La vida permanente en el Salar de Uyuni es inviable. Pasar mucho tiempo en la zona también resulta extremadamente complejo. Solo en los alrededores del salar existen pequeñas comunidades indígenas adaptadas a vivir en este entorno. Los más de 10.500 kilómetros cuadrados de territorio boliviano conforman el desierto de sal más grande del planeta. La hostilidad del lugar impone respeto: para ingresar, hay que estar preparado. Existen formas de hacerlo, principalmente a través de actividades turísticas, con los recaudos necesarios para que la experiencia sea buena.
Cinco tucumanos, en lugar de hacer turismo, decidieron competir en el Uyuni Challenger, una carrera de bicicletas de montaña que tuvo como etapa más exigente un recorrido de 140 kilómetros sobre el terreno de sal virgen. Este salar, además, alberga la mayor reserva de litio del mundo. “Hay cosas que no se pueden hacer en el salar”, expresó Ricardo Salguero, el principal motivador del grupo, quien propuso este desafío a Gabriela Simonelli, Graciela Buzzano, Cecilia Echanique y Valeria Pérez de Nucci.
El desafío, que se realizó por séptima vez, organiza la logística necesaria para pedalear sobre la superficie plana y blanca del salar. Fuera del evento, resulta muy difícil andar en bicicleta en esa región, no solo por lo complicado, sino también por lo peligroso. Esa combinación atrajo a los cinco tucumanos y a casi 300 ciclistas más, entre ellos representantes de Bélgica, Francia, Brasil, Perú, Chile, Ecuador, Uruguay y Paraguay.
La esencia de la carrera recuerda al Dakar: recorrer lugares inhóspitos en los vehículos preferidos y descubrir los propios límites. Ese fue el aspecto que más satisfizo al quinteto. Salguero, ciclista desde 1984, se especializó en ciclismo de montaña en 2004 y se capacitó como instructor. Las cuatro mujeres son sus alumnas, y en ellas vio el potencial necesario, al menos, para completar la carrera.
Sin embargo, Salguero decidió elevar la meta. “Al principio, la propuesta era terminarla, pero durante el entrenamiento se veía que estaban para más”, recordó. Ese “extra” apuntaba a alcanzar los podios en cada categoría. Aunque el instructor confiaba plenamente en ellas, las bikers lo miraron con sorpresa cuando, al cambiar el objetivo, agregó una dosis extra de ansiedad a la preparación.
“Junto a mis compañeras ‘Chechu’, ‘Gaby’ y ‘Vale’, nos enfrentamos a un doble reto: ninguna de nosotras había competido antes”, reveló Buzzano. ¡Qué debut competitivo eligió el entrenador! “Ricardo nos preparó física y mentalmente, dándonos la confianza y las herramientas necesarias para afrontar el desafío”, agregó la cardióloga. A sus 63 años, no dudaría en recetar un Uyuni Challenge, considerando su especialidad en Medicina Antienvejecimiento y Longevidad Saludable. “Fue mucho más que una carrera. Fue una lección de vida, una muestra de que nunca es tarde para enfrentar nuevos retos y alcanzar metas que parecen inalcanzables”, reconoció.
La segunda de las tres etapas de la competencia fue especialmente emotiva, con lágrimas de alegría y satisfacción. “Guardaré en mi corazón y mi memoria cada día vivido. Estuvimos a la altura del evento y lo dimos todo”, afirmó Echanique que es Diseñadora de Interiores. Cuando divisó el monumento del Dakar, punto donde finalizaban los 140 kilómetros del salar propiamente dicho, lloró de emoción.
El desempeño del quinteto comenzó a destacar desde la primera etapa. “El primer día fue un tramo de escalada: pasamos de los 3.700 a los 4.250 metros. Nada técnico, solo físico, corazón y cabeza. Los cinco completamos la etapa con excelentes resultados”, detalló Salguero.
Las corredoras comenzaron a notar cambios en sí mismas. “Para mi sorpresa, me sentí muy bien, a pesar de la exigencia de subir tantos metros sobre el nivel del mar. Así que perdí los temores”, recordó Simonelli, profesora y jefa del Departamento de Física en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT. “Lo mejor de todo es que, con una aventura como esta, descubrís que no tenés límites”, afirmó Pérez de Nucci, odontóloga y docente de la Universidad Nacional de Tucumán.
El grupo cumplió con lo propuesto por Salguero: Graciela y él triunfaron en Master D y Master C1, respectivamente; “Gaby” fue segunda en Master C, escoltada por Cecilia y Valeria. La premiación reconoció a los cinco mejores de cada categoría.
¿Volverían al Uyuni Challenge? ¿Otra vez invertir cinco meses de preparación física y mental para un desafío de tres días sin garantías de satisfacción? “Definitivamente, sí. La experiencia es única: desde la preparación previa, el viaje, la convivencia de grupo y la competencia”, celebró Salguero. Recordó que, el primer día, antes de comenzar la carrera, impactados por la imponencia del salar, festejaron con una frase emblemática del grupo. “Nuestra amiga Soledad Terán siempre dice: ‘Gracias Tata Dios’. Es un agradecimiento a este hermoso deporte que nos lleva a lugares tan desafiantes y maravillosos”.