![Lucía Lozano](https://img.lagaceta.com.ar/fotos/avatar_lector/35/35_20211001090522.jpg)
![Viaje a Islandia: un tucumano cumplió su sueño de convertirse en un cazador de auroras boreales](https://img.lagaceta.com.ar/fotos/notas/2025/01/29/970x709_viaje-islandia-tucumano-cumplio-sueno-convertirse-cazador-auroras-boreales-1069174-190759.webp)
Fueron 11 días de soledad, de clima extremo, con temperaturas bajo cero, de estar atento a lo que informe el servicio meteorológico. A bordo de una camioneta camber, Carlos Maurin salía en medio de la noche a vigilar el cielo en busca de luces extrañas. ¿Ovnis, pruebas nucleares? Nada de eso. Lo que este joven tucumano esperaba, después de viajar casi 11.000 kilómetros, era la aparición de la aurora boreal, uno de los fenómenos naturales más fantásticos del planeta.
Maurin, que tiene 35 años y es economista, acaba de volver de hacer el viaje más alucinante de su vida. Recorrió Islandia en la piel de un cazador de auroras boreales. En su retina continúan, imborrables, las imágenes de aquellos horizontes, detrás de los cerros, con líneas verdes viboreantes y las cortinas de luz fluorescente que se presentan como una foto psicodélica.
Bailan, cambian de formas, pintan todo el cielo de colores. Las auroras boreales, según describe, obligan a los ojos a no parpadear, por temor a que se rompa la magia. Todo lo previo vale la pena: enterrarse en la nieve, respirar toneladas de aire helado, exponerse en la ruta con vientos de más de 100 kilómetros por hora y el asfalto congelado, apunta Carlos. Ha regresado maravillado también con los imponentes paisajes volcánicos, glaciares milenarios y cascadas de Islandia. En esta nota nos da detalles de la incomparable experiencia que vivió desde el 11 y hasta el 22 de diciembre.
![SOBRE EL HIELO. El frío durante el invierno islandés es crudo.](https://img.lagaceta.com.ar/fotos/notas/2025/01/30/1069174_202501291858300000002.jpg)
- ¿Cuándo y cómo surgió la idea de viajar a Islandia?
- La idea surgió en noviembre, cuando nos visitó uno de mis hermanos que vive en Australia. Estábamos charlando sobre lo lindo que es viajar y hablábamos de destinos locos que nos gustaría visitar. Y en ese momento recordé que siempre había sido mi sueño ver las auroras boreales. Volví a mi casa y me senté en la compu y me puse a investigar, y ahí tomé la decisión de ir.
- ¿De qué se trató el viaje y cuánto duró?
- El objetivo era ir a cazar auroras boreales. Digo cazar y no ir a ver, porque justamente de eso se trata, de ir a cazarlas porque no es algo que pase en todos los lugares y en cualquier momento. Tenés varias aplicaciones que te calculan más o menos la probabilidad de que se genere una aurora boreal en distintos puntos. Además, hay que tener en cuenta el clima, que esté despejado. Estás permanentemente chequeando la página del clima de Islandia que te dice a qué hora y dónde va a estar despejado para poder ver una aurora. Tenés que estar atento e ir moviéndote en función de eso. Y tener en cuenta el lugar, porque si estás en una ciudad hay que salir a buscar sitios más oscuros para poder observarlas. El viaje duró 11 días porque la idea era darle la vuelta completa a la isla, además sabiendo de que tiene un clima bastante hostil y tenés que ir con un margen de tiempo aceptable para lograr el objetivo.
- ¿Cómo armaste tu travesía?
- Alquilé una camioneta camper, un vehículo que está adaptado para que puedas dormir ahí. Estaba muy bien equipada y calefaccionada. Tenía un sillón que se transformaba en cama, tenías utensilios para cocinar, un quemador pequeño. Lo podía usar como medio de movilidad y además como una casa. Con ella me di la vuelta completa a la isla que son aproximadamente unos 2.500 kilómetros.
- ¿Qué fue lo que más te gustó, qué cosas te sorprendieron?
