

"El corazón tiene razones que la razón ignora", dijo Blas Pascal. Y no mentía. El amor es, sin dudas, la fuerza más poderosa y enigmática conocida por el ser humano. Es fuente de inspiración para la creación sublime y, también, un impulso para las acciones más audaces. Por amor se libraron guerras y se construyeron imperios. Pero también por él se cometieron las locuras extravagantes. Y es que cuando el amor toca la puerta, el juicio a menudo se toma vacaciones.
Viajar a otra provincia, dejar todo o deshidratarse de tanto llorar son extremos a los que se puede llegar por amor. En la víspera de San Valentín, las redes sociales se inundan de corazones, bombones y mensajes melosos. Pero, más allá de los regalos y de las cenas románticas, el 14 de febrero es una fecha que invita a reflexionar sobre el amor en todas sus formas y evocar con una sonrisa las locuras que cada quien cometió siguiendo esta fuerza. A corazón abierto, algunos jóvenes contaron sus historias a LA GACETA.

Como es el caso de aquella joven que llevó su pasión al extremo. Corría el año 2019, y como cualquier adolescente de 16 años, vivía el amor con una intensidad abrumadora. Tanto que, tras una decepción amorosa, se entregó al llanto desconsolado durante horas, sin probar una gota de agua. El resultado: una deshidratación severa que la llevó a parar al hospital, con suero en el brazo y una playlist dedicada a su amor perdido resonando en sus oídos.
Para hacerlo más de novela, la aguja del suero atravesaba la piel justo donde llevaba la pulsera que compartía con su ex "casi algo", un recordatorio constante del amor que la había llevado hasta allí. Esta historia, tan dramática como real, abre las puertas a un mundo testimonios que demuestran que el amor empuja a las personas a hacer cosas que nunca se hubieran imaginado.
“Ir hasta Paraná para verla”
Al toparse con la pregunta "¿qué es lo más loco que hiciste por amor?", Nahuel López recuerda la vez en la que se puso de novio con una chica que conoció en Tinder: el único problema es que él era de Tucumán y ella, de Entre Ríos. “Parecía un vínculo sólo para charlar, pero poco a poco nos fuimos conectando y enamorando. Lo último que pensaba es que iba terminar pasando lo que pasó", relata.
Entre mensajes y dedicatorias de canciones, iniciaron una pareja desde la virtualidad y, poco tiempo después, quisieron verse. “Tomé la decisión de viajar en bondi hasta Paraná. Tardé unas 13 horas y no pude dormir de los nervios. Al bajar del ómnibus, literal(mente) las piernas no me respondían. Ella ya me esperaba ahí en la terminal”, recuerda Nahuel con emoción.
Pero, como en muchas relaciones a distancia, las cosas no fueron fáciles. Tras varios meses de escapadas de fin de semana entre Tucumán y Paraná, la lejanía terminó por separarlos. “Era muy difícil mantener una relación a distancia", explica Nahuel, quien ahora, dos años después, sigue sin salir con nadie más. A pesar de que no triunfó el amor, mantiene las vivencias en su corazón sin una pizca de arrepentimiento.
"Me fui de sorpresa a Chubut"
Otra historia de amores que desafían a la distancia es la de Ángel Salegas, quien con 18 años y por primera vez saliendo solo de su provincia, se embarcó en un viaje a Chubut para ver a su novia. Hacía dos años que estaba en pareja con una chica que, por motivos familiares, debió mudarse a la provincia del sur. “Se fue pensando que iba a volver a Tucumán y, al final, nunca más regresó”, rememora. Sin embargo, el amor pudo más, y a los seis meses de su partida, decidió sorprenderla con una visita inesperada.
“A los seis meses no aguanté y fui a verla, me mandé de una. Allá pasé las mejores dos semanas de mi vida”, confiesa. “Nos dimos un cierre a la relación porque iba ser muy difícil continuar a distancia. Lloramos mucho, pero terminamos en buenos términos”, dice. También admite que sigue queriéndola y que de vez en cuando se mandan mensajes. A pesar del final de la relación, Ángel guarda un buen recuerdo de aquella aventura.
Estas historias, llenas de emociones, sacrificios y decisiones impulsivas, reflejan lo que se puede llegar a hacer cuando el amor llama. Todos tienen algún recuerdo que contar sobre las veces en las que sintieron esa pasión que hace desafiar las reglas, las distancias y, a veces, hasta la propia razón.