No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Es lapidario lo que está ocurriendo con nuestro segmento de la sociedad argentina, uno de los más castigados, después de haber contribuido y aportado por más de 40 años (como en mi caso particular) donde llegué a creer que disfrutaría del “jubileo “ y en vez de disfrutarlo lo estamos padeciendo, la triste realidad. Claro ejemplo es el deterioro sufrido en la provisión de medicamentos al eliminar el subsidio del 100% para una gran cantidad de afiliados y la liberación de muchos medicamentos que pasaron a ser de venta libre. En mi caso en diciembre de 2023 aboné por mis medicamentos $ 13.923; y en diciembre de 2024 $ 119.282,72, lo que significa un incremento del 756 %, que no se condice ni remotamente con el incremento de la jubilación en igual período. Para la perversidad de la clase política, el jubilado siempre es el perdedor; tienen el desparpajo de seguir engañándonos haciéndonos creer que le ganamos a la inflación. Ya es un clásico del gobierno actual, que se puede dar la mano con el anterior con el argumento de la mentira. Es ilógico e inhumano usarnos políticamente, difundiendo que nos protegen y lo lamentable que dicen estar escuchando “las voces del cielo” mientras aplican la “motosierra”. Qué triste y cruel realidad. Se está actuando en la adulteración y avasallamiento de los derechos humanos, amparados por nuestra Constitución Nacional y los convenios internacionales; es injusto rasgarse las vestiduras y declamar permanentemente lo que no se practica. De una vez por todas deben entender que los viejos no somos descartables ni fríos porcentajes de las estadísticas; somos seres humanos de carne y hueso que necesitamos y merecemos vivir nuestros últimos años disfrutando del “jubileo” bíblico, origen del término jubilación, lo que debe ser nuestra bendición. Qué bueno sería que alguna vez escuchen nuestra voz.
Federico Yurcovich