presidente. Su verdadera fortaleza es la expectativa de una buena elección en octubre y podría haberla afectado.
Por eso Milei debe ser cauteloso. Se dice que opinó desde la cuenta privada, no la oficial. Irrelevante. Es Presidente las 24 horas del día; algunos cargos se fusionan con la persona. También se arguye que tiene libertad de expresión como cualquier ciudadano. Pero no es cualquier ciudadano. La asimetría de poder implica restricciones a la expresión. Y también se sostiene que no se le puede pedir prudencia porque ganó siendo imprudente. Pero lo que sirve para llegar no siempre sirve para mantenerse.
Ser explosivo es útil cuando debe desarmar un Estado que sirve a muchos intereses corporativos que sólo llevan al atraso. Pero, de nuevo, debe reflexionar. Sirva la referencia a un cómic para no desentonar con las memecoins; lo habría dicho Damocles pero lo difundió el tío Ben: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Vale para Peter Parker, vale para Milei.