Irma Huanca, coplera: “el canto es mi forma de pensar”

Irma Huanca, coplera: “el canto es mi forma de pensar”

La creadora del Festival del Quirquincho espera cada carnaval para cantarle a la Pachamama.

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CON EL PONCHO Y LA CAJA. Irma recorre los festivales hace décadas. CON EL PONCHO Y LA CAJA. Irma recorre los festivales hace décadas.

Argentina soy, señores

pero, cerca de Bolivia

donde canta la Irma,

cualquier enfermo se alivia

Canta la coplera de El Bañado, Irma Huanca y dice que aprendió de memoria a hacer los versos que recita. En realidad, se llama Celestina pero su mamá la apodó con el nombre que hubiera querido que llevara. “A los 6 años, cuando acompañaba a mi papá a arriar la hacienda y lo escuchaba cantar, yo cantaba con él”, recuerda.

Hay una foto enorme en la sala de su casa, es un retrato de ella en la Ciudad Sagrada de los Quilmes. La coplera viaja hace décadas cantándole a las costumbres de los valles, a la Pachamama, al amor y dice que lo escuchaba a su padre andar sobre el caballo entonando un “mmmh, mmmmh”. “Yo le preguntaba: ‘¿qué es?’ y respondía: ‘es un comienzo, hija’”. Después de ese sonido empezaba la canción”, cuenta.

“El canto es mi forma de pensar. Pienso en verso”, dice Irma. Agrega que repite los versos hasta aprenderlos de memoria para después volcarlos en un cuaderno negro y de hojas grandes que resguarda miles de coplas y espera algún día publicar en un libro.

“Para encontrar mi casa hay que llegar hasta la iglesia, al frente está la canchita de fútbol”, indica la señora. Sobre la ruta 307 se ve una casa con una galería abierta donde hay varias mujeres tejiendo con lana y perros ovejeros que van y vienen. Te recibe Georgina, su hija y sigue tejiendo. Atrás de la casa hay un campo grande y muchas ovejas.

“Nací en un paraje llamado Cóndor Huasi, hace 77 años, en aquel cerro”, dice Irma y señala por la ventana. Fue durante 30 años cocinera de la Escuela N° 217 Ángel María Soria pero, intercalaba ese trabajo con sus viajes por todo el norte del país copleando. Recorrió escenarios del Valle Calchaquí y de la Puna, la conocen todos en la zona y la invitan siempre a cantar.

El festival del Quirquincho

“Lo que yo quiero es dictar talleres para que esta costumbre no se pierda, enseñarle a los chicos de las tradiciones y la cultura. No se puede perder la copla”, remarca la mujer sobre su objetivo en la vida.

Irma abre su manuscrito y cuenta: “Debo tener más de 200 coplas escritas acá. Si me olvido de escribir alguna, mi hija la anota”. En ese libro hay un capítulo triste, dice. Cuando enfermó de Covid, escribió coplas de despedida porque estaba muy grave de salud. “Creí que me iba. Estaba muy mal y dictarle versos a mi hija era lo que me hacía bien”, recuerda con angustia.

Incentivada por las ganas de mantener vivas las costumbres ancestrales, un invierno, hace 25 años atrás, la cantora tuvo la idea de hacer un festival. ”Le puse el nombre de ‘Festival del Quirquincho’, porque es un animal que debemos proteger como a la cultura del lugar”, reflexiona.

Este espectáculo, popular en la zona pero no tan divulgado en el resto de la provincia, se celebra durante dos días cada mes de julio. Comienza a la mañana con el izamiento de la bandera, ofrendas a la Pachamama y comidas regionales, además de la música. Termina al anochecer. “Cuando lo imaginé, iniciamos con artistas del valle, se fue corriendo la voz y fui trayendo conjuntos de otros lados”, relata la coplera. Luego de décadas de gestionar sola el festival y agotada por la edad, Irma cedió su labor a los jóvenes de El Bañado, para que continúen con un evento que se volvió importante en la región.

Coplas de amor

Unos ojitos he visto

y por esos ojitos me muero.

Ya sé que tienen dueño,

Pero así con dueño los quiero

La señora recita esa copla de amor y cuenta: “Se llaman ‘Relaciones’. Mi abuela me contaba que se decían hace 150 años para cortejar a las muchacha. Si a la chica le gustaba el varón, ella respondía bonito, con otra copla. Sino, lo mandaba a freír churros”, dice mientras se ríe.

Qué siente cuando canta

“La copla me reconforta el alma, me da alegría. Salgo a cantar en festivales, veo a mis amistades y vuelvo reanimada a mi casa, sana”, responde emocionada la coplera y agrega que hay días en que se siente “apagada” y que su hijo le dice bromeando: “Ya llega el carnaval, vas a estar bien” y ella le responde: “Aquí lo voy a esperar, con mi caja y mi tonada”.

Ella espera cada febrero con ansias. “Siempre me invitan a participar del carnaval en Amaicha y, aunque me paguen o no, yo voy. El año pasado, agarré mi poncho y mi caja y salí a la ruta a hacer dedo. Esperé dos minutos y me llevaron. Cuando quiero llegar, la Pacha me lleva”, remarca.

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