- Lo que más me gustó fueron las auroras, la actividad de ir a cazarlas. Y, por supuesto, conocer lugares que realmente parecen salidos de otro planeta. Me sorprendió muchísimo la diversidad de paisajes. Te podés encontrar un volcán, un glaciar y el mar en el mismo contexto. Tenés planicies extensas, cascadas, cordones montañosos, cuevas de hielo, lagunas, playas con arena negra, o sea, con arena volcánica, aguas termales por todos lados, muchas de ellas con acceso público; en algunos casos un precio bastante accesible. Me sorprendió también mucho el clima. y lo hermoso y lo hostil que puede ser al mismo tiempo. Vas por la ruta manejando con un cielo totalmente despejado, azul, espectacular, un sol hermoso que te alumbra todo el camino y te da una cierta calidez, y de repente, de un minuto a otro, se nubla, se llena de niebla, empieza a nevar y corren vientos de hasta 100 kilómetros por hora, que realmente si vos abrís la puerta del vehículo te puede arrancar. La ruta se congela. Todo eso hace que tengas que ir muy despacio o que directamente tengas que parar, y parar por ahí no es una opción porque no hay banquina, las rutas son bastante angostas y de un carril en su mayoría, y algunas no están asfaltadas, así que tenés que ir muy despacito hasta que encontrás alguna bifurcación o algo donde puedas detenerte. El frío es más seco, no lo sentí tanto en los huesos como acá en Tucumán, pero si te descuidás te congela. Un día que hizo menos 11 grados, estuve prácticamente como 15 minutos para recuperar la sensibilidad de la cara, no podía modular bien, no podía hablar.
- ¿Fuiste con una planificación o fuiste decidiendo mientras estabas ahí?
- Planifiqué básicamente el 80% del viaje, hasta el más mínimo detalle, porque la verdad que ir a Islandia, sobre todo en invierno, sin planear cada paso, no es muy recomendable, especialmente porque en esta época del año el día es muy corto, no tenés más de cinco horas de luz. Ahí amanece a las 11 de la mañana y oscurece antes de las cuatro de la tarde. Entonces, no tiene sentido ir a una cascada o a un cañón si no tenés luz, porque no ves nada. Yo tenía planeado a qué hora salía, a qué hora me iba a dormir, cuántas horas manejaba, parada por parada, cuántos kilómetros había de un lugar a otro, etcétera. Además, en invierno muchos de los campings cierran, y no podés parar con la camper en cualquier lado. Entonces, yo tenía programado dónde parar.
-¿Qué significó este desafío para vos?
- Sin dudas, fue el viaje de mi vida. Conocí lugares inimaginables, paisajes que no me esperaba ver. Fue un viaje de introspección también porque viajé solo y no me crucé prácticamente con nadie. Estuve días sin cruzar palabras con gente. Eso me puso a prueba y pude disfrutarlo de otra forma. Visitar un lugar que parece para nosotros tan lejano, que es muy extremo, e ir solo en una camper fue un desafío increíble.
- Qué podrías destacar de la cultura de la gente de Islandia?
- La cultura es algo para destacar sin dudas, uno piensa que los islandeses, por haber sido vikingos, son como rudos, con una presencia que te intimida, y es todo lo contrario. Son como cualquier otra persona del planeta; de hecho son súper amables y te hacen sentir bastante bien, muy cómodo. Son respetuosos de la naturaleza, cuidan muchísimo las atracciones turísticas para que la gente no arruine la armonía con la naturaleza, sobre todo en verano, que se satura, y la naturaleza es muy frágil allá por esto del clima tan extremo. Sin duda, tienen muchísima confianza en los visitantes, en el sentido de la ética y la moral del turista. Por ejemplo, en el caso de los campings, no hay personal para hacer check-in o check-out. Ellos ponen un QR que lo pegan en ciertos lugares del camping donde vos vas, lo escaneas y pagás por internet. No tenés contacto con nadie del personal. Se manejan de esa forma, son muy honestos y confían en los otros.
- Cuáles fueron los lugares más alucinantes que recorriste?
