
Las plagas insectiles en el maíz durante la campaña 2024/2025 en el NOA fueron de las más variadas. Aunque la incidencia de muchas no fue tan importante, las condiciones ambientales, como el estrés térmico e hídrico, jugaron un papel crucial como moduladores en la dinámica poblacional de muchas de ellas. Así lo precisaron los técnicos de la sección Zoología Agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) Alejandro Vera y Augusto Casmuz.
Uno de los casos más relevantes es el de dalbulus maidis, la chicharrita del maíz, principal vector de enfermedades que desencadenaron la epifítia de la campaña 2023/2024. “Afortunadamente, los monitoreos realizados en enero, tanto con trampas cromáticas adhesivas como en el cultivo, reflejaron una menor presencia de la plaga en comparación con la campaña anterior. Si bien en la primera quincena de febrero se registró un leve incremento en su población, los niveles se mantuvieron por debajo de los observados en la epifítia pasada”, dijeron. No obstante, subrayaron que resulta fundamental intensificar los monitoreos para lograr detecciones tempranas, dado que este insecto es vector de un complejo patosanitario compuesto por dos molicutes (Spiroplasma y Fitoplasma) y dos virus (rayado fino y estriado del mosaico), lo que representa un riesgo significativo para el cultivo.
Históricamente, Spodoptera frugiperda ha sido la plaga más importante del cultivo de maíz, debido a su alto potencial reproductivo y gran capacidad migratoria, características que le permiten generar múltiples generaciones a lo largo del ciclo del maíz. Este fenómeno se ve favorecido por las altas temperaturas, que aceleran su desarrollo y aumentan la incidencia sobre los cultivos. La tecnología VIP3A demostró ser altamente efectiva en su control durante esta campaña; no obstante, en maíces convencionales y refugios, la incidencia inicial de la plaga fue elevada, agravado por el impacto del estrés abiótico, aumentando así la severidad de los daños en las plantas.
Por último, Helicoverpa zea encendió alarmas debido al cambio de susceptibilidad observado en la campaña pasada hacia eventos transgénicos con proteína Vip3A. “Es fundamental intensificar los monitoreos; en epecial, en etapas críticas como R1, debido a la preferencia de los adultos por oviponer en estigmas tiernos y jóvenes”, señalaron.
Agregaron que el breve período que la plaga permanece expuesta al exterior hace que las medidas de control deban ser precisas y oportunas para evitar que el insecto se introduzca en el interior de la espiga, lo que complicaría su manejo. Por tanto, herramientas de monitoreo y la toma de decisiones tempranas son cruciales para garantizar un control eficaz de esta problemática.
Soja
Respecto de la soja en el NOA, las condiciones ambientales limitaron el impacto de plagas primarias, pero favorecieron el auge de trips y arañuelas en soja.
“Las elevadas temperaturas y el déficit hídrico condicionaron la incidencia de plagas primarias en el cultivo de soja en el NOA. Insectos como los picudos (Rhysommatus subtilis) y las orugas, tanto defoliadoras como del complejo Spodoptera sp, han visto su impacto modulado por estas condiciones ambientales”, puintualizaron los técnicos de la Eeaoc.
Resaltaron que la tecnología Bt continúa siendo efectiva contra las plagas objetivo para las cuales fue desarrollada. “No obstante, la presencia de Rachiplusia nu en cultivos de soja Bt se convirtió en tendencia recurrente, situación ya detectada en las últimas cuatro campañas. En las sojas sin eventos Bt, se registró una fuerte incidencia inicial de orugas bolilleras (Helicoverpa gelotopoeon) en enero, favorecida por el estrés térmico y la sequía.
En estas últimas semanas, los cultivos de soja no Bt experimentaron una mayor incidencia de Anticarsia gemmatalis, mientras que defoliadoras como Rachiplusia nu y Chrysodeixis includens mostraron un incremento moderado en la primera quincena de febrero. En la soja Bt, se detectaron principalmente las orugas Rachiplusia nu y el complejo Spodoptera, con predominancia de Spodoptera cosmioides.
En cuanto al picudo negro de la soja, registró elevada presencia en áreas puntuales, pero en general su incidencia en Tucumán fue baja debido a la escasez de lluvias. La emergencia de Rhysommatus subtilis está estrechamente ligada a los pulsos pluviométricos, por lo que las recientes precipitaciones deben activar las alertas de monitoreo; especialmente en períodos de mayor susceptibilidad del cultivo. Estas lluvias también favorecieron la detección del complejo de chinches, destacándose Dichelops furcatus y Nezara viridula en muchos lotes de la provincia.
En el NOA, la presencia de trips y arañuela, plagas generalmente secundarias, cobraron protagonismo en las últimas campañas debido al efecto de “Niña”. Estas plagas diminutas, muchas veces subestimadas como los ácaros y trips, tienen un ciclo muy corto y se ven favorecidas por el estrés térmico e hídrico. Comienzan en malezas o cultivos deficitarios y, a partir de ahí, se multiplican y dispersan en todo el lote. Es importante destacar que las condiciones de estrés abiótico de enero requirieron intervenciones químicas para su control; en especial cuando su presencia aumenta en el estrato inferior al medio.
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