En su carta “Genealogías“, el lector Máximo Méndez (19/01) niega y sin mayores argumentos el origen sefardita de las familias patricias argentina, tal cual figura en mi artículo “Blasones” (16/01). Pues bien y a propósito, transcribiré a continuación el párrafo de mi carta que tanto parece haberle afectado a nuestro lector: “ilustres hombres cívicos y soldados argentinos que lucharon en la emancipación, en la época de rosas y posteriores llevan apellidos de origen judeo-portugués, v.gr.: Pacheco de Melo, Salguero, Darregueira, Barros, Acevedo, Passo, Vieytes, Freire, Cabral, Dorrego, Sa, Aldao, Ramos, Báez, Pinedo, Andrada, Pinto, Almada, Costa, Lima, Piñeiro, Silva (Pazos Silva, Avellaneda Silva), Drago, Rocha, Méndez, Fragueiro, Duarte, Gonzaga, Ramasco, Borges, Vieyra, Paiva, Viale, etc. También lo son Pereyra, Brito, Araujo, Maciel, Cardozo y muchos más”. Lo cual se encuentra debidamente documentado en el Archivo de Indias de Sevilla y Torre do Tombo de Lisboa, entre otros. La bibliografía consultada para realizar el artículo de marras es la siguiente: 1- José Ramos Mejía: “Rosas y su tiempo“, Tomo I: “La colonia“, p.p. 231/237, Buenos Aires, 1948. 2- Arturo Garvich: “Los cristianos nuevos portugueses”, Buenos Aires, 1987, Sociedad Argentina de Historiadores. Ambos, a disposición de los lectores en la biblioteca central de la Facultad de Filosofía y Letras de La UNT. 3- José Toribio Medina: “La Inquisición de las provincias del Plata”, Buenos Aires, 1945, Huarpes. 4- José Torre Revello: “La sociedad colonial”, Buenos Aires, 1945, Ateneo, y “Crónicas del Buenos Aires colonial”, Buenos Aires, marzo de 2004 (última edición), capítulo XVI: “La nobleza”, p.p. 311/334 (disponible en “Cúspide”). Le recomendamos además al lector Méndez que se tome el trabajo de leer detenidamente las disposiciones de la Asamblea del año XIII; relativas a la ostentación de blasones y/o falsos títulos de nobleza. Se confunde, por otra parte, el término conquistador con colonizador, siendo los primeros intérpretes intrépidos -y despiadados- exploradores de nuevas tierras; mientras que los segundos, en su mayoría, conversos forzados que renuncian al Viejo Mundo con el objeto de crear en estas partes una sociedad libre, sin presiones de Inquisición ni fanáticas persecuciones.
Arturo Garvich
Las Heras 632 - S. M. de Tucumán