
El café, una bebida virtuosa: esa que por las mañanas nos despierta cuando tenemos los ojos pegados y que además la ciencia la ha celebrado por sus ventajas al bienestar ya que mejora la función cardiovascular y potencia el rendimiento físico. Pero existe un detalle, esta bebida no es conveniente en cualquier horario. ¿Cuál es el momento límite del día en que podemos tomarla?
El café es una de las bebidas más consumidas del mundo. Distintos estudios y organizaciones afirman que lo más recomendable es tomar entre 2 y 3 tazas de café por día, lo cual implicaría unos 300 miligramos diarios. Esta cantidad resulta beneficiosa para la salud, destacando ventajas como mejoras en el proceso digestivo, reducción del riesgo de padecer diabetes, cáncer y enfermedades neurodegenerativas, así como beneficios para el rendimiento físico durante el entrenamiento.
La cafeína, el componente activo del café que puede estropear nuestro descanso
Aunque las ventajas son numerosas, el café no puede beberse en todo momento. Existen tiempos adecuados en los que debemos incorporar esta bebida a nuestra dieta y esto se debe a su principal componente activo: la cafeína. Este actúa como estimulante del sistema nervioso central, que puede afectar a nuestros ciclos del sueño y a nuestro descanso.
Los efectos de la cafeína comienzan a sentirse entre 30 y 45 minutos después de ser consumida y pueden durar hasta seis horas o más, dependiendo de la tolerancia de cada persona. Esto significa que una taza de café en la tarde podría seguir afectando tu capacidad para conciliar el sueño varias horas después. Por esta razón, el momento del día en que decidís tomar tu último café es clave para garantizar un descanso reparador.
¿Cuándo deberíamos tomar el último café, según la ciencia?
Si acostumbrás dormir a las 23 h, los expertos recomiendan que la última taza de café sea entre las 16:15 y las 16:30. Este margen de tiempo permite que los efectos de la cafeína disminuyan significativamente antes de acostarte, ayudando a que tu cuerpo entre en un estado más relajado y propicio para el sueño. De lo contrario, el consumo tardío de cafeína puede interferir con los patrones de sueño, provocando insomnio o reduciendo la calidad del descanso.
Si necesitás un pequeño impulso energético después de las comidas o durante la tarde, considerá opciones con menor contenido de cafeína, como el té, que tiene un efecto más suave y menos duradero. Otra alternativa es el café descafeinado, que ofrece el mismo sabor y calidez sin los efectos estimulantes que pueden dificultar el sueño. Estas opciones son ideales para quienes desean disfrutar de una bebida caliente sin comprometer su descanso.