El día siguiente a la llegada de los Reyes Magos, una conocida casa de galerías amplias y de rejas blancas de la avenida Juan Calchaquí se preparaba para un festejo bien criollo. Al fondo humeaba la leña, había un costillar que esperaba adobado para cocinarse a la cruz y las mesas largas vestidas con manteles a cuadros, recibían a los comensales.
“El Patio de Don Bordón”, como lo conocen todos los vecinos en Tafí, fue el encuentro alegre de familiares, amigos, vecinos y turistas, algunos invitados con anticipación, y otros atraídos por la música que se escuchaba desde la vereda.
“Esta casa tiene tradición familiar en el pueblo y se debe a la figura de mi padre, Francisco Solano Bordón”, cuenta Francisco hijo, dueño de casa.
Ese día, Mariano Bordón (39), hijo de Francisco, se reunió con sus ex compañeros de la escuela antes de regresar a Tierra del Fuego, donde vive con su pareja. “Esto se realiza hace cinco años y las puertas están abiertas para todos. Las personas saben que después de Reyes se hace ese festejo y vienen”, aclara Francisco. La excusa perfecta para todos los que quieran pasar a compartir horas de canciones populares en vivo y rica comida.
El fundador del festival
Don Bordón hijo tiene más de 60 años, las manos ajadas de tanto trabajar, la cabeza canosa y un bigote muy particular, como el del líder mexicano, Emiliano Zapata.
Ya anocheció y llovizna en la villa. “Recién vuelvo de hacer un trabajo de carpintería y estaba tomando mates”, se disculpa el hombre por su vestimenta. Brinda asiento y muestra el patio de su casa dónde se hacen las reuniones que atraen a tanta gente.
La noche del 7 de enero, un turista se detuvo en la vereda de la casa para escuchar la guitarreada. “Lo invitamos a pasar, contó que cumplía años y, entre todos, le cantamos el feliz cumpleaños. Lloró de emoción el señor. Esas cosas pasan en este patio”, destaca el hombre e invita un trago de mistela hecho por él, con las uvas que da su parra.
“Mi papá fue uno de los fundadores de la Fiesta Nacional del Queso”, cuenta con total humildad mientras señala los cuadros que hay en la pared de la galería con recortes de diarios de antaño y fotos. Cualquiera que llega lo puede comprobar porque la casa está llena de historia y tradición.
Era el verano de 1964, su padre presidía la cooperativa de la Escuela N° 28 cuando los integrantes de la comisión decidieron realizar un festival musical y de doma, para recaudar fondos y mejorar las instalaciones de la institución. Los artistas del evento serían los ex alumnos. Así, como una obra benéfica, nace uno de los festivales más famosos y concurridos de la provincia.
“Disculpe que me emocione”, dice con la voz cortada el hombre de aspecto rudo y gauchesco recordando a Don Francisco Solano que falleció en 2020, a los 96 años. “El papá vivió mucho y disfrutó su vida hasta el final”, remarca.
Es cierto. Su padre, quilmeño, descendiente de diaguitas y calchaquíes, fue un personaje muy conocido en la zona, inquieto y siempre ocupado. Su trabajo principal fue como cartero y, luego, jefe del Correo Argentino, pero organizó el festival hasta que los derechos de éste se vendieron a otras personas.
En 1944 creó el club de fútbol Entre Ríos que continúa hasta hoy. Fue, también, un folklorista aficionado que tocaba varios instrumentos, luthier autodidacta y formó un conjunto que incluía voces, dos guitarras, el bombo y un bandoneón que sigue en esa casa y ahora toca su nieto Mariano. Gran jinete y domador. Sabía “pealar” animales, enlazarlos de las patas para que no escapen y hasta los últimos días de vida fue un gran asador.
“El jefe”
Parajes y pueblos de las tres provincias que abarcan los Valles Calchaquíes en un tramo de más de 500 kilómetros, recorrió en motocicleta Don Bordón hijo, también como cartero y luego como jefe del Correo Argentino. “Igual que mi padre, conozco toda la zona de los valles en moto y gaucheando”, agrega.
Los Valles Calchaquíes se extienden por el Noroeste Argentino de norte a sur a través de la región centro de la provincia de Salta, extremo oeste de Tucumán y región noreste de Catamarca.
“Trabajé para todas las empresas conocidas de correo repartiendo la correspondencia, a veces ando por otros pueblos y me gritan ’¡Jefe, venga a compartir un rato!’. Me invitan un mate o lo que tengan y muchas veces no reconozco a las personas a simple vista porque han pasado años”, relata entre risas.
Hasta la fecha, es consultado por los nuevos empleados y por los vecinos que preguntan por sus entregas. “Con la llegada de la paquetería y la pandemia, vinieron a buscarme para organizar las entregas y ayudarlos a llegar a los lugares”, comenta. Es que solo él y los vallistos pueden entender las referencias que usan para ubicarse: “Ahí, en la curva donde se nos cruzó un pollo es la casa que busca”, dice como ejemplo y, nuevamente, se ríe.
Una familia de artistas
Francisco retrocede unos años más y nos habla de su abuelo paterno que fue juez de paz y administrador de todas las estancias de los valles. Era un señor respetado, padre de muchos hijos.
Uno de ellos fue Hildefonso, apodado “Coyita de Taco-Zum”, que integraba la agrupación gaucha llamada “Tafí Viejo” y era comisario inspector mayor de la Policía. Tuvo el honor de acompañar el cortejo de los restos del ex presidente Juan Bautista Alberdi que llegaron repatriados desde Buenos Aires hasta la capital tucumana, el 29 de agosto de 1991. “El único caballo que aguantó el recorrido hasta la Casa de Gobierno fue el de él”, relata Francisco y muestra las fotos del momento. Se ve a su tío montando un moro de nombre “El Recuerdo”.
Norberto, en cambio, fue poeta y coplero que escribió varios libros. Recorrió Argentina y Europa con sus versos. Una de sus coplas recita:
Como las golondrinas
volará mi canto por los vientos,
nunca seré olvido ni silencio,
quedan grabados mis versos.
Cenizas de algún fuego,
quizás, sean los aros de mis cajas,
tal vez estén de recuerdo
en las paredes de algunas casas.