
El sueño es un pilar fundamental para la salud, tanto física como mental. Durante el descanso, el cerebro lleva a cabo procesos clave, como la consolidación de la memoria, la eliminación de toxinas y la regeneración de conexiones neuronales. Sin embargo, no solo la cantidad de horas dormidas influye en el bienestar cerebral, sino también la calidad y la manera en que se descansa.
Diversos estudios han demostrado que ciertos hábitos al dormir pueden favorecer o afectar el funcionamiento cognitivo a largo plazo. Adoptar una rutina de sueño adecuada no solo ayuda a sentirse más alerta y concentrado durante el día, sino que también puede ser clave en la prevención de trastornos neurológicos.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando dormirnos?
Un estudio reciente determinó que tanto la calidad como la cantidad del sueño influyen en la actividad cerebral y que la falta de un descanso adecuado puede afectar el rendimiento cognitivo. Además, el déficit de sueño ha sido señalado como un posible factor en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

La investigación, publicada en Alzheimer’s and Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association, destaca que un descanso reparador permite al cerebro consolidar recuerdos y eliminar toxinas acumuladas durante el día.
Asimismo, la fase REM –caracterizada por los movimientos oculares rápidos– desempeña un papel clave en la consolidación de la memoria. Si esta etapa del sueño no se cumple de manera adecuada de forma recurrente, podría aumentar el riesgo de deterioro cognitivo, elevar los niveles de estrés y cortisol, y afectar el hipocampo, una región fundamental para la memoria.
En esta fase, se presentan movimientos oculares rápidos, sueños vívidos y un aumento de la actividad cerebral, que es fundamental en el procesamiento y consolidación de recuerdos, lo que tiene relación con el aprendizaje y el estado de ánimo
¿Cómo dormir para cuidar la memoria y prevenir el alzheimer?
Conocé algunas claves que puede tener en cuenta para tener un descanso de calidad:
- Dormir en un ambiente oscuro, silencioso y con temperatura adecuada.
- Evitar el consumo de alcohol, cafeína y cenas pesadas antes de acostarse.
- Mantener horarios regulares para acostarse y levantarse.
- Evitar siestas prolongadas, limitándolas a 30 minutos.
- Realizar actividad física diaria, pero no antes de dormir.
- Dejar de ver pantallas, al menos 30 minutos antes de acostarse.