- Fui a una playa de arena negra que estaba a la par de una laguna glaciar y recibía todos los bloques de hielos grandes que se desprendían del glaciar y llegaban y se estacionaban en la playa, justo en el horizonte. Al atardecer, podías ver cómo el sol se reflejaba en estos bloques de hielo y parecían diamantes que brillaban, por eso como comercialmente le dicen Diamond Beach. Después está el cañón de Fjaðrárgljúfur, que es gigante, hermoso; la cascada Godafoss, cuya traducción es “la cascada de los dioses”. Es imponente, muy linda. Pero sin duda lo que más me gustó fue un lugar llamado Vestrahorn, donde había una montaña de fondo, hermosa, con una forma bien rara. Cuando la mirabas de frente, por un lado tenías el agua que venía del mar, y por el otro lado había agua que se había congelado, y se transformó en una especie de pista de patinaje natural, increíble. Estuve deslizándome ahí por horas, mientras me tomaba unos mates y manejaba un dron.
-¿Cómo eran tus días allá?
- Me levantaba a las 7 de la mañana, desayunaba muy fuerte para poder tirar hasta la noche, porque no tenía mucho tiempo de cocinarme el mediodía. Chequeaba el estado de las rutas, puesto que hay veces que cierran porque están congeladas o tapadas de nieve. Terminaba de repasar el itinerario y bueno, salía la ruta cuando todavía era de noche, porque amanece a las 11 de la mañana, para poder llegar al primer lugar y apreciarlo con el amanecer. Recorría los sitios que me interesaban durante el día, hacía todas las actividades posibles, como visitar cascadas, hacer pequeñas caminatas. Por ejemplo, subí a un volcán inactivo, caminé en una cueva de hielo, fui a las playas de arena negra, visité cañones, quebradas, lagos congelados, hice snorkel en una grieta intercontinental, que fue una cosa de locos. Trataba de estar en el camping no más tarde de las ocho de la noche, con la idea de no manejar tanto en la oscuridad. Me pegaba un baño, cocinaba y me instalaba en la camper a esperar el momento de salir a cazar auroras, que se podía extender hasta las tres o cuatro de la mañana a veces. Un par de veces manejé como 100 kilómetros en la noche, aunque no era muy recomendable. Los camping allá son muy buenos, algunos tienen internet, cuentan con buena calefacción, espacios comunes. El dato de color: el agua para bañarse es increíble porque se calienta de forma geotérmica gracias a los volcanes.
- Puede parecernos un viaje imposible, ¿se necesita mucha plata?
- La verdad, no es un viaje barato. Islandia encima es más caro que el promedio de los países de Europa. Por un lado, hay que buscar la combinación de vuelos que te permitan llegar ahí de la forma más barata, pero tratando de tener un equilibrio con la cantidad de paradas y horas porque si se hace mucho más largo el viaje, llegás cansado también y tenés que llegar con todas las pilas. Por otro lado, recomiendo alquilar la camper, porque ahí tenés movilidad y hospedaje al mismo tiempo. Si querés hacer la otra modalidad que es ir a hoteles, bueno tenés que pagar desde 120 o 150 dólares la noche, y encima tenés que alquilar el auto y pagar el combustible también. Es recomendable no pagar tours, porque tenés que ir al ritmo de mucha otra gente y además son costosos. En cambio si vas con la camper, en hospedaje tendrías que pagar el camping, que está entre 15 y 25 dólares, más el costo del alquiler de la camper (con seguro incluido, 10 días cuesta 1.200 dólares e incluye una tablet con GPS e internet) y el combustible (entre 400 y 500 dólares para dar vuelta a la isla). Realmente, haciendo número es muchísimo más barato. Otra cosa es cocinar en el camping. Yo llevé algunas cosas de Argentina, como pasta seca, arroz, muchas barras de cereal, y bueno eso me permitió bajar un poquito los costos. Y lo otro bueno es ir en invierno, que es considerado temporada baja, a pesar de que se puedan ver las auroras. Así que tenés ahí, bueno para mí es un extra, porque son dos viajes totalmente distintos, ya que en verano no se las puede ver.
- ¿Se cumplieron todas tus expectativas? ¿Fue más de lo que esperabas?
- Se cumplieron mis expectativas y mucho más. No podés entender, lo que es el paisaje, no dejar de mover la cabeza buscando y tratando de ver todo y tratar de guardar las imágenes en tu cabeza.