Jugó en San Martín de Tucumán, le diagnosticaron una extraña enfermedad, pero no se rindió: "El fútbol nos prepara para la presión"

Jugó en San Martín de Tucumán, le diagnosticaron una extraña enfermedad, pero no se rindió: "El fútbol nos prepara para la presión"

Sergio Comba padeció un cáncer que afecta a los ganglios y, tras una extensa carrera futbolística, hoy disfruta de su familia y su trabajo como representante.

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RELAJADO. Sergio Comba disfruta de la vida después del fútbol y cada vez que puede, se dirige a un bar rafaelino para saludar a sus amigos. RELAJADO. Sergio Comba disfruta de la vida después del fútbol y cada vez que puede, se dirige a un bar rafaelino para saludar a sus amigos. Foto de Gonzalo Cabrera Terrazas/LA GACETA.

Con una enorme sonrisa, Sergio Comba ingresó al bar ubicado en Boulevard Santa Fe 356 de Rafaela. Saludó a los dueños de la confitería y se dispuso a tomar asiento cuando el mozo lo señaló con una frase cargada de admiración: “Este fue un gran futbolista”. No exageraba. A los 46 años, Comba es un verdadero trotamundos del fútbol: jugó en 22 equipos de Argentina y del exterior. Pero su historia en San Martín de Tucumán fue diferente: un antes y un después en su vida.

El delantero defendió la camiseta del "Santo" en la temporada 2000/01, pero su carrera se vio interrumpida por una noticia que lo golpeó de lleno: le diagnosticaron la enfermedad de Hodgkin, un tipo de cáncer que afecta los ganglios linfáticos. “Estábamos concentrados previo a un partido y Daniel López me tocó el hombro y sintió unas pelotitas. Me preguntó qué tenía. Yo ni me había dado cuenta, pero al revisarme me di cuenta de que estaban por todos lados”, recordó.

Lo que en un principio parecía una inflamación normal terminó siendo el inicio de una batalla inesperada. “Al mes fui al médico. Todos los análisis de sangre daban normales, salvo uno que no me salió bien. Mi representante, Marcelo Simonian, rápidamente intervino y se hizo cargo del tratamiento. Me trasladé a Buenos Aires y me enfoqué sólo en cumplir con el objetivo de recuperarme”.

El fútbol, su profesión y pasión, quedó en pausa. Pero nunca sintió que fuera una despedida. “Nunca tuve ganas de tirar la toalla. No había otra opción. En el fútbol estamos preparados para la presión y los desafíos constantes. Sabía que si todo salía bien, iba a volver a entrenarme”, cuenta Comba.

Y volvió. Luego de completar el tratamiento, Defensores de Belgrano le abrió las puertas. “Me dejaron entrenarme y me apoyaron en todo. Fue el reinicio de mi carrera”. A partir de allí, su camino lo llevó a recorrer distintos clubes del mundo: Nantes (Francia), Pistoiese (Italia), Sarmiento de Junín, Ferro, Defensores de Belgrano y muchos más.

Pero el tiempo pasa y, como él mismo asegura, “el fútbol te dice basta”. Colgó los botines a los 39 años y hoy se dedica a representar jugadores. “No me gustaba la idea de ser técnico, pero sí quise seguir vinculado al fútbol. Estoy insertándome de a poco en la representación y me gusta”, contó.

El orgullo de Comba por seguir activo en el deporte

Comba se mantiene activo: boxeo, ciclismo y, sobre todo, tiempo en familia. “Perdí muchos momentos importantes con mis hijos por el fútbol. Ahora los disfruto mucho más”. No extraña jugar, pero su pasión por el deporte sigue intacta. Y aunque su historia lo llevó por el mundo, San Martín sigue ocupando un lugar especial en su corazón. “Recibí un apoyo enorme de la gente en ese momento difícil. No me olvido de eso”, concluyó.

Desde aquel joven que ingresó a La Ciudadela con ilusiones hasta el hombre que hoy camina por Rafaela con una sonrisa y una nueva meta, Comba es un ejemplo de resiliencia. De superar lo impensado y seguir adelante, siempre con el fútbol como bandera.

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