![Ale Casas Cau](https://img.lagaceta.com.ar/fotos/avatar_lector/202287/202287_20240102153920.jpg)
![El desafío de la equidad de género en el deporte](https://img.lagaceta.com.ar/fotos/notas/2025/01/30/970x700_1069176_202501291858340000001.webp)
El deporte sigue siendo un escenario de contrastes en materia de género. Por un lado, persisten barreras y prejuicios que afectan principalmente a las mujeres y minorías que desafían las normas establecidas; por otro, se observan avances que, aunque impulsados en parte por lo comercial, contribuyen a generar referentes femeninas y a transformar la industria de manera gradual.
Recientemente, el plantel de El Talar, un equipo de básquet femenino, denunció un hecho alarmante mientras se preparaba para disputar un partido de la Liga Nacional Femenina de Básquet. Durante su estadía en el Club Náutico Sportivo Avellaneda en Rosario, las jugadoras fueron filmadas mientras se bañaban en los vestuarios. El responsable utilizó un celular para grabarlas a través de una abertura en la pared que separa los baños de hombres y mujeres. Ante la violación de su privacidad, las basquetbolistas decidieron no presentarse al partido, una decisión que refleja el impacto del incidente. Este hecho subraya la continua vulnerabilidad de las mujeres en espacios que deberían ser seguros y respetuosos.
Por otro lado, en el mundo del fútbol, el exárbitro inglés David Coote reveló recientemente que ocultó su homosexualidad por miedo a represalias y ataques homofóbicos. En una entrevista con The Sun, Coote compartió cómo la discriminación y las amenazas de muerte lo llevaron a refugiarse en la cocaína como una vía de escape. Su testimonio pone de manifiesto cómo la homofobia sigue profundamente arraigada en el deporte, un entorno donde muchos aún deben ocultar su orientación sexual por temor a las reacciones del entorno.
A pesar de estos episodios, también hay avances que muestran el potencial transformador del deporte. Un ejemplo claro es la reciente transferencia de Naomi Girma al Chelsea por U$S 1.1 millones, un hito histórico en el fútbol femenino. Por primera vez, una jugadora supera la barrera del millón de dólares en un fichaje, simbolizando un reconocimiento económico y comercial que hasta hace poco parecía impensable. Además de ser una de las defensoras más destacadas del mundo, Girma se ha convertido en un referente para muchas niñas, ofreciendo una figura femenina que comienza a recibir contratos y visibilidad similares a los del fútbol masculino.
Este contraste entre hechos tan distintos pone de manifiesto la profunda desigualdad de género que persiste, pero también la posibilidad de cambio. Mientras las jugadoras de El Talar son víctimas de una violación a su privacidad y un árbitro teme vivir su orientación sexual abiertamente, las cifras millonarias del fichaje de Girma representan un avance tangible, aunque aún limitado al ámbito comercial. Sin embargo, estos avances no deben ser subestimados. Tener figuras como Girma no solo es un reflejo de la visibilidad ganada por el fútbol femenino, sino también una señal de que las puertas para las atletas están empezando a abrirse de manera más equitativa, algo que puede inspirar a generaciones enteras de mujeres deportistas.
Es claro que el camino hacia una verdadera equidad de género en el deporte está lleno de contradicciones. Las denuncias de acoso y violencia de género siguen siendo un recordatorio de que la lucha está lejos de terminar. Sin embargo, los avances en términos de representación, visibilidad y oportunidades económicas nos muestran que el cambio es posible. El desafío ahora es que estos progresos, aunque positivos, no se queden en lo superficial ni se limiten a unos pocos sectores del deporte. Para lograr una transformación real, necesitamos que estos avances sean profundos y transversales, afectando todas las dimensiones del deporte y construyendo espacios inclusivos, seguros y respetuosos para todas las personas, sin importar su género, orientación sexual o identidad.